miércoles, 17 de octubre de 2007

¿ALLÓ JA NO TORNARA?

¡Ay, campanes del migdía
de la vespra del jorn gran!
¡Quina tristor dins de l´anima,
quina tristor m'hau donat!

Tocaveu a dòl i a glòria.
Nos feieu riure i plorar...
Quan vòstra veu s'escampava
-en atre remps no llunyá-
la traca, brava i moresca,
nos feia de gòig botar.

¡Tots al carrer per a vore
la risa del mes de maig,
la llum del sòl, que devalla
d'un cèl tan pur i tan blau,
qu'el seu mant la santa Vèrge
de sòl i cel ha format!...

¡A sentir olor de ròses,
de clavells i flòr d'açahar
mesclat ab olor de pólvora...
qu'així es tèrra de Llevant:
perfums d'Orient qu'endoleixen,
sòl de foc, aire suau,
amor per a tot lo noble...
i en les venes ròja sanc
qu'en l'òr de nostra Senyera
quatre barres ha pintat!...

Si la festa es huí tan bòna.
millor la voreu demá.

La multitut ja s'apreta
per a vórela passar.
Tots els carrers i les places
son un mar de valencians
qu'oneja, s'encrespa i canta
com canta i es mou la mar.

Els ulls de les valencianes
-mestres en amor leial-
guarden totes les caricies
per a la Reina dels Sants...

De sobte, un soroll recorre
la vòlta de cap a cap:
¡es qu'apareix en la pórta
de la Sèu, qual diamant,
la més pura de les Vergens,
la Mare de cor mes gran,
la Ròsa más escullida
del ric verger celestial,
la que sempe, ab ulls pietosos,
¡sempre! nos está mirant,
el conhòrt de tota angunia,
la fònt d'alegría i pau,
Reina del cèl i la terra,
Mare dels bons valencians!...
I entre divines pregaries
i vítols entusiasmats,
la plaça creuca la Vèrge
beneínt a sos infants.
Mireula be com se para
en la Generalitat
i nos recorda la vida
gloriosa del temps passat...
El carrer de Cavallers
la pórta al tipic Tròç-Alt
i entrant en la Bolsería
esclata un gòig delirant.

¡Bolsería pintoresca,
l'Historia 't recordará!;
sòls la plaça de l'Almoina
es de tu digna rival.
De balcons i de finestres,
de teulades i terrats,
cau tanta fulla de ròsa
que, a la Senyora velant,
deixa en les andes i en tèrra
catifa de més de d'un pam...

I arriba l'imatge santa
a la plaça del Mercat:

"¡Vixca la Geperudeta!"
"¡Mare dels Desamparats!"
"¡Reina de Valencia tota!"
"¡Joya pura i celestial!"
"¡Esperança de ma vida!"
"¡Portam al Cèl de la má!"...
I aquella santa locura
creix i creix sense parar,
les mares alcen al xics;
el pobrets demanen pa;
les doncelles, que les guarde;
els vellets, la santa pau;
i hasta les criaturetes,
al vórela tan brillant,
la miren i se somriuen
com el ángels ho faran...
I als homens de sanc mes freda
¡jo he vist fil a fil plorar!

En los Porxets la regiren
i entra al carrer que sellá
la passió de Vicent Mártir,
vell Patró de la ciutat.

Per la plaça de la Reina
avança al carrer del Mar;
i en el de les Avellanes
amaneix bella i triumfant.

Puja després la costera
nomenada del Palau
i en la plaça de l'Almoina
reb el adéu popular...

¡Plaça antiga, hermosa i clássica,
l'Història 't recordará!
Sòls de tu la Bolsería
es la més digna rival.
Si allí cau un mar de ròses,
ací un mar de ròses cau
en que s'anega la Mare
Divina dels valencians...
fins qu'en sa Reial Capella,
que de llum encesa está,
queda ja depositada
entre flòrs, himnes i planys...
¿Ja no 't vorem atra vòlta
passejar per ta ciutat?

¿Al any que ve, Mare meua,
tindrem lo mateix qu'enguany?...
¿Quí no te vòl, casta Vèrge?
¿Quín valenciá 't pot odiar
¡a Tu!, vida i esperança
del pòbres desamparats?
¿Ja no es Valencia la tèrra
d'amor i de llibertat?

Quí no 't vòl per Sobirana
sòls del error es vassall...

¡Senyor, Senyor, perdoneulos,
que no saben lo qu'es fan!

¡Campanetes, campanetes
de la vespra del jorn sant!
¡Quina tristor al mig l'anima,
quina tristor m'hau donat!
Tocaveu a dòl i a glòria,
nos feieu riure i plòrar...


Valencia, 16 de maig de 1936

domingo, 4 de febrero de 2007

CHARLA

Nuestros oídos ya se recrean
con catecismo tan ejemplar.
¡Por Jesucristo, que nos la lean
mañana mismo para almorzar!

A la Epístola de San Pablo se refiere esta canción, tomada de una preciosa zarzuela del género antiguo. ¡Y a fe que viene bien recordarla en los difíciles tiempos que corremos! Porque encierra en sí el suspiro de los impacientes de ambos sexos que desean contraer el santo sacramento del matrimonio y que ¡desdichados! cada vez ven más imposible la satisfacción de sus legítimas aspiraciones.
Antiguamente –contaban mis abuelos, que en paz descansen- la mujer que llegaba a los veinte años permaneciendo solterita, era considerada como una anciana para el casamiento. Y el varón que a los treinta no se había arrodillado con su media naranja al pie del altar, era un solterón empedernido... Pero eso sucedía antes.
¿Hoy? Hoy pasa todo lo contrario. Aquí no se casa nadie ni a tiros, como dicen en mi pueblo. Y es lo peor del caso, que no es por falta de ganas. ¡Cuán bien estaría la canción que encabeza esta charla, en boca de infinitos quincuagenarios y cuarentonas con que tropezamos por doquier!
Ahora bien: ningún solterón tiene la franqueza de manifestar esos anhelos recónditos, íntimos, de casarse. Si les escuchamos a ellos, todo son diatribas y pedruscos arrojados con catapulta contra los sagrados vínculos. ¿Casarse? –dicen ellos- La mujer es una carga pesadísima, esclavizante. ¿Contraer matrimonio? –exclaman ellas- ¡Que el diablo cargue con los hombres!
Y los pobres se creen que se convencen a sí propios.
Y a veces se advierte que en un rincón del casino conversan en voz baja varios viejos célibes, en una forma parecida a la siguiente:
- ¿Sabeis lo que le pasó al desventurado López?
- Alguna desgracia
- Y de las gordas.
- ¿Ha quebrado?
- Peor que eso.
- ¿Se ha roto algo?
- Mucho peor.
- ¿Se ha muerto?
- Peor todavía.
- ¿Está en presidio?
- ¡Más le valiera!
- ¿Pues qué?
- ¡¡Se casó!!
- ¡¡¡Infeliz!!! –prorrumpen todos con cara de espanto.

Así es que, entre las dificultades naturales del presente para llegar a la vicaría y las mortales consideraciones de los referidos caballeros, pasan semanas y meses y más sin que encontremos un recién casado ni por un ojo de la cara, hasta el extremo de que cuando oímos el estrépito de dos o tres tartanas llenas de gente alegre y seguidas de chiquillos que gritan: - ¡la novia, la novia!- nos asomamos al balcón, reventando de curiosidad, admiración y pasmo. Y es muy probable que no volvamos a ver otra boda si no gozamos de larga vida.
Si de la observación de los hechos pasara a la investigación de las causas ¡cuántas cuartillas de letra menuda y apretada pudiera emborronar! Peor no estoy par elucubraciones filosóficas. Sean las causas las que fueren, lo cierto e importante es que ya empiezan los hombres públicos a preocuparse de tan alarmante cuestión como es esta de la escasez de matrimonios y propones algunos de ellos medidas salvadoras que quizás hagan que dentro de poco tenga cada cual su consorte correspondiente.
No hace mucho tiempo, ya propuso un diputado barcelonés que, para remediar tamaño mal, se aumentara la contribución a los solteros. En los Estados Unidos existe algo parecido, pero que difiere un poco de lo que se aquí se intenta establecer. Los yanquees no es que aumentan la contribución a los solteros, sino que la disminuyen a los casados, lo cual cambia de aspecto y, según mi modesto parecer, resulta más moral. Porque si lo que el diputado catalán desea, llega a ser ley, será una ley draconiana si se aplica de un modo categórico y sin excepciones. No es lo mismo el célibe voluntario que el forzado solterón que, o porque no sabe o es feo o no viste bien, no puede enamorar. ¿Ha de pagar este lo que no debe? ¡No y mil veces no! Yo creo que la anterior proposición del ya tres veces citado catalán, se debiera completar con esta otra, nacida de mi fecundo magín:
"Art. 1º.- En todos los Ayuntamientos se creará una comisión compuesta de varios concejales y varios vecinos serios, cuyo objeto será facilitar los casamientos de los solteros y solteras involuntarios que pasen de los cuarenta y treinta años, respectivamente.
Art. 2º.- Al efecto llevará una lista con las condiciones, medios de fortuna, etc., de dichos solteros y solteras.
Art. 3º y último.- La supradicha comisión proporcionará a los interesados que lo solicitaren, el cónyuge que por clasificación les corresponda, sin derecho a reclamación alguna, una vez hecha la designación."
¡Qué hermoso sería esto, lector del alma!¡Cuánto bien podría causar a la humanidad! Y sobre todo ¡qué satisfacción para mí y para ti y para otros, que al fin veríamos llegar el deseado día de cantar por experiencia la primera parte de la canción que encabeza estas líneas!:
¡Oh, qué epístola tan bella!
¡Oh, que flor de Jericó!
Le inspiraba buena estrella
cuando el santo la escribió.

ROBERTO 2 de agosto de 1913 Revista de Gandia.

BARBARIE

Suena un toque de campana, después otro, luego otro, el toque de otra clase de campana, un pito, pita el tren... y el tren no sale. Pero por fin, sale en medio de los adioses, lágrimas, suspiros, pañuelos y sombreros que se agitan, sonrisas, etcétera. Y arranca con su majestuoso ¡Feeeu... Folch!... Feeeu... Folch!, dejando atrás la estación de partida mientras dice:
¡Ballesteros, Ballesteros!
¡Carrecedo, Carrecedo!
¡Feeeu, Folch, Feeeu, Folch!,
¡Huuuuuuu!...

Bueno, me retiro de la ventanilla, voy a sentarme y
- ¡Caramba, Perico, tu por aquí! ¡Cuánto me alegro!
- ¡Querido amigo! ¿Que tal? No te conocí. Como estabas en la ventana y yo entré por la parte opuesta... ¡Aprieta, hombre!
Y nos dimos un abrazo.
- ¿Qué ha sido de tu vida? –me dice- Veo que estás gordo, relleno...
- Tal cual –le contesto- En cambio, tú no estás como esperaba verte. Te encuentro algo demacrado... ¿Que no te probó el viaje a Argentina?
- ¡Calla, por Dios! No fui a la Argentina. Me decidí a ir a América del Norte. Y cree que desde que divisé las costas americanas hasta que volví a pisar tierra española, mi vida ha sido un verdadero Calvario.
- ¿De veras?
- Y tanto. Figúrate que cuando llegamos a la vista de lo que a mí me parecía la tierra prometida, para el trasatlántico; y vemos venir un vaporcito que se acerca a nuestro buque, trasborda a unos señores y a varios individuos armados, nos inspeccionan a todos los emigrantes uno por uno, y a este quiero y al otro no quiero, se nos llevan a más de las dos terceras partes a una especie de lazareto flotante a pasar la cuarentena de observación...
- ¡Ah! ¿Es que todos estabais enfermos?
- Nadie. Todos estábamos más sanos que peces. Deber ser que a los yanquis les molesta la emigración, porque de otra manera no se explica... ¡Qué groseros son! Cualquiera se creerá que el reconocimiento que nos hacían era científico y detenido. Nada de eso. Aquello iba a ojo. – "Este hombre al lazareto... Esta joven que desembarque... Esta también... ¡A ver!... Ese mozo, al lazareto. – Pero... - ¡Silencio!... - ¡Me separan de mi hija! - ¡Que se calle usted! - ¡Cómo he de callar, si esto es inicuo! - ¡Pues al calabozo!"
Y así todo. El que protestaba, además de al depósito, iba al calabozo como un criminal. Un matrimonio alicantino que venía con nosotros y que para hacer el viaje a América había vendido los cuatro pedazos de tierra que constituían toda su fortuna, se vio separado de sus dos hijas por el capricho de aquellos bárbaros, que no atendían ni a súplicas ni a ruegos, ni a lágrimas ni a nada. Aún no se han vuelto a juntar con ellas.
- ¿No las encontraron?
- No pudieron ni buscarlas. Los infelices padres, como todos los que estábamos en observación, después de permanecer durante más de un mes en aquel presidio flotante, en alta mar, con el piso por cama, sin fuego, con un frío que atería, comiendo un escaso rancho indigesto, sufriendo moral y materialmente lo indecible, fueron embarcados, como yo y como todos, por orden del Gobierno yanqui y devueltos por la fuerza a la Península.
- Pero ¿y las chicas?
- ¡Quién sabe!
- ¡Eso es atroz! ¿Cómo no se formuló una reclamación ante el cónsul, que está precisamente para defensa de sus compatriotas!
- Primero, porque no se pudo bajar a tierra ni comunicarse con él; y segundo porque, aún pudiendo, los cónsules españoles en América del Norte, se mueven en el vacío... Todo su celo y buena voluntad se estrellan contra el despotismo yanqui...
- ¡Parece mentira!
- Si, caro amigo. Y aquí me tienes. He ido a Roma y no he visto al Papa. La Yanquilandia no se como será. Únicamente puedo asegurarte que de ella solo he visto a unos hombres muy rubios y muy mal educados, vestidos de personas civilizadas. y como consecuencia triste de su barbarie, muchos compañeros míos de emigración han sido separados, contra todo derecho, de sus mujeres o de sus hijas, sin saber a estas horas qué será de las desgraciadas en tierra extranjera. Quizás hayan muerto de hambre o quizás, que es lo peor, se hayan perdido ignominiosamente...
Ya ves cómo proceden esos Estados que tanto se ponderan por su progreso material. ¿Qué me importan sus ciudades provistas de todos los adelantos modernos de las ciencias y las artes? ¿Para qué los quiero, si entre tantas máquinas y tantos palacios no se alberga ni una chispa de compasión? Prefiero a tanto progreso cualquier mísera aldehuela española sin telégrafo ni carretera... Al menos, sus habitantes, aunque rudos, dan posada al peregrino y saben que todo hombre, como hijo de Dios, es un hermano y compañero de fatigas en este valle de lágrimas...
Y he aquí de qué manera un artículo que comenzó como algo alegre, ha venido a terminar, sin quererlo, en graves consideraciones, consecuencia fatal de este verídico relato.

ROBERTO 23 de agosto de 1913 Revista de Gandia

ASÍ SE ELIGEN LOS KAIDES



Ya se habrán enterado hasta la saciedad nuestros lectores de los atropellos –inconcebibles en el siglo XX- cometidos en las elecciones del distrito de Nules. Más de mil personas, partidarias del señor Chicharro, fueron encarceladas. Cuadrillas de escopeteros rondaban por las calles y no consentían que se votase al candidato antiministerial. A un interventor o presidente de mesa –no lo recordamos bien- le invadieron su domicilio y le asestaron una puñalada en el vientre por no querer firmar un acta en blanco. Los notarios fueron cazados poco menos que como fieras, viéndose aquellos respetables funcionarios en la precisión de defender sus vidas empuñando las pistolas... Y todo esto, autorizado, desde luego, por el Poncio de la provincia y recomendado por el Gobierno que disfrutamos.
Pues un procedimiento parecido es el que se emplea en las bienaventuradas tierras del Riff. Cuando muere un jefe de kábila, nadie se preocupa de las leyes, ni de reglamentos para sucederle. Los que se creen con poder suficiente para ocupar la vacante, comienzan a tiros y a golpes de gumía y así se resuelve la cuestión. Y al más bárbaro de todos, al más salvaje, al que más cabezas corta y más adversarios despanzurra,

le jura al punto la gente
capitán por más valiente,

-como dicen en el Tenorio- y a vivir y a ser el norte y guía y el encanto y embeleso de aquellos adorables angelitos.

El sistema no puede ser más expeditivo. Se ahorran calentamientos de cabeza, levantamientos de actas, notarios, papeletas, electoreros y toda la barahúnda de ceremonias, que solo sirven de estorbo. Por eso los liberales españoles modernos, entusiasmados con los usos y costumbres de los rifeños, se han empeñado en establecerlos en la Península. Y a fe que lo van consiguiendo. Díganlo, si no, los distritos de Nules, Alcira y tantos otros, de cuyos sucesos suponemos a todos enterados.

Y demos gracias a Dios mil veces por la retirada del señor Ibáñez Rizo y la del centenar de tahúres y demás honorabilísimos perdularios que ya estaban camino de Gandia. Porque hubiera sido muy fácil que el día veintinueve del pasado mes de abril ocurriese lo que muchos no esperaban.

¿Que no? ¿Que aquí no pasa nunca nada porque los gandienses son mansísimos sujetos? Si, si; pero tanto va el cántaro a la fuente...

Lo mejor de todo es que se haya quitado la ocasión de la experiencia.

JOSE Mª CAPSIR 5 de mayo de 1923 Revista de Gandia

domingo, 28 de enero de 2007

ES TRISTE PERO ES VERDAD




Hay una sentencia valenciana que dice: Deu nos lliure del día de les alabances, o sea, Dios nos libre del día de las alabanzas, porque ese día en que se eleva el coro de los ditirambos en honor de cualquier persona, suele ser, por lo general, el de su entierro.
Ha muerto Pablo Iglesias. Y siguiendo la costumbre establecida, han estallado en todo el recinto de la península, como cohetes luminosos, los elogios y las alabanzas, pero tan encomiásticos, tan admirativos y tan altisonantes, que se puede decir que como ellos no se han escuchado otros desde hace muchísimo tiempo.
Bien está que los socialistas alaben a su jefe. Pablo Iglesias era el organizador del socialismo español, al frente del cual ha estado durante toda su vida. Y es muy natural que sus partidarios le amen y le elogien, le respeten y le reverencien. Bien está, además, que lo encomien las extremas izquierdas, sobre todo los republicanos, que tantas veces se unieron a los socialistas para combatir a la Monarquía, a la Religión y al Ejército...; pero lo que no comprendemos es el elogio por parte de algunos católicos, hecho en tal forma, que no parece sino que la única doctrina salvadora de la clase obrera la haya propugnado y establecido, defendido y divulgado el difunto Pablo Iglesias.

Y es que esos católicos no deben de tener memoria. ¿Han olvidado la Santidad de León XIII? ¿Es que ya no recuerdan aquel famoso salario familiar que recomendaba el inmortal Papa de los obreros? Y toda la demás doctrina social, doctrina de paz y de amor, sin odios ni violencias, cristianamente humana, sabiamente sublime e insuperablemente excelsa ¡divina! de aquel representante de Cristo en la tierra ¿se ha olvidado también? ¿Cuándo llegaron los socialistas y los otros inventores de teorías, a trazar un programa de mayor hermosura y eficacia en el orden social? Pero –se nos responderá sin duda- es que todas aquellas innegables bellezas que quiso establecer el Papa de los obreros no se han podido desarrollar en España, porque los trabajadores, incluso los de arraigados sentimientos cristianos, han desertado de las instituciones obreristas católicas y se han afiliado al socialismo. Y de eso ¿quién tiene la culpa?. Los patronos que se llaman católicos. Y que conste que hablamos en términos generales, respetando las honrosas excepciones, bastante numerosos si se quiere. Los patronos, que en su lamentable incomprensión del problema, han creído que los sindicatos obreros católicos se fundaron para defender los intereses patronales, y que el obrero, por el hecho de ser católico, había de trabajar en peores condiciones que sus compañeros de otras ideologías, son los que han estropeado este asunto de tal manera, que salvo contadísimos casos, podemos afirmar que las organizaciones católicas de trabajadores arrastran una vida mísera y vergonzante. Triste es confesarlo, pero es verdad.

Y esos mismos patronos que tantas veces se han escandalizado porque los obreros católicos han querido vivir como personas, son los que en estos momentos, ante el cadáver yerto de Pablo Iglesias, se deshacen en alabanzas diciendo que a él se debe todo mejoramiento de la clase trabajadora... Si ello es cierto –que no lo es- cúlpese a los mismos que ahora lo dicen y no quisieron seguir los amorosos consejos del Sumo Pontífice León XIII.

Mientras no aliente verdadero espíritu cristiano, espíritu de abnegación y de sacrificio –de caridad, en una palabra- entre la generalidad de los patronos católicos españoles, podrá repetirse el triste caso de tenernos que callar cuando oigamos que determinadas personas entonan himnos de alabanza a quien ha combatido a la Iglesia Católica, fundado escuelas laicas, defendido atentados personales y dispuesto ser enterrado en cementerio civil.

JOSE Mª CAPSIR 19 de diciembre de 1925 Revista de Gandia.

EL PATRIOTISMO DE LERROUX


Lerroux, el sargento desertor, es patriota. Pero con un patriotismo tan delicado, tan susceptible y tan especialmente raro, que las graves ofensas y los grandes latrocinios contra la Patria, no le conmueven. Y en cambio, encienden su sangre incidentes tan secundarios como el olvidado asunto de las Carolinas. El inicuo despojo de Cuba y Filipinas, que tanta sangre, lágrimas y dinero costó a España, eso... no fue más que una graciosa travesura de los hidalgos yanquis, que bien merece nuestro perdón y hasta nuestro reconocimiento. Y la protección que material y diplomáticamente prestó por aquel entonces la Gran Bretaña a los Estados Unidos, ¡ah! también es digna de agradecimiento eterno. Lo mismo que sus insultos y burlas cuando nos vio vencidos y humillados. Y lo mismo que todo lo que Inglaterra ha hecho siempre por nosotros a través de la Historia. Díganlo, si no, Trafalgar y Gibraltar, la distanciación en que viven Madrid y Lisboa, no obstante ser ambos de la misma península; y lo desmedrado de nuestra flota de guerra, a cuyo engrandecimiento se opuso siempre, con serias amenazas, el Gobierno de la rubia Albión.
Inglaterra, Francia y Norte-América deben ser las niñas de nuestros ojos, a pesar de las desgarraduras que han producido, producen y procuraran producir en el manto señorial de España. Luchemos por quien nos insulta, sacrifiquémonos por quien nos abofetea y muramos por quien nos asesta hondas puñaladas traidoras. ¡Eso es lo noble! ¿No es España la patria del Quijote? ¿No es este un viejo solar de bravos caballeros? Pues a reñir batallas sin otro fruto ni recompensa que el menguado honor de combatir contra quienes jamás nos perjudicaron y en pro de los que en todo tiempo han odiado el nombre y grandeza de nuestra Patria y hoy día detentan pedazos del suelo español...
Así piensa Lerroux, según no hace muchos días manifestó en el Congreso. En otro tiempo, toda acción guerrera le hubiese parecido un crimen. Hoy no.
¿Cuánto le habrá valido su cambio de parecer?

ROBERTO 25 de febrero de 1917 Revista de Gandia

EL BALOMPIE



¡Válganos Dios, la polvareda que ha levantado el exótico deporte del balón! En Gandia hay dos campos para dicho ejercicio; Denia también tiene el suyo; y Tabernes y Alicante y Castellón... De Carcagente a la capital, apenas si existe pueblo de la línea férrea que no ostente junto a la estación, o en sus proximidades, el correspondiente campo adecuado, moderno palenque de la inquieta juventud. Es un verdadero furor que se va extendiendo rápidamente y que no sabemos a lo que podrá llegar.

El atildado señorito que en otro tiempo cifraba su embeleso en ir por esas calles muy peripuesto, muy elegante y perfumado, vincula hoy todo su orgullo en lucir piernas de acero con cicatrices y cardenales sobre las rótulas y canillas. Antes, la vanidad solicitaba que la gente dijera: "¡Qué precioso!". Hoy, parece que demanda que el público diga: "¡Pero qué bárbaro!"

¿Es esto un bien o un mal?
Ya se que se han levantado voces austeras, muy respetables, dando el alerta frente a la locura del deporte. Pero creo que hay en ellas un poquito de exageración.
Los principales peligros que señalan al referido juego, son los siguientes:
Que la gente joven abandonará los estudios por dar de patadas al balón.
Que se corre le riesgo, confirmado muchas veces, de romperse un brazo, una pierna o la cabeza.
Y que semejantes diversiones embrutecerán la raza en lugar de idealizarla...

Pues bien: a pesar de todos esos inconvenientes, yo estimo que es mucho mejor lo que ahora sucede que lo que antes ocurría.

Hace dos o tres lustros se respiraba en los patios de las Universidades e Institutos, en las calles y paseos, en los cafés y casas de huéspedes –salvo honrosas excepciones- un ambiente metífico que asfixiaba. La mayor parte de las conversaciones que se oían, ya se sabe sobre lo que versaban. La lujuria, la indicación obscena, el recreo vergonzoso, saturaban la atmósfera de las más importantes poblaciones. Un gran número de estudiantes, cuya proporción aterra, pasaba las tardes y las noches en espectáculos repobables, en casas de juego y en otros lugares non sanctos que no quiero nombrar. Y daba grima y asco ver cómo aquella juventud, que había de ser la clase directora del día de mañana, presentaba, con harta frecuencia, ejemplares envejecidos prematuramente, que llevaban en el alma y en el cuerpo las lacras de todos los vicios y de todas las enfermedades.

Sin embargo de aquel medio ambiente tan degenerado, los que eran buenos estudiantes trabajaban y estudiaban y alcanzaban honra y provecho. ¿Por qué no ha de suceder ahora tres cuartos de lo mismo? Quien real y verdaderamente tenga afición al estudio, estudiará por encima de todos los balompiés y juegos semejantes, sin perjuicio de que emplee sus ratos de solaz en esa clase de ejercicios, para vigorizar su cuerpo, con lo cual nada pierde la especie humana, sin duda alguna.

En cuanto a los malos estudiantes ¿no es mejor cien mil veces que malgasten el tiempo dando saltos y carreras que frecuentando aquellos tugurios y lugares non sanctos a que antes aludía? Del campo de balompié, podrán no salir sabios, pero al menos no saldrán afeminados. Y todo eso viene ganando la raza, tan debilitada hoy moral y físicamente.

Bien es verdad que las fracturas de brazos y piernas ocurren más de lo que fuera de desear; pero siempre será preferible para todo honrado padre de familia, ver que le llevan a casa a un hijo cojo o manco o hasta muerto, a verlo víctima de inconfesables achaques.

Y respecto a que el ejercicio de la fuerza física produce el embrutecimiento de los pueblos, asunto es ese muy discutible. Sabido es el culto que en la antigüedad se rendía a la educación física. Dígalo Grecia con sus juegos y olimpiadas, lo cual no impidió que en su tiempo brillasen las ciencias y las artes de manera tan maravillosa que llegaron a ser veneros fecundísimos a los que todavía se recurre para depurar el entendimiento y la belleza. No hablaré de Roma, porque sus espectáculos, más que diversiones, eran espantosos crímenes sangrientos. Mucho más tarde, en nuestra España, el día de ayer como quien dice, los nobles y gentes de pro se ejercitaban en juegos que vigorizaban su naturaleza. La caza, la esgrima y la equitación eran las distracciones favoritas de las personas de buen tono, sin que por ello dejaran de reinar ingenios como Cervantes y Quevedo, poetas como Garcilaso y Lope de Vega; y capitanes como don Juan de Austria y Gonzalo de Córdoba... Porque la raza era sana y fuerte.

Y hoy día no hay más que fijarnos en las naciones que dominan el mundo. Al propio tiempo que inteligentes, sus hombres son sanos y robustos.

Mens sana in corpore sano es una frase elevada a la categoría de axioma. De una mente sana en un cuerpo sano puede la sociedad esperar frutos de provecho; mientras que de una mente enferma en un cuerpo enfermo, solo se pueden esperar utopías y sistemas perniciosos.

Claro está que el abuso de los deportes –como todo abuso- siempre será condenable; pero es preferible, a mi ver, el exceso de ellos, al exceso en aquellas otras diversiones que por sabidas se callan.

Hace diez o doce años, gran parte de la juventud cultivaba exclusivamente el vicio. En la actualidad, gran parte de la misma, cultiva la fuerza y la destreza. Podrá ser que la tendencia de ahora produzca resultados funestos; pero yo no puedo creer que sean peores que los que ha producido la orientación precedente.
Allá veremos si vivimos.
¿Acerté?
Pues, ¡goal!

JOSE Mª CAPSIR 10 de marzo de 1923 Revista de Gandia.

DE RE POETICA: LUIS GUARNER

Acaba de hacer su aparición en la república de las letras el "Breviario sentimental", colección de excelentes poesías de Luís Guarner. Al saborear sus versos, comprendemos, desde el primer instante, que no se trata únicamente de un galano versificador, sino que, además y sobre todo, nos hallamos frente a un verdadero poeta.

¡Cuán difícil es merecer con justicia el nombre de poeta! La poesía no consiste en hacer versos pulidos y exactos, correctos y armoniosos. Hay muchos a quienes llamamos poetas y no son más que artífices del lenguaje. Versificadores los hay a legiones; pero es muy escaso el número de poetas.

Lleva en sí la poesía, por condición esencial, hacer vibrar los corazones con los más puros sentimientos. Quien os haga llorar de emoción, ese es poeta, aunque os hable de las cosas más sencillas y aunque caiga en incorrecciones que no tolere la métrica ni consienta la perceptiva.

¿Veis aquel campesino ignorante y rudo, que apenas si puede hablar tartamudeando? Os cuenta, con los ojos húmedos por la ternura, las gracias de su pequeñuelo y, al oírlas, sin casi apercibiros, participáis de su emoción. Ha sabido interesaros en su sentimiento... ¡Es un poeta!

Todo aquel que es capaz de exteriorizar nobles sentimientos ¡ése es poeta!

No, no es la poesía la versificación. Entre una y otra hay la misma diferencia que entre la elegancia y la hermosura. La versificación es el ropaje y la poesía el corazón. ¿Cuántas veces no se presenta el corazón sin galas, completamente desnudo? Y no por eso pierde mucho de su belleza.

Los lectores de "Revista de Gandia" ya conocen una delicadísima composición de Luís Guarner: "El vuelo de Psiquis", publicada no hace mucho en estas páginas. Quién sabe decir tan bellamente como Guarner dice:

"Por el cauce del arroyo
fluía la linfa clara
y su cristal transparente
a las flores retrataba...
y sus aguas, con sosiego,
por el cauce resbalaban
y en sus ondas cristalinas
llevaban hojas rosadas
que cayeron de unas flores
¡cual caen de nuestras almas
"las ilusiones perdidas"
y halagüeñas esperanzas!"...

No se puede menos de llegar a ser un altísimo poeta.

En todas sus composiciones palpita una algo indefinible, un vago anhelo de un más allá, difícil de describir. Viene a ser algo así como el atisbo de una belleza superior a todas las hermosuras de la naturaleza y del mundo, que agrada, pero que no satisfacen. El puede decir, como Longfellow, que siente
...esa infinita sed que abrasa el alma,
que es el inmenso afán que nada calma
y corre en pos del ignorado bien...
Los apasionados de las letras están de enhorabuena al aparecer el libro del joven artista, que, si sigue trabajando, como es consiguiente, no tardará en volverles a cautivar con la fuerza emotiva de sus composiciones.


JOSE Mª CAPSIR Valencia, 22 de abril de 1922
Publicado en Revista de Gandia el 29 del mismo mes.

MATER DESERTORUM

¿Son moltes les persones qu'en Gandia compren i lligen la hermosa revista titulada "Mater Desertorum"? No sé, pero me tem que deuen de ser pòques. Funde esta –pòt ser temeraria- sospita meua, en que a casi ningú òixc parlar de la esmentada publicació, òrgue oficial de la coronació pontificia de nòstra amada Patrona la Vèrge dels Desamparats.
Yo vullguera que Gandia fora sempre digna competidora de tot lo bò de ma Valencia. Ab tots los perills –inevitables en poblacións de sa importancia- Valencia té un encant que la redimix, una condició que la sublima i una virtut que la salva: son acendrat i sens par amor a la Vèrge Santíssima, Mare de Desamparats... I es de vore l'entusiasme ab que tot lo mon parla de la coronació de la Vèrge, els popòsits mil que se forme i lo rápidament que desapareixen els números de "Mater Desertorum" de les mans dels venedors i de les casetes de venda de periòdics... ¿I per qué no ha de ocurrir lo mateix en Gandia, nomenada Valencia la Chiqueta? ¿No es, per ventura, també sa Patrona la Vèrge Mare de Desamparats? ¿No té fama Gandia –i per cèrt que be mereixcuda- de profundament catòlica i d'amantíssima de la Vèrge María?... Puix que s'entusiasme també sens llímits, com Valencia i compre i lligga "Mater Desertorum", propagant eixa revista entre tots quants puga, perque sa lectura ha de fomentar més i més l'amor i pur gòig que les festes de la coronació –que s'han de celebrar en maig de l'any corrent- despèrtem ya en lo còr de tot bòn valenciá.
Dita revista se publica una vòlta cada quince díes i els eixemplars còsten ¡un quincet cascù! encara que valen molsíssim més. I en ella s'insèrten magnífics escrits en la noble i majestuosa llengua de Castella i excelents articles e inspirades poesíes en la sabrosa i dolcíssima llengua valenciana.
A vore, dòncs, si Gandia no va darrere de la capital en quant al amor a la Santa Patrona. I siguen estos desllavacats renglons, como una crida –humil i desalinyada en la forma, pero plena al fons del major entusiasme. que requerix dels fills de Valencia la Chiqueta apoyo i difusió per a la simpática revista "Mater Desertorum", òrgue oficial de la coronació pontificia de la Vèrge dels Desamparats, de la Reina i Mare de tots nosatros, de la que simbolisa, encara i compèndia lo ver, únic i sant valencianisme.

JOSEP Mª CAPSIR 20 de giner de 1923 Publicat en Revista de Gandia

SANTOS CHOCANO





Todavía hay quien emplea, cuando habla de España, el tan resobado tópico de la Inquisición, la tiranía y el despotismo. Y resulta curioso que sea, precisamente, América del Sur, a donde España no ha de poder ya ir en son de conquista, la tierra que produzca mayor número de difamadores de nuestra Historia. Ante sus ladridos ¿qué tiene que hacer España? Encogerse de hombros.

Al fin y al cabo, los errores en que España haya podido incurrir en América, los cometió por medio de sus conquistadores y gobernantes, que allá fueron, y allá permanecieron, arraigaron y se enriquecieron. Y de ellos son descendientes directos los actuales sudamericanos. Al chillar contra la península –que hace más de cincuenta años que no ha podido influir gran cosa en aquel continente- chillan y patalean contra sus abuelitos, apellidados con los ibéricos apelativos de Pérez, García, Rodríguez, etcétera, etcétera, como sus propios nietos.

¿Que España cometió barrabasadas por aquellas regiones? Quizás. Pero cúlpese a los Pérez, García, etcétera, etcétera, de entonces, de los cuales descienden los Pérez, García, etcétera, etcétera, americanos de hoy. ¿España qué tiene que ver con las enormidades que por allí ocurrían? Estaba muy lejos para poderlas evitar eficazmente. Si fueran los indios los que hablasen, ellos sí que se podrían quejar de innumerables vejámenes; pero no cometidos por los españoles de aquí, sino por los españoles de allá, primeros americanos de raza blanca y padres de los tan repetidos Pérez, García y Rodríguez de hoy. Y esto es tan verdad, que España se vio precisada a establecer aquel hermoso conjunto de preceptos, gloria del Derecho español, que se llamó "Leyes de Indias", en defensa de la pobre gente de color, diezmada por aquellos americanos blancos que después renegaban de España porque ponía un límites a sus voracidades.

Afortunadamente el sistema empleado por los detractores de nuestra Paria, ha caído en el mayor de los descréditos. Son ya legión los escritores extranjeros que reconocen la nobleza con que España ha procedido en todos los momentos de su Historia. No en balde goza del prestigio internacional de hidalga y caballeresca.

Que en un principio se forjase la leyenda difamante, tiene explicación. De alguna manera se había de hacer campaña contra el poder de la Península y de algún modo se había de engañar a la masa ignorante, que siempre se deja conducir como manada de corderos. Pero que hoy se insista en ladrar a la luna, por fuerza nos ha de hacer reír. Sin embargo, también tiene su explicación. Se ha iniciado un movimiento tan general, en la América Hispana, de reivindicación de nuestra Historia; es tan grande el impulso de simpatía que los americanos sienten por su madre común, que no deja de ser un peligro, para las ambiciones de determinados pueblos, esa unión espiritual que, a la sombra de nuestra bandera, apiña a toda la raza.

La campaña de leyendas y calumnias contra España, de la gente inculta, se explica por su propio atraso. Pero la de aquellos que tienen sobrados motivos para saber lo contrario, solo puede tener su fundamento en el oro del Norte.

Entre estos últimos desgraciados se encuentra el gran poeta del Perú, Santos Chocano, a quien la España inquisitorial y despótica ha salvado recientemente de ser pasado por las armas en Guatemala, donde había tomado parte en una revolución. Y Santos Chocano ha correspondido a las generosas gestiones del Rey y de los intelectuales españoles, con unos versos, escritos desde Nueva York, que son un libelo de la peor especie, un conjunto de infamias y calumnias.

La intelectualidad española se ha encogido de hombros. ¿Cómo ocuparse de semejante salida de tono? Pero un poeta chileno, Víctor Domingo Silva, le ha contestado en debida forma con la siguiente:

"Respuesta:

Juglar de la estrofa, poeta de circo,

manchaste tu nombre con nuevo baldón.

Como Cam maldito, que rió de su padre,

tú, nieto de España, cien veces peor,

le cruzas la cara con frases que tienen

algo de serpiente y algo de escorpión.

Risas que se alargan retorcidamente

como el espinazo de un adulador;

versos de mentira, ripios de lisonja,

quejas de atorrante, gritos de matón;

hambres de plebeyo que luce entorchados

y ve que lo ilustra la Puerta del Sol;

poemas que insultan la prez de la lira,

dramas que son mengua del teatro español.

Judas de Levita, Bertoldo sin maña.

¿no sabes qué suerte le espera al traidor,

ni lo que mereces, sicambro de pega,

que ayer adoraste lo que quemas hoy?

¿Es culpa de España que, hipócrita y vano,

vayas como un ebrio de error en error

y que prostituyas tu nombre y tu musa

con injurias dichas desde Nueva York?

¡No es culpa del lago si el sapo empozoña.

ni culpa del bosque si roba el halcón!

Pisaste temblando la casa de un Austria,

besaste de hinojos los pies de un Borbón;

y hoy, vuelta la espalda, tú, republicano,

tú, injerto de indígena y conquistador,

al negar tu sangre te niegas tu mismo,

escupes al cielo, maldices de Dios.

A España le debes el Greco y Velázquez,

Pelayo y Cervantes, Lope y Calderón,

Iñigo y Teresa, Cortés y Pizarro,

Alonso de Ercilla y el Cid Campeador.

El nombre que llevas tiene algo de España;

la lengua que infamas, también te la dio.

La raza no muere. Le prestan su aliento

la Europa en racimo, la América en flor;

le basta una gota de sangre, le basta

un grano de tierra y una chispa de sol.

Juglar de la estrofa, poeta de circo:

ante los estragos de tu último error,

siento que no pueda dolerte siquiera

¡porque ni siquiera tienes corazón!"



¿Cómo habíamos de contestar nosotros mejor que el simpático chileno Domingo Silva?

No queremos corresponder en forma airada a la ingratitud de Santos Chocano. Si él nos arrojó una piedra, nosotros le arrojaremos un capullo. Nos duele mirar en Santos Chocano solo al traidorzuelo. En él queremos ver siempre al sublime artista de volcánica fantasía que, en su "Salmo en las cumbres", canta estrofas como esta:

"...Esos que sin llorar e indiferentes

sonríen del dolor que les arredra,

podrían ahí ver que hasta la piedra

sabe también llorar ¡llora torrentes!"



O como esta otra:

"Y hasta ahí, por las cúspides bifrontes,

con pie de acero y corazón de brasa,

irá el tren de lejanos horizontes,

que superpuestos túneles traspasa

cual una aguja que cosiera montes."



¿Se quejará todavía de la España inquisitorial y despótica?

"España y yo somos así, señora"



José Mª Capsir Valencia, 30 demayo de 1922

Publicado en Revista de Gandia en 3 de junio del mismo año.

sábado, 27 de enero de 2007

¡ATRANCAD LAS PUERTAS!



No estamos seguros con este Gobierno.
¡Atrancad las puertas, pacíficos ciudadanos!
Direis, acaso, amados lectores, que este grito es una exageración imperdonable, hija, sin duda, de esa manía, endémica en los españoles, de hablar mal de todos los Gobiernos, considerándolos siempre perturbadores del orden en mayor o menor grado, bien en un sentido, bien en otro. Pero yo os juro que en estos instantes, si he de juzgar no solo de las palabras, sino, además, de los hechos de quienes nos gobiernan, ni miento ni exagero al prevenir a mis lectores para que se aperciban y defiendan.
Todo es poco contra un Gobierno anarquista.
Así como suena: anarquista.
Y la prueba al canto.
No hace muchos días aconteció en Madrid la célebre revuelta por el encarecimiento del pan. Protesta justa por su origen y por su fundamento, pero criminal, de salteadores en cuadrilla, por sus vergonzosos procedimientos.
Ya sabéis lo que pasó. Los amotinados asaltaron los despachos del pan y las tahonas, esparciendo la harina por los suelos, echaron a perder infinidad de panes, repartieron palos, causaron heridos... Y la fuerza pública se limitó a ver, oír y callar. Conducta prudente, a fe.
Como es natural, la noticia de estos desmanes llegó a las Cortes y hubo quien echó en cara al Ministro de la Gobernación la fealdad de la cooperación pasiva del Gobierno. Y allá se levantó para defenderse el señor Sánchez Guerra diciendo "que la policía y el Gobierno hicieron perfectamente dejando obrar a su placer a los alborotadores, porque estos tenían fundamento en la opinión".
Desde luego que se hubiera podido contestar al Ministro que la Autoridad tiene la obligación de garantizar la seguridad de todos; y que nunca debe consentir que nadie se tome la justicia por sus manos. ¿Para qué sirven, pues, las autoridades, sus agentes, los Tribunales de Justicia, los ejércitos, hasta los Reyes y el mismo Estado? ¿Qué misión les incumbe si no es la de procurar el orden y el buen régimen y garantizar el derecho de todos? Y si los Gobiernos no sirven para eso ¿cuál es su papel? ¿Sólo cobrar?...
Justas y necesarias son las sublevaciones del pueblo cuando los tribunales no hacen justicia y los gobernantes no quieren amparar el derecho. Y únicamente en estos casos es cuando, seguramente, le es lícito al pueblo amotinarse, puesto que de otra manera no puede lograr sus licitas y santas pretensiones.
Pero afirmar otra cosa; decir que siempre un pueblo o parte de él, porque opine bárbaramente, bárbaramente debe obrar, de buenas a primeras, sin diques que se opongan a su corriente, es realizar la anarquía y hacer desaparecer todas las ventajas de una sociedad organizada según la civilización.
Todo esto se hubiera podido contestar y algo más. Pero apenas si se dijo nada.
Ya lo veis, ciudadanos. Con los gobernantes que tenemos, desapareció el Estado, cuyo principal fin es procurar el bienestar de la Nación y garantizar el Derecho. Hoy se da absoluta libertad a los salteadores, a lo que está fuera del Derecho y a los que van contra él, porque parte de la opinión –la insensata- lo quiere así.
Lo dice y lo encuentra bien el Ministerio.
Impera, pues, la anarquía.
Luego no hay autoridad.
¡Cerrad y atrancad las puertas!



ROBERTO 11 de julio de 1914 Revista de Gandia

miércoles, 24 de enero de 2007

CRONICA DE LA SEMANA

Lector paciente, lector amigo: Si no dispusieras de la prensa diaria que a las veinticuatro horas de suceder los hechos, de ellos te enteras con todo lujo de detalles, acaso me pudiera lucir hoy en esta crónica, que barrunto va a ser flojilla. ¿Pues que te voy a contar que tu no sepas? ¿Qué observación te voy a hacer que tu ya no te la hayas hecho? ¿Voy a decirte, por ejemplo, que Canalejas es un desdichado parlanchín, informal, inconsecuente consigo mismo, mal católico y funesto gobernante? No, porque eso, de tan sabido, lo tienes olvidado. ¿Debo referirte que Lerroux es un desahogado, un vivo y un solemne negociante, embaucador de muchos bobos que debieran habitar en el país del limbo? Tampoco, porque mejor que yo te lo han hecho ver Cirvent o Cirici, Miguel Peñaflor y otros insignes escritores que manejan la pluma con perfecta maestría.
Podría hablarte del Congreso Eucarístico; del creciente entusiasmo con que cada vez se celebran estas hermosas asambleas del Catolicismo; de la parte activa que actualmente toman en dicho Congreso los españoles; ... pero... ¿para qué tendrás el "Diario de Valencia", "La Voz de Valencia", "El Siglo Futuro", "El Correo Español" o cualquier otro periódico católico?
Desengáñate, lector: para sabrosos comentarios y consecuencias lógica y oportunamente deducidos de los últimos acontecimientos, debes recurrir a otro escritor no a mi, pobre y modesto cronista esquirol.
Sin embargo, quiero llamar tu atención sobre un suceso que me la ha llamado a mí. Me refiero al viaje del emperador de Alemania a Suiza, realizado, sobre todo, para estudiar la organización militar de la pequeña república e implantar, basándose en ella, algunas reformas importantes en el ejército alemán, que hasta ahora creíamos que era el primero del mundo y que, por lo visto, todavía tiene que aprender de otro en que apenas nos fijábamos. Claro es que en cuestión de armamento y en lo relativo a la táctica, el ejército alemán era y sigue siendo el número uno; pero no en materia de movilización ni en el sistema de poner sobre las armas al mayor contingente posible de hombres útiles.
Para formarnos una idea del adelanto en materia militar de la tierra de las buenas vacas y los excelentes quesos, debemos compararla con nuestra nación. Contamos, poco más o menos, con veinte millones de habitantes; y solo podemos sostener, en caso de guerra, y a duras penas, un ejército de doscientos cincuenta mil combatientes, pero ¡con cuántos sudores, con cuántos esfuerzos, con qué agotamiento de todas nuestras energías! En cambio, Suiza, reducido Estado que cuenta nada más que con cinco millones de súbditos, puede, si lo necesita, movilizar y poner en pie de guerra a ciento dieciocho mil y pico de individuos que de aquí a pocos años llegarán a la enorme cifra de quinientos sesenta mil. Convengamos en que gozan de mejor administración que nosotros, en que estudian más las cosas, etcétera, etcétera; pero es lo cierto, y nadie me lo negará, que tantos miles de hombres han de causar por precisión un gasto terriblemente grande.
Pues bien: el emperador de Alemania quiere aumentar su ejército, en vista de que adoptando la organización suiza, todavía es posible. Y ahora pregunto yo: ¿a dónde iremos a parar con esos aumentos fenomenales de los ejércitos?
Es cierto que jamás ha habido menos guerras que en esta época; y esto no obstante los ejércitos son cada vez más formidables. ¿Será, acaso, por ello por lo que todos están quietecitos, mirándose de reojo, pero sin ganas de gresca seria? Así lo creo lector amable, porque si yo veo que tu ostentas un garrote de los buenos y que sabes manejarlo diestramente y tu ves que a mi me ocurre lo propio ¿no es cierto que lo será que nos demos las manos para ser muy amigos, por supuesto que sin desprendernos de los contundentes argumentos?

ROBERTO 14 de septiembre de 1912 Revista de Gandia

CRONICA LA GUERRA TURCO BÚLGARA

Parecía que habían pasado ya los tiempos de las épicas grandezas. Y cuando nuestro espíritu saboreaba una paz que esperaba fuese eterna o poco menos, he ahí que cuatro pueblos cristianos y valientes, ansiosos de libertar a sus hermanos oprimidos, vejados y martirizados por Turquía, se arrojan contra ella como leones e inician una lucha sangrienta y victoriosa.
Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro. Cuatro naciones que fueron esclavas del vergonzoso yugo otomano, que se cansaron de sufrir injurias y asesinatos, que lograron su libertad e independencia y que hoy, fuertes y generosas, se levantan bizarramente, anhelantes de expansión, constituyéndose en campeones del débil y del oprimido. Y por otro lado, Turquía, degradada, sin organización y sin fuerzas para defender el fruto de sus seculares rapiñas.
¿Quién vencerá? Es mucha la justicia de la causa de los Estados balcánicos para que no resulten vencedores; y grandes la fe y el entusiasmo que les acompaña de casi todos los puntos del mundo civilizado. No cabe duda. Deben vencer y vencerán.
El telégrafo nos notifica diariamente los triunfos asombrosos, continuos, de los ejércitos aliados. Vienen a constituir estos una tromba que barre delante de si a los espantados paladines de la Media Luna que huyen hacia la Turquía Asiática o mueren en el campo de batalla si no quieren caer prisioneros de sus denodados enemigos.
Ya están las tropas búlgaras a las puertas de Constantinopla; y el Gobierno del sultán hace sus preparativos para trasladarse a la Anatolia si llega el caso de la rendición de la actual capital del imperio. Y si el triunfo de las armas balcánicas fuese tan grandioso que ese ideal se realizara, entonces el agradecimiento del resto de los europeos a esos pequeños Estados no debiera tener límites, porque sería un agradecimiento tributado a los libertadores de la Patria, la gran Patria, de la Madre Europa.
¡Y qué consecuencias inmediatas más hermosas resultarían del confinamiento de Turquía al Asia, de donde nunca debió salir! Por de pronto, Europa se vería limpia de los bochornosos efectos del Islamismo: los genízaros, la esclavitud, los eunucos y los serrallos donde el hombre se embrutece y la dignidad de su compañera se aniquila por completo... Luego, se abriría un nuevo camino para la civilización del Asia, que sería asequible a la influencia cultural de occidente. Y, sobre todo, lo que debe movernos a los cristianos de todo el mundo a hacer votos por el feliz éxito de los soldados de los Balcanes, es que su victoria sería la victoria de la civilización sobre la barbarie, de la Cruz, aunque cismática, sobre la Media Luna.
Los españoles, más que ningún otro pueblo de la tierra, debemos mirar con especial cariño el esfuerzo de los Estados balcánicos, porque ellos no hacen ahora más que terminar en Constantinopla lo que nosotros emprendimos en Covadonga al comenzar la cruzada de nuestra reconquista y continuamos luego haciendo en las Navas de Tolosa y en Granada y en Lepanto... Y si para llevar a cabo la expulsión de los turcos de Europa –lo que las grandes potencias no han podido, no han sabido o no han querido hacer- ha sido necesario que levantaran la cabeza cuatro naciones insignificantes y casi olvidadas, antes fue preciso que existiera una España heroica capaz de dar los primeros golpes al tigre musulmán, no cuando estaba ya decrépito y abatido, sino cuando palpitaba con una vida llena de lozanía y de vigor. Por esto los actuales españoles, descendientes de aquellos guerreros, tendemos nuestros brazos hacia los Balcanes y gritamos de todo corazón: -¡Victoria y salud!

Hay quien ha pretendido sacar de la actual guerra de Oriente una consecuencia que no deja de llamar la atención, a saber: la superioridad de Francia sobre Alemania, fijándose en que el ejército turco ha sido instruido por oficiales alemanes, mientras que el servio, búlgaro, etcétera, lo ha sido por oficiales franceses.
Que los turcos son derrotados es un hecho patente que nadie puede negar. Pero de eso a que Francia, por la circunstancia antes dicha, sea más fuerte que Alemania, hay una distancia enorme, porque las condiciones en que ha estallado la guerra han sido muy diferentes en una y otra parte. Los turcos están arruinados por la guerra con Italia, desorganizados por rebeliones y luchas intestinas, desmoralizados por continuas derrotas sufridas desde hace siglos, desprevenidos para un ataque que no esperaban bajo ningún concepto, indisciplinados, sin administración militar ni civil, con un gran contingente de soldados cristianos que, como es natural, han vuelto las armas contra sus opresores, contribuyendo no poco al triunfo de los ejércitos aliados, que ya contaban con su adhesión... ¿Qué iban a hacer con todo eso los oficiales alemanes? ¿Habían de cambiar ellos la manera de ser de un pueblo? En cambio los oficiales franceses se han encontrado con todas las circunstancias favorables a su misión: con entusiasmo en sus instruidos, con disciplina perfecta y con un admirable acuerdo de los cuatro Estados que, desde hace mucho tiempo perseguían un fin común: vencer a Turquía.
Desengáñense los franceses. No está en los Balcanes el campo de experimentación donde se demuestre su superioridad guerrera sobre los alemanes. Está en la frontera franco-alemana, donde los oficiales franceses no mandarán a búlgaros o serbios, sino a soldados que canta la Internacional y se rebelan contra las órdenes de los superiores.

ROBERTO 15 de noviembre de 1912 Revista de Gandia.

NO SE PUEDE SER PERIODISTA

Las penas de san Amaro son muy poca cosa comparadas con las que actualmente pasa un periodista amigo mío, director modesto de un periódico más modesto todavía.
Imagínense ustedes, carísimos lectores, la redacción, administración e imprenta de un periódico local. Las cajas del plomo, alineadas en correcta formación; los componedores, revueltos con originales sucios y rotos, con rodillos gastados e inútiles y con infinidad de cachivaches para todos los menesteres. Por un lado, resmas de papel; en un extremo ¡horror! la guillotina; y a su lado, la máquina de imprimir, notable por su antigüedad; dos mesas, no menos viejas, cuya superficie está cubierta de manchas, que semejan provincias, hendiduras que parecen ríos y prominencias que dan perfecta idea de las montañas; un tintero enorme; cuatro palillos, tres de los cuales tienen pluma y el cuarto sirve de reserva; y un sillón patriarcal, dos taburetes y una percha. Imagínense todo esto, repito, añádanle a todo cuatro dedos de polvo y no es necesario que discurran más para pintarse el delicioso recinto a que me refiero.
Son las dos de la tarde. Como reina una quietud amodorrante, nuestro protagonista, gozando del dulce privilegio sólo a él reservado, dormita en el sillón de marras con inefable expresión de beatitud.
De pronto se oyen pasos en la escalera –la redacción está en un porche- y toc, toc.
- ¿Quién es?
- Un alguacil.
- ¿De dónde? –pregunta escamadillo el director.
- Del ayuntamiento.
- ¡Ah, menos mal! Que pase.
- Buenas tardes. ¿El directore de "El Espartano"?
- Yo soy.
- No lo sabía. Aquí tiene usted esta carta y páselo bien.
El director toma la carta y a medida que lee, su rostro se va tiñendo de todos los colores del arco iris: rojo, anaranjado, amarillo, verde, ¡hasta azul!, añil y, por último violado.
¿Qué dice la carta? La carta, que es del ayuntamiento en pleno, es nada menos que una queja por una información tendenciosilla, aunque veraz, redactada en un momento de inspiración literaria, quizás lo único interesante del periódico, sin erratas, sin incorrecciones. Pero está visto que no se puede uno fiar de las musas. Y aunque la cosa, en sí, no es para tanto, nuestro pobre y pacífico sujeto, no acostumbrado a padecer persecuciones por la justicia, se acongoja y de un poco más enferma.
Vuelven a llamar. Otra carta.
- ¿De quién será? –dice temblando don Andrés-
La abre y lee. Y aquí si que se pone malo de veras. La carta es otra queja, fundada en motivos parecidos a los del ayuntamiento, pero hablando de cosas gordas ¡y tan gordas!, diciendo no se qué de mentiras y apelando al honor y a otras cosas que asustan. Esto es ya demasiado. El día es de los de prueba y no hay más remedio que ir a la botica por un poco de cordial.
¿Mas creen ustedes que esto es todo? ¡Quiá! Si fuera todo, no sería nada. Lo peor del caso es que no termina aquí la cosa. Ahora estamos al comienzo de una serie de atemorizadoras cartas y reclamaciones sin fin, porque es una verdad, que por lo experimentada no necesita demostración, que bata que haya uno que se atreva, para que al punto surja quien le siga e imite, como dijo Séneca. Así es que al día siguiente las reclamaciones son cuatro, dos por carta; y las otras dos, de palabra y con ademanes expresivos. Al otro día se multiplican. Y el antes inofensivo director, convertido en temible escritor ahora –porque así se empeña la gente en asegurarlo- lleva ya gastadas veintidós pesetas pagando a los carteros y no se cuántas más en antiespamódicos y vendas, por lo que pudiera ocurrir.
Y es que en Villapeligros, ciudad desde la que escribo, todo habitante se cree sagrado y siente una indignación sin límites cuando su inmaculado nombre se profana en letras de imprenta. ¿Qué más? Se ha llegado a enfurecer un zapatero porque se anunció su zapatería gratuitamente en un huequecito del periódico para el que faltaba original. ¡Como que de poco más horada el pellejo con una lezna al atribulado don Andrés!
Pues ¿y las señoritas? ¡Aquí te quiero ver, escopeta!
- ¿Quién le ha autorizado a usted para publicar que era mi santo?
- ¿Por qué dijo usted que mi papá marchó a veranear?
- ¿A usted quién le manda publicar que ha sido pedida mi mano?
- ¡Grosero!
- ¡Inconveniente!
- ¡Mal educado!
Y esto todos los días y a casi todas las horas.
Nada: que para salir de tantas amarguras, se halla decidido este mártir director a dejar aquel rincón del cielo que describí al principio y emigrar a América, de donde dicen que se puede escribir con entera libertad.
Si emigra, yo le deseo un feliz viaje y una octaviana paz en el ejercicio de su profesión.
¡Pobre amigo mío!

ROBERTO 22 de noviembre de 1912
Publicado: Revista de Gandia
Nación y Administración, periódico quincenal ilustrado de Valencia

lunes, 22 de enero de 2007

QUÉ MIEDO

Cuando me enteré de la intrusión de los guardias portugueses en territorio de España, me invadió el espanto. Porque cada cual tiene su manía característica y yo tengo la del patriotismo; y, por consiguiente, todas las cosas que afectan a mi país es muy natural que me preocupen. Así es que, al leer el acontecimiento dicho, di un salto inverosímil en la silla y exclamé, presa del hondo pánico que presiente la derrota:
- ¡Caracoles! ¡Ellos serán capaces de apoderarse de Galicia!
Porque hay que saber con qué clase de hombres nos las habemos. Y ese Portugal es atroz.
Antes –lo confieso con bochorno- apenas si sabía tres o cuatro cosas sobre la monarquía vecina. Sabía que Portugal es una ancha faja de tierra que ocupa la parte occidental de la península ibérica. Sabía que en Oporto se elabora un vino superior. Sabía que en la región correspondiente, fronteriza a nuestra Extremadura, se fabrican unos excelentes chorizos... y no sabía más acerca de nuestros vecinos occidentales, como creo que sucederá a las siete octavas partes de los españoles. Y es, que la vida portuguesa discurría apacible y serena, sin llamar la atención de nadie.
Esto de no llamar la atención, era indudablemente vergonzoso para algunos elementos lusitanos. Y se propusieron hacer algo gordo que pasmara al mundo entero. ¿Lo consiguieron? ¡Vaya que sí, señor!
Al llevarse a cabo el asesinato del rey don Carlos y del príncipe heredero, todos volvimos la cara hacia donde se pone el sol. - ¡Qué valientes! –dijeron unos. - ¡Qué hombres de acción! –dijeron otros. - ¡¡Qué bárbaros!! –exclamaron los más.
Y Europa y América y creo que hasta la misma África, se ocuparon una temporadita de la portuguesada. Y luego... el silencio y el olvido.
Era necesario, pues, para que la gente volviera a ocuparse de Portugal, que se realizara allí otra vez algo extraordinario. Y, efectivamente: se verificó en veinticuatro horas el destronamiento de don Manuel y el establecimiento del Goberno da immensa República Portugueza.
Y esto si que fue un acontecimiento verdaderamente notable y sensacional. No se oía hablar de otra cosa que de la nueva república. Portugal por aquí, Machado por allá, Dos Reis por un lado, Costa por el otro, etc., etc. Todos se creían con derecho a saber asuntos de la nación hermana. Con decir que hasta yo, que no suelo pecar de curioso, para enterarme mejor eché mano de la Geografía, de la Historia y de un viajante de comercio, amigo mío, que todos los veranos va a Lisboa a vender pipas, está dicho todo. ¡Qué de cosas aprendí y cuánto rasgo particular del pueblo portugués admiré!
Supe, entre otras muchas cosas, que hay allí una población que se llama Braga y otra que se denomina Braganza y que esos dos mismos nombres, como apellidos, abundan que es una bendición. Es preciso reconocer, pues, que es un país bragado.
Me enteré de que tiene un palacio que se llama das Necesidades. Aquí si que he de hacer constar, con harto dolor, que nos ganan en un mucho los portugueses; porque en España, para las necesidades no construimos palacios; a todo lo más que llegamos es a kioscos ¡y gracias!
Supe que en la frontera, apuntando a una ciudad de España, hay una pieza de artillería con una inscripción que dice, traducida al castellano: "No tiembles, tierra, que no te hago fuego."
Llegó a mi conocimiento que en la táctica portuguesa se emplea la voz de mando de "¡Cara feroz al enemigo!" y los soldados, para cumplimentarla, ponen una cara bastante fea. "¡Más feroz!" y la ponen más fea todavía. "¡Más feroz!" y entonces, es tan horrorosa la cara que hacen, que el enemigo, al verla, no tiene más remedio que arrojar las armas y escapar como alma que lleva el diablo, a la manera que el niño pequeño huye del coco buscando a su madre. ¡Oh! ¡Cuántas batallas han ganado por este procedimiento! Dícese que de esta guisa nos ganaron la batalla de Aljubarrota.
Pues ¿y su sistema de contar en el ejército? Es sencillamente horripilante: doce mil pies de caballo, veintiséis mil pies de hombre... y no estoy cierto de si cuentan los tiros por cuadruplicado y los sablazos por el triplo, aunque no tendría nada de particular, según la manera de ser de nuestros vecinos.
Y es tal la convicción que sienten de su superioridad sobre nosotros, que no es raro que hagan comparaciones como la siguiente:
- Al portuguesiño le aciertan un tiro en un tacón, y él forte que forte; le dan un tiro en el extremo de la bayoneta, y forte que forte; le pegan un tiro en la contera de la vaina, y forte que forte;... mientras que el español, recibe un tiro en una sien y cátalo morto...
¿Qué os parece, amables lectoras y lectores? ¿Es temible o no es temible ese pueblo formidable? ¿Tengo o no tengo razón en temblar por el porvenir de nuestra patria amenazada de invasión? ¿Quién no se horroriza ante el empuje de cuatro mil peus de caballo, pongo por caso, y el de cincuenta mil peus de hombre?
Y menos mal si tanto pie invasor viene lo suficientemente limpio para no apestar, habida cuenta de la mucha porquería que hay ahora en el vecino exreino, desde que impera la flamante república.
¿No os horrorizais? Yo, por mi parte, sufro un terror sin límites.
¡¡Mamá!!

ROBERTO 15 de julio de 1911 Revista de Gandia.

UN LLAMAMIENTO

Un llamamiento, si, a las personas de corazón grande y generoso y a las de alma tímida y pusilánime. A todos, hombres y mujeres, grandes y chicos, con tal de ser católicos, se les llama. Pero se les llama con urgencia, para que acudan a la carrera, sin dilación alguna; que cuanto mayor sea la tardanza, menos serán los méritos y más tardía vendrá la victoria.
Va a empezar una lucha formidable, amplia, gigantesca, contra los enemigos de Dios; mejor dicho: ha empezado ya. Algunos espíritus esforzados de nuestro bando, van delante y son los generales en jefe. Muchos les siguen, pero aún hacen falta muchos más. ¿Hemos de ser los últimos en alistarnos bajo sus banderas? ¿No se nos cubrirá la cara de vergüenza cuando los veamos a ellos solos porfiar en la demanda? ¡Animo y a la pelea, soldados todos de Dios!
¿Os alegráis, personas de corazón grande y generoso?
¿Os asustáis, hombres de alma tímida y pusilánime?
No os asustéis, que no se os pide el sacrificio de vuestra hacienda ni el holocausto de vuestra vida, por más que si necesario fuese, sacrificarlas deberíais. Se os pide tan solo que ayudéis al periódico católico haciéndoos Legionarios de la Buena Prensa.
¿Qué es esto de Legionarios de la Buena Prensa? En pocas palabras os lo diré: Como su mismo nombre indica, son los que forman una legión que tiene por objeto favorecer a los periódicos católicos. ¿Por qué medios? Por unos muy sencillos: por medio de un Ave María diaria y cinco céntimos semanales. ¿Qué menos?
El Ave María, sé que sin regatear la rezaréis; pero a dar los cinco céntimos a la semana, quizá alguien se resista. Y nadie se debe resistir. Porque nada hay tan importante en los tiempos que corremos, como la Prensa, que a la larga todo lo puede, más que las bayonetas, más que los discursos y más que los mítines, ya que, al cabo, ella es la que impulsa a los mítines, inspira los discursos y mueve las bayonetas. De ella depende, en gran parte, la opinión que predomina en un país.
Y siendo tan importante para la Religión y para la Patria el fomentar un ambiente de opinión sano y católico ¿qué mucho que aportemos todos nuestro granito de arena para dar un empuje vigoroso a la Buena Prensa, divulgadora de nuestras veneradas ideas y propagadora de nuestras santas doctrinas?
Que nadie diga que no puede dar su perra chica: todos pueden. Tú, fumador, fuma un cigarro menos al día y tendrás al fin de la semana, más de lo necesario para pagar tu parte. Tú, que acostumbras a ir al café a diario, deja de ir un día al mes y te sobrará para pagar tu cuota de cuatro semanas. ¿Tan mezquinos seréis, acaso, que escatimaréis a Dios una mortificación tan pequeña? No es creíble.
Y el que tan pobre fuere, que ni siquiera tan chica cantidad pueda entregar sin un grave perjuicio para sí, todavía puede hacer mucho si buena voluntad le anima: que reúna a diez de sus amigos y conocidos y que se encargue de recaudar su óbolo, para entregarlo al tesorero de la junta local.
¿Aún dudáis, personas de corazón grande y generoso?
¿Aún no os decidís, hombres de alma tímida y pusilánime?
Leed, pues, el folleto del Reverendo Padre Dueso, titulado "La grande obra" y es imposible que al terminar su lectura vaciléis.
¡Católicos! Haceos, sin excepción alguna, Legionarios de la Buena Prensa. Agrupaos en coros de diez y nombrad para cada coro un jefe que se llamará Legionario Laureado y que tendrá a su cargo recaudar vuestro dinero. Esta revista publicará los nombres de los que os incribais en la Legión, y el "Iris de la Paz", de Madrid, los publicará también, más que para halagar vuestra vanidad, que sé que es nula, para que viendo el buen ejemplo de los que se decidan, se resuelvan a su vez los vacilantes.
Daos prisa, que sea pronto, ahora mismo, cuando corrais a casa de vuestro Párroco a inscribiros. Renunciad al negligente cras, cras, funesto, de los de poca fe.
Que cuanto mayor sea la tardanza, menos serán los méritos y más tardía vendrá la victoria.

ROBERTO 27 de mayo de 1911 Revista de Gandia

DE VACACIONES

Nunca se debieran acabar. ¡Qué época tan feliz! ¡Con qué ilusión se espera y cuántos proyectos se forman para esta temporada, demasiado corta de cuatro meses! Sólo por llegar a ella descansados y libres y exentos de toda preocupación, aprietan de lo lindo durante los últimos días del curso, los malos estudiantes.
Y no crean mis lectores que estas congojas de las postrimerías del curso se pasan únicamente por no tener el trabajo de sentarse otra vez, allá hacia el final de las vacaciones, ante los respetables catedráticos, siempre ceñudos y antipáticos siempre; hay otras razones mucho más poderosas para darse un atracón de libros en vísperas de exámenes, a saber: la satisfacción que sentirá la novia, la verdadera novia, al saber el feliz resultado obtenido; el reloj, bicicleta, caballito o tartanita, que según los alcances pecuniarios de cada papá se ofrece como premio; los abrazos de mamá; los panegíricos del tío, etcétera, etcétera.
¡Oh! Sólo por las últimas razones apuntadas hay alumno que es capaz de estudiarse en cinco días todo el Derecho Canónico; y cuidado que la asignatura es de las que se las traen. Y no se figuren ustedes que hay exageración en lo que digo, pues llegan a realizarse verdaderos prodigios de simulación de ciencia. Conozco yo a uno de esos estudiantes que se aprendió en poco más de veinte días la friolera de ¡siete asignaturas! Pero ¡qué martirio, Santo Dios! Se levantaba a las cinco de la mañana, tomaba café reconcentrado y se ponía a estudiar hasta las ocho, hora en que almorzaba, después a estudiar hasta la hora de comer; luego, a estudiar hasta la hora de cenar; a continuación se tomaba dos tazas del mismo café reconcentrado y a los libros otra vez. Y así le daban las tres de la mañana, en que no podía más y se dejaba caer en la cama como un plomo. Y hacia los últimos días, para no dormirse, duplicaba la ración de café y metía los pies en una jofaina, y hasta tenía asalariado a un sereno que le daba de sopapos cuando se dormía. ¡Pobre muchacho!
Cuando después de aprobar las siete asignaturas, regresó a su pueblo y se presentó en su casa, su madre, al verle, dio un chillido horripilante:
- ¡¡Ignacio de mi vida!! ¿Qué te ha sucedido?
Claro: entre el café, los baños de pies, el no dormir y los cachetes del sereno, estaba el pobre chico desconocido, viejo, con ojeras, escuálido y amarillo como un cirio de a libra. A los gritos de la madre acudió el papá y entre los dos metieron al hijo en la cama y mandaron a llamar al médico y al cura, por si el muchacho se moría. Pero gracias a Dios, la cosa se resolvió felizmente con nueve días seguidos de dormir sin descansar.
Mas no todos obran, en análogas circunstancias, como el héroe referido, sino que no llegan ni siquiera a la mitad de sus hazañas, y hay algunos que ya en la primera noche que se proponen pasar en vela estudiando, responden a las preguntas del programa con ronquidos formidables. Su sistema de estudio consiste en cambiar de sitio y de postura para dormir. Pero no por esto se debe opinar que son peores estudiantes que los otros, no: son entes de menos fuerza de voluntad nada más. Cuestión de temperamento.
Pero dejemos lo triste y pasemos a otra cosa. ¡Qué gusto da ver a estos jóvenes, decidores y contentos, disfrutando de las delicias de los días de vagancia!
- ¡Qué temporadita de baños se nos espera, Benítez! ¿eh? Supongo que nos acompañarás.
Y Benítez, que es Licenciado en Derecho desde el año anterior, responde con cierto aire de letrado de primera fila:
- No se. Veremos. Todo depende de lo que me permitan mis ocupaciones.
Hay que tener en cuenta que durante todo el año de abogado que lleva a la espalda, solo ha tenido ocasión de ejercer su honrosa carrera, compareciendo una vez en el Juzgado Municipal, haciendo de hombre bueno en un acto de conciliación. Pero el chico no se desespera. Ahora mismo divisa en lontananza un mayor cuantía; muy lejos, muy lejos, pero lo divisa. No todos pueden decir lo mismo.
En lo que es pródigo el verano, es en materia de amor. En este punto si que se ven escenas pintorescas y candorosas, casi, casi pastoriles, como la que representan Carlos y Socorro después de jugar al tenis.
- ¿Me quieres mucho?
- Mucho, Socorrito.
- Anda, dímelo otra vez.
- Espera un poco, deja que vaya a mudarme la camiseta, que está empapada de sudor.
Y Carlitos, que es estudiante de Medicina, comienza a explicar a su adorado tormento, la cantidad de agua, urea y demás ingredientes de que el sudor se compone.
- Chico, desde que has estudiado Geografía, sabes una barbaridad.
¡Angelitos!
Pero en lo que están realmente fuertes los estudiantes, sobre todo los de Derecho, es en política. Entablan unas discusiones de las que, sin duda alguna, nace con mucha frecuencia la luz.
- ¿Que te parece la anunciada reforma del Código Civil que proyecta Canalejas?
- Una atrocidad –responde Pérez, que es un buen sujeto, bastante haragán.
- ¡Cómo! –exclama Ladrón, que sufre la desgracia de tomar estas cosas en serio- Todavía no sabes en qué consisten ¿y ya te atreves a censurarlas?
- Naturalmente. Me parece que ya hay bastante con el Código actual y no tenemos maldita la falta de que nos vengan ahora con reformitas, con el único objeto de quitarnos la salud a fuerza de estudios.
- ¡Pues es verdad!
- No había caído en ello.
- Ni yo.
- Ni yo.
- ¡Abajo Canalejas! –prorrumpen todos a coro.
Y de ahí por dónde se encuentra el Presidente del Consejo con cuatro partidarios menos, que le pueden ocasionar mucho, pero que mucho daño si se empeñan.
¿Qué, por ventura, la clase estudiantil, no tumbó a un pujante ministerio?

ROBERTO 1 de julio de 1911 Revista de Gandia.

DE TODO UN POCO (10)

Supongamos que a mí se me ocurre estampar en el papel unas cuantas noticias por el estilo de las siguientes:
Que Blasco Ibáñez vapuleó a su abuela.
Que Lerroux, con el solo objeto de distraerse un rato, degolló a una tía, a una prima y a un sobrino suyo, de cuarenta y cinco, veintiséis y diecinueve años respectivamente.
Que Pablo Iglesias cifra su mayor placer en comerse frito el páncreas de la primera persona indefensa que con él se tope.
Que un caracterizado republicano de esta población es carterista.
Y varias atrocidades más, semejantes a las que pongo por ejemplo.
Y supongamos también que publico dichas monstruosidades sin aportar una sola prueba que venga a demostrar que no soy un embustero.
¿Qué? ¿Qué se diría de mí? ¡Cómo se pondrían los republicanos! De seguro que pedirían airados mi cabeza. Y a fe que les sobraría la razón por encima del gorro frigio.
Pues bien, lectores: esa razón les sobraría en apariencia solamente, porque ellos dicen peores calumnias, si cabe, de los católicos, con la agravante de dirigirse casi siempre contra personas intachables bajo todos los conceptos. ¿Y qué hacemos nosotros? En algunas ocasiones es cierto que los llevamos a los tribunales y salen escarmentados; pero la mayor parte de las veces comprendemos que no valen los morrones tanto como nuestra molestia y nos contentamos con decir:
- ¡Mamarrachos!
Mejor dicho, mamarrachos no, que todavía es demasiado: mamarrachetes nada más.

Dice "Revista del Círculo de Obreros" de Valladolid:
"Copiamos de un ilustre autor: Cuando Inglaterra mantenía 25.000 personas consagradas a Dios en pobreza voluntaria, había pan y libertad para todos. Cerrados los conventos, creció de tal modo el vicio y la miseria, que llegaron a contar las estadísticas oficiales cien mil criminales en las cárceles del Estado; 29.000 mendigos en las calles de Londres; 30.000 ladrones; cien mil prostitutas y cerca de tres millones de indigentes mantenidos por la contribución de los pobres. ¡Oh, volved a Inglaterra los veinticinco mil religiosos veréis reducirse tanta miseria a proporciones tolerables!"
¡Y se llaman amigos del pueblo los que piden la expulsión de las Ordenes religiosas!

"El País" del día 30 del pasado, viene furioso con motivo de los sucesos de San Felíu del Llobregat.
Califica a los carlistas de borrón de la civilización, de joroba del organismo social y vergüenza de España.
Pero el calificativo verdadero y justo, se lo ha dejado "El País" en el tintero: el de azote de los republicanos.
Y ese si que no lo rechazan los carlistas.
- Desengáñate, Roberto: no hay Dios
Y mi joven amigo se tiraba presuntuosamente de los seis o siete pelos de diferentes colores que forman su bigote.
- ¿No hay Dios? ¿Y cómo me lo pruebas?
- Con la ciencia en la mano, querido.
- Vamos a ver: ¿qué ciencia estudias tú?
- Medicina.
- ¿Y qué notas has alcanzado este año?
- Hombre, te diré: como alcanzar... tres suspensos y una asignatura para septiembre...
- ¡.....!

No hace mucho tiempo que los radicales de Barcelona celebraron un banquete para festejar a la Chelito, una de las más descocadas estrellas del arte desvergonzado.
Los berridos que proferían los comensales eran los de ¡viva la pornografía, viva la Chelito! Pero no fueron francos del todo. Debieran haber gritado para mayor propiedad: ¡viva el estiércol libre! ¡viva la pocilga de nuestros encantos! ¡Abajo la vergüenza!
Y hubiera sido llamar al pan, pan y al vino, vino.

Los aviadores se van despabilando.
Al principio eran ellos exclusivamente los que se mataban. Al presente ya no se contentan con ellos solos, sino que matan a los demás. Buena prueba de esto la tenemos con las víctimas causadas en Madrid por el aparato de Mauvais, allá por el mes de marzo, y las recientes víctimas de París.
Los ingleses, previsores en todo, ya han redactado un proyecto de ley prohibiendo a los aviadores el volar por encima de las poblaciones y de grandes concursos de gente.
Yo les permitiría volar tan solo por encima del mar o sobre el desierto del Sahara; y allí ¡puñales! si se querían caer, por mí ya podían caerse.
Lo importante es que se nos garantice la existencia a los que no tenemos aspiraciones tan elevadas.

Para desgraciados, los republicanos radicales. No pueden intentar nada que les salga bien.
Un día se quieren elevar sobre un gran pedestal de cal, yeso y cemento y resulta que dicho pedestal les cae encima y los descalabra.
Otro día, su caudillo Alejandro (y no el Magno) se va muy flamante al Congreso y le pegan la gran paliza moral. ¿Quién? ¿Los monárquicos? ¡Ca!: sus amigos del alma Azcárate y Pablo Iglesias. El pobre Lerroux se salió del Congreso rojo de bochorno y pura rabia.
Otro día, quieren hacer de Posa, el agresor de Maura, una figura gigantesca; y el desdichado Posa no pasa de ser un criminal vulgar.
Cuando se meten en el líquido elemento, se ahogan; y si no que lo diga el honrado Rivas, el de las aguas potables.
Cuando quieren gallear y la dan contra los Carlistas de Valencia, siempre salen con las manos en la cabeza.
Y por si no había bastante con todo esto, ahí tienen ustedes lo de San Feliu del Llobregat.
¡Vaya con el infeliz partido! ¡Si es el rigor de las desdichas! ¡Me da una lástima!
¡Como que muchas veces siento gana de llorar!

ROBERTO 3 de junio de 1911 Revista de Gandia

DE TODO UN POCO (9)

Dice Quisquillas, el de "La Voz de Valencia", con su gracia habitual:
"Supongo que mis lectores conocerán a Odón de Buen y me evitarán el que les diga que es uno de nuestros mejores pimientos regeneradores.
Lo que tal vez ignoren ustedes es que el buen de Buen, cobra 2.000 pesetas en concepto de gratificación por desempeñar la sucursal en Málaga del Laboratorio biológico de las Baleares.
Lo cual, de particular
nada, lectores, tuviera,
si, al fin, la tal Sucursal
existiera.
Pero el caso es estupendo
y de ira me hace temblar.
La tal Sucursal no existe
ni en el mar.
¿Y así los republicanos,
jóvenes como seniles,
viven de la Monarquía?
¡Pobre fondo de reptiles!

La revista semanal de Valencia "Letras y Figuras", es una publicación simpática y discreta. Y precisamente por eso mismo me disgusta mucho y a todo buen valenciano le disgustará también, que publique artículos de la índole del de Diego San José, que inserta en su penúltimo número.
El artículo en cuestión es sencillamente una insipidez. No siempre están los escritores, por buenos que sean, a la misma altura. Mas esto de la insipidez nos tiene a mí y a todos sin cuidado y nada dice en contra de la buena calidad de la revista. Lo que nos sabe y nos debe saber muy mal, es que el citado escritor se permita en su trabajo de cierta broma (que como a broma la califico) respecto de la Virgen Santísima y en lo que de más de santo y sublime tiene la Madre de Dios.
Supongo que si el señor director de "Letras y Figuras" se hubiera tomado el trabajo de leer el artículo de Diego San José, no se hubiera publicado en el periódico de su digna dirección. ¡Hombre, y cabalmente en la víspera de la Patrona de Valencia!
¡Señor director! No por llevar un escrito a su pie una firma prestigiosa, puede darse a los cajistas sin antes ser examinado.
¡Un poquito de cuidado, señor director!
Lo digo porque a mí, como a muchos, me pesaría en el alma verme obligado a no comprar "Letras y Figuras"

A 13.017 asciende el número de españoles emigrados durante el pasado mes. Así como si dijéramos una Gandia entera que surca los mares, que deja de ser española.
¿Y por qué se van? ¿Se van por deporte? No: se marchan acosados por el látigo del hambre, que despiadadamente azota con terquedad sus cuerpos... Basta verles embarcar, para convencerse de su condición: pálidos, flacos, macilentos, llenos de miseria... ¡Salen de su patria huyendo! Algunos de ellos miran a través de sus lágrimas la tierra querida que dejan, en donde mora alguna ilusión dorada, de realización tan difícil, tan remota, que acaso la consideran desvanecida.... Otros, los más, se alejan con alegría, risueños, henchidos de esperanza. La mayor parte no volverán.
¿Y por qué se van, repito? Porque la tierra produce poco, la contribución aumenta, los impuestos se multiplican, la industria carece de protección y el pan se remonta por las nubes.
¡Oh sarcasmo de los tiempos! Antiguamente estaba España repleta de conventos y exenta de regeneradores; y a pesar de ello nadie emigraba; mientras que hoy, que tanto abundan los redentores, tales como Pablo Iglesias, Lerroux, Perezagua, Soriano, etcétera, etc., todo el mundo se va.
¿Cómo se explica esto?

Una listita, sin comentarios, de huelgas vigentes:
La de Santander.
La de Madrid (crónica)
La de Jerez.
La de Málaga.
La de Valencia.
La de Soria.
La de Bilbao.
La de Sevilla.
La de Tarrasa...
Todas las resolverá Canalejas, si puede; y si no... dejará que se resuelvan por si solas. Es lo más cómodo.

Los que digan que don José Canalejas y Méndez no tiene talento, son unos infelices.
Ya sabrán los que esto lean que hay que trasladar el presidio de Ceuta a la península. Peor es el caso que no hay sitio a propósito para meter a tanto presidiario; y además, en ninguna parte quieren albergar a tan ilustres huéspedes. ¿Qué hacer?
Don José se ha calentado los cascos (unos cinco minutos) y ha encontrado al punto la gran solución: indultar a la mitad de los penados de Ceuta; y asi ¡claro! el problema queda caso resuelto.
¿Tiene o no tiene ingenio nuestro Presidente del Consejo? ¡Vamos! que la idea es digna de un grande hombre como él y está en consonancia con su modo de pensar: oprimir a los frailes y libertar a los criminales.
¿No se entusiasman ustedes?

Manuel Posa, el agresor del señor Maura, ha sido condenado por la Audiencia de Barcelona a la pena de tres años, siete meses y trece días de prisión correccional, accesorias y costas y cien pesetas de indemnización al señor Oliveda.
Al salir el desdichado Posa de la Audiencia para ser conducido a la cárcel Modelo y al pasar por entre un grupo de lerrouxistas, se oyeron algunos aplausos.
Un aplauso en aquellas circunstancias era un aplauso a la condena. Nada: que se alegraban los lerrouxistas de la sentencia condenatoria.
¡Serán melones!

Rivas, el famoso contratista de las aguas potables de Barcelona, ha sido condenado por el Tribunal de Derecho a cinco años y dos meses de presidio.
Ya sabemos, pues, en dónde debemos buscar el honor del partido radical cuando queramos encontrarlo: en presidio. Al menos durante cinco años y dos meses.
Y que conste que esta consecuencia no la deduzco yo de ninguna premisa establecida por mí, no. La deduzco de una afirmación del señor Mir, cuando dijo en el Ayuntamiento de Barcelona que el honor de Rivas era el honor del partido radical.
¡Pobre partido radical! Que lo compre quien no lo conozca.

ROBERTO 20 de mayo de 1911 Revista de Gandia.

DE TODO UN POCO (8)


De "El Eco Social" de Almería:
"Hablaba Lerroux en el Congreso de los Diputados contra el Ejército de un modo hipócrita para mejor engañar, y decía: - No protestéis, militares, ni os alarméis!... No es al Ejército, salvaguardia de la Patria y archivo del honor, a quien nosotros atacamos: es al militarismo.-
Es lo mismo que se dijo y viene diciéndose cuando se ataca a la Iglesia: - No os alarméis católicos: no atacamos al dogma, no atacamos a la Iglesia, sino al clericalismo.
Los hipócritas no se atreven a dar la cara y decir claramente: ¡Religión!... ¡Ejército!... ¡He ahí a nuestros enemigos! Pero lo dirán. Cuando de debilidad en debilidad, de concesión en concesión, por el pánico insuperable de estos Gobiernos desdichados a que les llamen reaccionarios, las palabras hagan prosélitos, se arrojarán las máscaras y públicamente se hará la guerra a la Religión y al Ejército.
El amigo Ferrer, el que enseñaba al niño a odiar al militar y a ultrajar a la bandera de Patria y a arrojar el fusil al rostro del oficial, cubrió ayer su aversión y la de los suyos al Ejército, con la capa de enemiga del militarismo.
Solo hay una pequeña diferencia entre atacar a la Religión y al Ejército, pues la Religión no tiene bayonetas para mantener sus derechos frente a los desalmados que la atacan; y al Ejército le sobran espadas para defender los suyos."

La subsecretaría del ministerio de Gracia y Justicia, que estaba vacante, ya se ha cubierto. ¿Quién ha sido el feliz mortal que lo ha conseguido? ¡Quien había de ser! Un Montero: don Avelino Montero Villegas, hijo de don Eugenio y que era y continuará quizás siendo, abogado del Banco de España.
¡Qué buena estrella tiene esta familia de los Montero! Todos sus individuos comen a dos carrillos del turrón del presupuesto nacional. No hay pariente de don Eugenio, sea del grado que sea, que no tenga asegurada la subsistencia a costa de la nación española.
Y en medio de todo, hacen bien ¡qué cuerno! Unos y otros se nos han de merendar... ¿Qué más nos da que se llamen Montero o Perico de los Palotes?

Don Melquiades Alvarez, en el discurso que pronunció el día 8 en Madrid, dijo refiriéndose a la intervención de España en Africa, que el pueblo es contrario a la guerra, pues es por naturaleza partidario de la tranquilidad y la paz. Y a renglón seguido, hablando de la supresión del impuesto de consumos, exclamó:
- No nos detendrán los obstáculos para conseguirlo. Llegaremos hasta el sacrificio de nuestras vidas si es preciso, pues muchas veces la sangre del pueblo es fecunda.
¿En qué quedamos? ¿Es partidario, el pueblo, de la paz o no lo es? Porque no se concibe que cuando se trata del provenir de la nación, sea cobarde; y en cambio, cuando le parezca bien a don Melquiades, sea valiente.
Hablando con lógica, si el pueblo es amante de la paz hasta el punto de no querer tomar las armas para defender los grandes intereses de la Patria, menos querrá derramar su sangre por conseguir la supresión del impuesto de consumos, que, por muy provechosa que sea, nunca lo es tanto como el prestigio y prosperidad de la nación.
Hablando con lógica... Pero a cualquiera se le ocurre pedir lógica a los prohombres del partido republicano. Si la conocieran u obraran conforme a ella, no cubrirían sus cabezas con el pimiento marchito.

El Presidente del Consejo de Ministros, honra y prez de la charlatanería insustancial, prototipo del miedo a Francia y a los socialistas y maestro consumado en valentías contra los católicos (¡válganos Dios, cuánto epíteto!) se alimenta desde hace poco con vegetales nada más. Ya no come carne ni pescado, ni huevos, ni bebe leche. Nada de eso. Se alimenta solo, exclusivamente, de productos vegetales.
Ya decía yo que de algún tiempo a esta parte el bueno de don José no hablaba tanto. Claro. ¡Está débil!
A nosotros los católicos nos conviene mucho que sea vegetariano. De hoy en adelante podemos estar tranquilos. Porque si no puede probar la carne, menos podrá darse atracones de hígado de fraile y magras de clerical.
Bendigamos al Señor.

Mi trabajillo de esta semana sería insustancial en grado sumo, si no fuera valorado con una cosa muy simpática a todos los gandienses y a todos los valencianos en general: con una felicitación cordialísima a las innumerables Amparos y Amparitos que tanto abundan en esta bendita tierra.
Muchas son. Y si para cumplir con un deber de galantería quisiera escribir sus apellidos, no sería suficiente el corto espacio de que dispongo ni la Revista entera para consignarlos; y aún así, cometería, acaso, muchas e involuntarias omisiones. Mejor será, pues, que las felicite a todas en su conjunto.
¡Y qué nombre más agradable, más simpático y más simbólico es el de Amparo! Es, en realidad, lo que verdaderamente le hace falta a España: amparo de Dios y de su tierna Madre que nos ponga a salvo de las persecuciones de los Gobiernos liberales y nos resguarde de oír las atrocidades proferidas por Pablo Iglesias, Canalejas, Azzati y otros bichos más o menos pestilentes.
Salud, Amparos. Felicidades mil. Que la Virgen os proteja y os defienda y a mí que no me olvide.

ROBERTO 13 de mayo de 1911 Revista de Gandia

sábado, 20 de enero de 2007

EL SMO. CRISTO DEL AMPARO DE LA POBLA DEL DUC




Monografía escrita en valenciano y traducida por su autor

Trabajo que obtuvo el premio extraordinario del Excmo. y Rvdmo. Sr. Arzobispo de Valencia Don Prudencio Melo y Alcalde, en los JOCS FLORALS de "Lo Rat Penat", celebrados el 30 de mayo de 1930.






DEDICATORIA

A Na Berta Albalat, de Capsir


A tu, benvolguda esposa, que siguent aragonesa,
t'has identificat ab mi de manera tan plena en
l'amor que senc per ma noble térra valenciana,
dedique esta curta obreta com a menuda próva
de lo molt que sé estimarte. Accéptala, no per
son mérit literari, qu'es ben póbre, sino per la
grandea del assunte de que tracta i per l'afecte
qu´et lliga a qui te la oferix ab tota la bóna
voluntat de son cór.

Josep-María

Pobla del Duc, a 31 de juliól de 1954





MONOGRAFÍA DE LA IMAGEN
DEL SANTISIMO CRISTO DEL AMPARO

Los Excmos. y Rvdmos. Señores D. Joaquín López y D. Antolín Monescillo, concedieron 160 días de indulgencia a todos los que devotamente rezaren un credo en presencia de esta venerada imagen.

PRÓLOGO

En el archivo de la iglesia parroquial de Puebla del Duc no se halla, desgraciadamente, documento auténtico que haga referencia al hallazgo de la milagrosa imagen del Santísimo Cristo del Amparo. Si tal documento ha existido debió desaparecer hace muchos años, sin que hasta la fecha presente se haya descubierto ningún otro que mencione su existencia. De ello se lamenta con razón sobrada el Rvdo. Mosén Vicente Gabriel Climent Alfonso, que desempeñó este curato desde mayo de 1871 hasta junio de 1890. Para escribir, pues, respecto de la aparición del Santísimo Cristo, ha sido preciso atenernos a la tradición, recogida en las memorias redactadas por el maestro cirujano Manuel Miquel Perelló, que murió a comienzos del siglo pasado. En las indicadas memorias dice su autor que todo lo relativo a tan fausto acontecimiento es copia exacta de un papel viejo que había en su casa y que reproduce literalmente con objeto de que no se pierda su contenido, por estar ya bastante ilegible el original. Estas memorias tienen un valor incalculable para nuestro propósito, porque son el documento más antiguo que se conoce referente a la aparición del Santísimo Cristo y especialmente porque en ellas se detallan los prodigios de que el mismo Manuel Miquel fue testigo presencial y que más adelante señalaremos bajo los números I, II, III y IV.
Las demás fuentes de que nos hemos servido –y que en lo fundamental concuerdan con las indicadas memorias- son las siguientes: sermón pronunciado en esta Parroquia en 5 de septiembre de 1832 por el hijo de la Puebla, Cura de Gayanes, Mosén Juan Bautista Bataller y Pla, en la parte referente al hallazgo y milagros; la que figura en la Novena, manuscrita, del Santísimo Cristo; y la diversidad de anotaciones hechas por nuestro inolvidable tío el culto abogado don José Damián Capsir y Cañamás, que en paz descanse.
Con todos estos datos sobre lo antiguo –que son los únicos que se conocen-, con los modernos detalles que debemos a la amabilidad del actual Cura Rvdo. Don Alfredo Benavent y añadiendo un poco de nuestra parte, nos hemos atrevido a componer este trabajo, completando unas noticias con otras y sin que pretendamos atribuirnos mérito alguno, ya que no realizamos otra cosa que una sencilla coordinación.
Nos ha movido a ello la voluntad de ofrecer a los devotos poblanos una breve recopilación de lo que creemos puede interesarles; pero principalmente escribimos por el irresistible deseo de rendir un modestísimo homenaje al Soberano Señor de nuestra amada Puebla.



HALLAZGO


A principios del siglo XVII existía en esta población la casa llamada Hospitalet, situada donde hoy están las escuelas nacionales de niños y niñas, en la plaza del a Iglesia y tenía por objeto dar albergue a los transeúntes indigentes y a los vecinos pobres y enfermos. La administración y cuidado de este centro benéfico corrían a cargo de uno de los Beneficiados de la Parroquia, al que se designaba con el dictado Padre de Pobres.
En el año 1624 era Padre de Pobres Mosén Valentín Bataller, de March, quien con su hermano Juan habitaba en una casa de su propiedad que deber ser hoy, probablemente, la número 11 de la plaza de la Independencia, antes plaza de la Comuna, casa situada entre la de doña Rafaela Fayos Ruiz y la de don Ladislao Soriano Gomis. Al final del siglo XVIII y comienzos del XIX la mencionada casa era de Manuel Miquel Perelló, maestro cirujano. Al presente –año 1930- es propiedad de Blas Navarro Gomar.
Era el miércoles 2 de diciembre del referido año 1624, cuando se presentaron a Mosén Valentín Bataller dos pobres estudiantes solicitando hospitalidad. Bien porque el corazón de Mosén Valentín rebosaba de caridad cristiana o porque la condición de ser estudiantes inclinara al Padre de Pobres a una mayor atención con ellos, es el caso que les dio albergue en su propio domicilio, alojándolos en un aposento del mismo, entrando a la derecha. Allí tuvieron alojamiento hasta el viernes, día 4, en que sin que se conozca exactamente a qué hora de la madrugada, se fueron de la expresada casa, dejando dicho, a lo que parece, que se marchaban al Hospitalet; y al saberlo Mosén Valentín, que custodiaba las llaves del establecimiento, se dirigió allá con intención de abrirlo y complacer así a los desconocidos estudiantes. Gran sorpresa experimentó el buen sacerdote al percibir abierto el Hospital. Entró al punto y observó, con el pasmo consiguiente, una preciosa imagen de Cristo Crucificado, nunca vista en la Puebla, fabricada de un madero o tronco depositado en aquel local (1). Buscó a los estudiantes y no los encontró: habían desaparecido sin dejar rastro alguno de su paradero. De aquí la piadosa creencia de que los incógnitos estudiantes fueran dos ángeles del Cielo, pues que en tan breve tiempo –solo unas horas- habían realizado el prodigio de tallar tan devota, acabada y perfecta imagen de Cristo en la Cruz.
Jubiloso y presa de la mayor emoción por tan rara maravilla, no perdió un instante el afortunado hallador y voló a dar cuenta al señor Cura, que lo era en aquel tiempo Mosén Vicente Joseph Tomás, quien accedió de buen grado a las súplicas de Mosén Valentín, que para satisfacción de su fervor pedía ardientemente llevarse a casa el preciado tesoro, mientras se habilitaba en la iglesia lugar adecuado para tan hermosa imagen.
Digamos de paso que el Párroco Mosén Vicente Joseph Tomás era un sabio y virtuoso sacerdote, doctor en Sagrada Teología. Tomó posesión de esta parroquia en 15 de julio de 1615. El año 1624, -décimo de su rectorado- fue para la Puebla fecundo en prodigios, porque el 4 de septiembre aconteció el milagro de San Blas y la proclamación de este santo mártir por Patrono de la villa; y en diciembre fue el hallazgo del Santísimo Cristo. El 18 de octubre de 1626 el expresado Cura creó, dando fe el notario Diego Garavito de Reynoses, la administración del Pósito, dotándola de quince cahíces de trigo. Dos años después pasó a ser Beneficiado de la Catedral de Valencia.
Volvamos a nuestra historia. Dice el maestro cirujano Manuel Miquel en su manuscrito que titula "Libro de Diferentes Anotaciones", que Mosén Valentín conservó la imagen algún tiempo en su casa, pero como se advirtieran algunas señales de locura en el expresado sacerdote, se trasladó el Crucifijo a la iglesia parroquial. Lo que hemos puesto en letra cursiva está confusamente escrito en el original, por lo que más bien se ha de adivinar que leer. No nos consta que se repitieran semejantes indicios de locura. Es muy posible que lo que el vulgo interpretara en ese lamentable sentido fuese más bien señal de fervoroso arrebato, muy explicable en el principal testigo de prodigio tan singular; y es preferible creer que el Santísimo Cristo fue trasladado a la iglesia no por otra razón que la de haberse dispuesto así desde un principio, como arriba queda indicado.
Sea de esto que se quiera, es lo cierto que al cabo de no mucho, fue llevado el inestimable tesoro a la parroquia, colocándola en el altar que hasta comienzos del pasado año 1929, era de las Benditas Almas del Purgatorio y que existía en donde hoy el del glorioso Patrono San Blas, en cuyo altar de las Almas estuvo muchos años la sagrada imagen, estableciéndose entonces la costumbre de cantar ante ella un solemne Miserere el día de Viernes Santo.
Del altar de las Almas se trasladó después el Santo Cristo al altar que había debajo del órgano de aquellos tiempos y que después fue de la Virgen de los Dolores y hoy de la Purísima. Allí permaneció muchos años más, siendo designado por los fieles con el título de Cristo de Bajo del Órgano.
Transcurrieron los años y llegó el 6 de junio de 1742, en que girando Visita Pastoral a esta villa el ilustre Arzobispo de Valencia Excmo. y Rvdmo. Señor Don Andrés Mayoral, recomendó al entonces Cura Doctor Don Francisco Pons, hijo de Almoines, se destinara otro altar mejor a la portentosa imagen y se la rodease de mayor pompa, digna de su merecimiento y majestad. Esto mismo recomendó también un enfermo del Hospitalet, reputado por muy bueno y ejemplar.
En virtud, pues, de las observaciones del Señor Arzobispo y habiéndose engrandecido la iglesia con cuatro capillas más, se le dedicó una de ellas dignamente en el lugar donde se alzaba el antiguo campanario. Allí fue colocada y venerada hasta hace tres años; y allí la designó el pueblo con el nombre de Santo Cristo de la Vidriera, por razón de haber dispuesto un Reverendo Prelado se cerrara con cristales el nicho de su altar, con cuyo expresado nombre se le conoció durante más de un siglo, hasta que en vista de los beneficios dispensados por su mano, tuvo un tal Padre Antonino Agustino –que según cierta versión fue un Padre de la Orden de Mínimos del Convento de la Puebla- la celestial inspiración de invocarle con el consolador título de Cristo del Amparo, invocación que ha sido la definitiva, por más apropiada y la que vulgarizó al punto con general complacencia.

(1) Así consta en las memorias de Manuel Miquel, que son, como en otro lugar hemos dicho, el documento más antiguo que se conoce referente al encuentro del Santísimo Cristo del Amparo, cuyo documento es copia de otro muy viejo, acaso contemporáneo de la aparición y que ya no existe. En los trabajos históricos se ha de dar preferencia a las fuentes escritas y, entre éstas, a las más antiguas, mientras no hayan graves razones que nos demuestren su falsedad.



DEVOCION CRECIENTE


A pesar de su misterioso origen, parece que la sagrada imagen no excitó por de pronto la devoción de los fieles, debido, quizás, a la existencia de otro Crucifijo que, por haberse postrado a sus pies muchas generaciones, atrajese la veneración de aquellos antepasados nuestros, tan aferrados a sus viejas prácticas religiosas (1). Este olvido en que se tuvo al Santísimo Cristo, queda demostrado con sólo considerar las disposiciones adoptadas por los Prelados en varias Visitas Pastorales. Así vemos que en 1654 el Excmo. Señor Arzobispo Don Pedro de Urbina ordenó se cubriera al Cristo con una tela, para que no se tomara de polvo. En 1663 el Excmo. e Ilmo. Señor Don Fray Martín López de Ontiveros dispuso se colocara en el altar del Santo Cristo una barra de hierro y una cortina, para que se pudiera abrir y cerrar el nicho con toda decencia. En 1742, como en otro lugar hemos dicho, el Arzobispo Mayoral aconsejó la erección de un altar digno de la hermosa imagen... Y aun fue después necesario recomendar a quien correspondía, se cerrara el nicho con cristales... Todas estas indicaciones vienen a confirmar la voz de la tradición que habla de aquel primitivo olvido y acaso culpable abandono a que se alude en una de las versiones que hemos leído y que, además, se refleja en la siguiente quintilla de la "Oración Popular" al Santísimo Cristo del Amparo:

"Bajo el órgano os tenían
con culto y honor modestos...
Aún entonces no sabían
los milagros manifiestos
que en vuestro poder verían."

Y también habla del expresado olvido la siguiente estrofa de los gozos que actualmente se cantan:

"Esta villa no sabía
que erais celestial presente
y en un olvido patente
bajo el órgano os tenía, etc."

Y esta otra:

"Nos mostrasteis vuestro amor
cuando a esta villa –angustiada
por sequía continuada-
disteis riego bienhechor;
y entonces se vio más claro
nuestro desastroso olvido...

No cabe dudar, pues, de aquella antigua indiferencia que, poco a poco, y a medida que se iban conociendo los innumerables beneficios dispensados, se trocó en el actual fervor, difícilmente superable.
Agradecidos al Divino Señor, en su sagrada efigie, los religiosos hijos de la Puebla tuviéronla en cada vez mayor veneración, como lo confirma el hecho de que desde inmemorial fue llevada a hombros de sacerdotes y bajo palio. Esta inveterada costumbre no ofrecía dificultad continuarla cuando en la localidad abundaba el clero, sobre todo el regular; pero después esta práctica se hizo de día en día más difícil, cuando para reunir el suficiente número de sacerdotes jóvenes fue preciso acudir a los pueblos vecinos, donde trabajosa y costosamente se encontraban. Esta razón y la no menos imperiosa de la necesidad de obtener recursos para iluminar debidamente la imagen en su festividad, que se celebra solemnemente el 5 de septiembre, resolvió al vecino de esta villa don José Llinás Donat, en 1853, a ofrecerse para llevar en andas al Santo Cristo, dando de su bolsillo particular una limosna de veinte reales; y aceptado el pensamiento por el entonces Cura de esta parroquia don Manuel Rodrigo Pascual, se ofrecieron también, con el mismo objeto y con igual limosna, los señores don Blas Boscá y Ciscar, don Blas Soriano y Pons y don Juan Bautista Espí y Ferrer, propietarios los tres y vecinos de la Puebla. Nos complacemos en consignar aquí sus nombres para perpetua y loable memoria.
Terminada la festividad de aquel año, el propio don José Llinás propuso que en lo sucesivo se otorgara el derecho de llevar la imagen a hombres a todos los que contribuyeran con una peseta anual para su iluminación y culto y que se sorteara entre ellos el honroso privilegio; y adhiriéndose varios vecinos a tal feliz idea, nació la Asociación del Santísimo Cristo del Amparo, cuya Asociación vivió sin otra ley ni reglamento que la aquilatada devoción profesada a la portentosa efigie, hasta que en 28 de junio de 1871, vigésimo quinto aniversario de la elevación al Pontificado del Santísimo Padre Pío IX, hubo una reunión numerosísima, cuyo principal acuerdo fue redactar un reglamento formal, de necesidad indiscutible. Y así se hizo. Por fin, el 2 de agosto de 1893, siendo cura Don Antonio Ribas, se elevó a Cofradía esta Asociación, aprobando el Reglamento el Excmo. Señor Don Ciriaco Sancha, Arzobispo de Valencia.
Bajo los auspicios de la Cofradía del Santísimo Cristo del Amparo se celebra todos los años un solemnísimo Novenario del 3 al 11 de enero, al que asiste toda la población. Y en 5 de septiembre tiene lugar la festividad propia, con dobla, sermón y la procesión incomparable, cuando Jesús en la Cruz es paseado por las calles y plazas a hombros de doce cofrades, que se relevan por otros doce, vestidos los veinticuatro con alba y cíngulo, en recuerdo de los sacerdotes que en otro tiempo gozaban de tan envidiable honor. (2)
Las andas que se sacan en la procesión se estrenaron en el año 1872, centenario del primer milagro. Las hizo y regaló el maestro carpintero Francisco Martínez Machirant, porque en una enfermedad que padecía imploró clemencia del Santísimo Cristo del Amparo, a cuya protección atribuyó su restablecimiento. Se doraron a expensas de don Tomás Gomar Boscá y de su esposa doña Dolores Capsir.
A instancias de la Junta de la Cofradía y del señor Cura Ecónomo Don Emilio Mompó, acordó por unanimidad el Ilustre Ayuntamiento, bajo la presidencia del Primer Alalde don José Francés Pastor, en sesión de 6 de enero de 1921, declarar fiesta popular el 11 de enero, día que termina el Novenario, con cuya declaración se interpretó el general sentir de los habitantes de la Puebla.

(1) En la Visita Pastoral de 1666 mandó el Prelado se retirara una imagen de Cristo por estar muy vieja.
(2) El Beneficiado de la Catedral de Valencia D. Justo Martínez (e.p.d) que cierta vez la presenció, dijo que era una procesión más grande que el pueblo que la hace.



LA CAPILLA


Al intenso amor que los hijos de la Puebla profesan a su Cristo del Amparo, no bastaba el severo altar erigido en su honor. Era necesario mucho más, que fuera digno de la estimada imagen, símbolo y compendio de los puros amores, de la firme esperanza y del más dulce consuelo de los devotos poblanos. Y el día 4 de septiembre de 1927, a las seis de la tarde, con asistencia de la Corporación Municipal, presidida por el Primer Alcalde don Francisco Climent Soler, bendijo la nueva Capilla de la Comunión el señor Cura Doctor Don Alfredo Benavent y Benavent, autorizado por el Excmo. Señor Arzobispo Don Prudencio Melo, que no pudo actuar en tan conmovedora ceremonia. Una vez bendecida la Capilla se trasladó a la misma a Su Divina Majestad Jesús Sacramentado; y al día siguiente, 5 de septiembre, a las siete de la mañana tuvo lugar, con la iglesia repleta de fieles, el solemnísimo, tierno e inenarrable acto de trasladar el Santísimo Cristo a la nueva Capilla, para ser depositado en el hermoso altar central, expresamente construido para el venerable Crucifijo y para Jesús Sacramentado.
A esta simpática obra de la Capilla de la Comunión o del Cristo del Amparo contribuyeron todos en la medida de las fuerzas de cada uno. Ya desde hace gran número de años se iniciaron las mandas pías y donativos para tal objeto. Comenzó la serie el fraile mercedario exclaustrado Rvdo. Padre Joaquín Gomar, que legó parte de sus bienes a dicho fin. Mucho después siguió Maria Dolores Ferrer y Esteve con otro legado. Y en 1901, siendo Cura Don Antonio Rivas Llopis, comenzaron las obras, que se tuvieron que suspender por haberse agotado los recursos. Posteriormente doña María Pla legó cinco mil pesetas. Con este legado y algunos otros donativos intentó el actual Cura Don Alfredo Benavent, natural de Cuatretonda, proseguir las obras; y reunió a las autoridades y a la Junta de la Cofradía del Santísimo Cristo, para consultarse sobre el caso; y aunque no se mostraron muy optimistas, por la magnitud de la empresa, no por eso se acobardó el celoso sacerdote, quien confiando en la ayuda de Dios empezó en 31 de julio de 1923 la continuación de las expresadas obras, que siguieron felizmente hasta que tuvo y proporcionó a los hijos de la Puebla la dicha de ver terminada la grandiosa Capilla, cuya construcción fue dirigida por don Pedro Torró, maestro de obras de Onteniente, siendo el decorador don Carlos Tormo.
El hermoso altar central de la Capilla, que es el de la Comunión y al propio tiempo del Santísimo Cristo, ha sido costeado por don Ladislao Soriano Gomis y por su esposa doña Joaquina Arbona. Es obra de don Jesús Salerich. de Valencia. El dorado está hecho por Romeu, de Valencia también. El Salvador del Sagrario, admirable copia del de Juan de Juanes, está pintado por don Ruperto Sanchis. Y el lienzo que cierra el nicho se debe al pincel de Renáu, también de Valencia, patria y vivero de artistas.
Los dos altares de los lados, dedicado el de la izquierda al Sagrado Corazón de Jesús y el de la derecha a la Santísima Virgen de los Dolores, han sido alzados a expensas, el primero de la Ilustrísima Señora Doña Dolores Pérez Musoles y de su hijo el Ilustrísimo Señor Don Luís Guarner, Caballero del Santo Sepulcro; y el segundo altar, a expensas de Doña Dolores Gomar Capsir y Doña Carmen Gomar Esteve primas hermanas. Tanto uno como otro altar son obra muy acabada del tallista de Valencia señor Estellés y han sido dorados por el señor Rabasa, de Játiva.
El piso y zócalo de la Capilla los ha pagado el Cura Doctor Benavent.
La barandilla o mesa de la Comunión, con sus dos ángeles orantes, es regalo de doña Salvadora Bataller. La hicieron y decoraron los artistas Salerich y Amador Sanchis.
Los grupos de focos que lucen a los dos lados del altar son donación de doña Salvadora Cebellán, maestra nacional de Alcudia de Crespins y que fue más de veinte años maestra de esta villa de la Puebla.
Las toallas del altar, con sus hermosas puntillas, son donativo de doña Carmen Arbona.
El juego de candeleros ha sido donación de don Antonio Soriano; y la cortinilla del sagrario, de doña Emilia Arbona.
La señora doña Ramona Trovat, de Agulló, ha hecho el obsequio de la cajita de plata para guardar la llave del sagrario.
Don Emilio Bravo, maestro nacional, ha regalado el torno para subir y bajar la imagen en su altar.
El comerciante en sombreros don Francisco Borredá, de Alcira, agradecido por un señalado favor que le concedió el Santísimo Cristo, ha regalado la lámpara que pende en medio de la Capilla.
La lápida conmemorativa de la inauguración se debe a don Félix Pastor Benavent, perito agrícola.
Y han costeado la cancela de hierro don Nicanor Fernández y su esposa doña Rosalía Ferrer.
Por no convertir este modesto trabajo en una interminable lista, sólo citamos los nombres de los principales favorecedores. Pero si aquí no constan los demás, Dios nuestro Señor los tendrá, con todos los otros, grabados en su amante corazón.
Cuantos profesan tierno amor al Sagrado Crucifijo han rivalizado en demostrarle su delirante afecto. Todos, en una palabra, han hecho cuanto han sabido y podido para ofrecerle una Capilla magnífica, que viene a ser como su salón del trono, donde el Rey de Reyes recibe amorosamente en audiencia a sus fieles vasallos; que así, como Divino Rey, aparece el Santísimo Cristo del Amparo, cuando levantado el lienzo de su nicho, se presenta a la vista de sus amados hijos, colocado en la hermosa cruz que se le hizo años atrás en virtud de una manda de don Vicente Soriano Gomis y flanqueado por los dos bellos ángeles con que al Protector de la Puebla obsequió don Francisco de Paula Bataller y Capsir en 1872, centenario del primero milagro ostensible y patente. El elocuentísimo orador sagrado Don Félix Tomás Vivó, Vicario un tiempo de la Puebla, refiriéndose a estos ángeles, que son dos hermosas esculturas de Gilabert, dijo en su sermón al Santísimo Cristo, que "el uno, entusiasmado, le admira; y el otro, rendido, le adora".
Podemos asegurar que la nueva Capilla de la Comunión es una de las mayores que para tan sagrado destino existen en la Archidiócesis de Valencia. Amplia, de sencilla factura y perfectamente iluminada, infunde serena y confiada devoción, grata al pecho cristiano que busca en el retiro del Santuario paz y quietud para elevar a Dios el corazón y el pensamiento.
El Santísimo Cristo premiará, sin duda, la esplendidez de sus poblanos, desbordada con mayor intensidad en los recientes años dificilísimos en que la filoxera, las sequías, las heladas y los ruinosos precios de las cosechas, en siniestra conjuración, combatían a la sufrida y laboriosa villa.
milagros atribuidos
a la sagrada imagen


Hemos relatado de manera breve la historia de la creciente devoción al Santísimo Cristo del Amparo, a quien los naturales y descendientes de la Puebla demuestran en todo instante su filial amor. Sólo nos resta ahora dar cuenta de los prodigios obrados por el glorioso Crucifijo en bien de sus devotos y de su amada Puebla, a la que vino en dichoso día para ser su Pare, su Amparo y su Refugio en toda tribulación-
A nadie debe extrañar que la mayoría de los milagros del Santísimo Cristo del Amparo en favor del conjunto de la población hayan sido para conjurar los peligros de las sequías y de las tempestades. Se trata de un pueblo de tierra secana, exclusivamente agricultor, que tiene, por consiguiente, a la intemperie todos sus intereses, confiados tan solo a la providencia de Dios.
Y antes de pasar adelante, debemos hacer constar que a todo cuanto se lea en esta humilde monografía, respecto a milagros a la sagrada imagen y sobre los cuales nada haya declarado la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, debe concederse la fe puramente humana y falible; y que si a los hechos o sucesos que vamos a consignar los calificamos de milagros, es tan sólo en su acepción vulgar, por cuanto exceden del orden natural y corriente y ya que su exactitud sólo tiene, en unos, fundamento tradicional y en otros, de manifestación de los propios favorecidos. Por encima de nuestros afectos y entusiasmos, de nuestros deseos y más íntimas convicciones, pondremos siempre, con rendido acatamiento, las apreciaciones y disposiciones de las autoridades eclesiásticas competentes.
Hecha esta aclaración, pasemos a relatar los milagros de más relieve que ha obrado Dios Nuestro Señor por medio de la sagrada imagen en favor de sus devotos y de esta villa de Puebla del Duc y que la tradición, algunos escritos de particulares y varios de los beneficiados, han hecho llegar a nuestro conocimiento.

I

Despiadada fue para este Valle de Albaida y Reino de Valencia la extremada sequía que afligió a sus habitantes al final del año 1771, en términos que llegó el 2 de enero del siguiente año 1772 sin haberse podido echar ni un grano de simiente a la tierra. Alarmados los hijos de la Puebla por verse casi sin esperanza de cosecha, se reunieron dicho día 2 en la Casa de la Villa el Rvdo. Cura Doctor Bartolomé Sevalls y los Jurados de la misma y determinaron llevar en rogativa la imagen al Convento de San Francisco de Paula, a fin de que la divina piedad concediera la tan deseada agua. Congregáronse, al efecto, al día siguiente, 3 del citado enero, en la iglesia parroquial. El tiempo se mostraba sereno y sin que la más pequeña nube se viera en el horizonte; pero al instante que se dejó ver en las calles el amado Crucifijo, apareció entre levante y norte una nubecilla que subiendo con la mayor velocidad, ocupó en breve todo el espacio y comenzó a dejar caer copiosa nieve, de tal manera que antes de llegar la procesión al Convento, tuvieron los fieles que sacudírsela de las capas y cubrirse la cabeza, por la abundancia con la que caía, siguiéndose después una saludable lluvia de deshizo la nieve, dando una gran sazón que permitió sembrar la tierra y recoger aquel año magnífica cosecha como nunca se había conocido.
Parece ser que en acción de gracias se celebró una solemne dobla con sermón, en cuya Misa se encendieron muchos cirios, que ardieron durante toda ella y, esto no obstante, sólo consumieron cera en cantidad de una onza de peso:

"y causó la admiración
que sólo una onza quemaron"...

como dice la "Oración Popular" y hemos oído a varias personas que lo sabían por la tradición.
Por haber ocurrido la lluvia prodigiosa en 3 de enero, es por lo que anualmente se empieza el Novenario en esta fecha.

II

Otra contumaz sequía castigaba esta comarca en el año 1780. Para conjurarla se pusieron de acuerdo el Regente de la Parroquia Doctor Jaime Boscá y el Rector del Convento Padre Francisco Castillo, hijo de Bellreguart, y dispusieron se hicieran públicas rogativas. Y al efecto, a las cuatro de la tarde del día 23 de abril, que era domingo, se trasladó en procesión al Convento la efigie del Santísimo Cristo, depositándola en el Altar de San Francisco de Paula. Y la Virgen del Río, diminuta imagen que ya se veneraba con gran fervor en el Convento, fue trasladada al teimplo de la Parroquia, cantándose las letanías durante la procesión. Estuvieron dichas imágenes en las indicadas iglesias hasta el domingo siguiente.
Durante esos ocho días lució tanto el sol, que no se podía resistir, a pesar de lo cual los trigos, que ya se estaban agostando, adquirieron gran lozanía, no pareciendo sino que se regaban todas las noches.

III

Cuando terminaba el año 1798 estaban los habitantes del Valle de Albaida, especialmente los de la Puebla, alarmados otra vez por la escasez de agua. No solo no se podía sembrar, sino que, además, las fuentes se iban secando, hasta el punto de que el Justicia de esta villa tasó el agua que se podía extraer de la Poasa en seis cántaros por cada familia. En todo el valle se hacían rogativas y sacaban a la calle las imágenes de la mayor devoción de cada pueblo: la Santa Faz en Luchente, el Santo Cristo en Benigánim, etc., etc., sin que Dios Nuestro Señor se dignara otorgar el agua deseada. Algunos labradores de la Puebla determinaron sembrar en seco, confiándose a la Divina Providencia. En vista de la desesperante situación, la Villa y el señor Cura acordaron el día de Navidad sacar en rogativa al Santísimo Cristo del Amparo; y apenas tomaron esta determinación notaron que el tiempo se nublaba cada vez más, cayendo por la tarde algunas gotas de agua, lloviendo bastante por la noche y durante el día siguiente hasta media tarde, de lo que resultó una regular sazón que fue mayor en la Puebla que en los otros términos colindantes y que permitió sembrar ya en el día 27 volviendo la tranquilidad a los atribulados labradores.

IV

En marzo del año siguiente, 1799, volvió a sentirse de una manera perentoria la necesidad de agua. La lluvia del último diciembre solamente sirvió para sembrar; pero en marzo los trigos ya no podían resistir más y se secaban a la carrera. Los campos estaban llorosos y los agricultores consternados. La población iba a perecer de hambre. Y entonces recurrió a su Cristo del Amparo, trasladándolo en procesión al Convento el día 3 de dicho mes a las cuatro de la tarde y llevando, además, a la Parroquia, la imagen de San Francisco de Paula, venerada en el Convento. Compadecido de sus hijos el Santísimo Cristo, otorgó abundantísima lluvia, que comenzó el viernes, día 8 y duró nueve días, parando a veces y volviendo a llover, hasta que la Ilustre Villa, el Reverendo Clero y la Comunidad de Mínimos decidieron devolver las imágenes a sus respectivas residencias, como así se hizo, parando de llover tan solo mientras se verificaba la devolución. Y aún continuó la lluvia tres o cuatro días más.
Las tierras se sazonaron que era una bendición; las fuentes brotaron copiosas, de tal forma, que apenas podían recogerse las aguas en sus cauces naturales. Y fue un tesoro la abundancia de trigo, vino y aceite que se cosechó en aquel espléndido año. Los viejos aseguraron no haber visto nunca prodigio tan manifiesto.
Era Cura el Doctor Pedro Todolí, natural de Palmera; y Alcalde-Regidor, Antonio Esteve de Bernat.

V

En 1816 amenazaba ruina la bóveda de la iglesia. Y para evitar alguna desgracia decidió el Doctor José Melis, Cura entonces, alzar un andamio con objeto de derribar poco a poco la mencionada bóveda, que tenía setenta palmos de elevación. Se hizo, al efecto, el andamio; y para comenzar la faena subieron sobre la bóveda José Bataller y Prefaci, vulgo Carbó, y José Capsir, vulgo Peregrí., Joaquín Fayos, albañil, quedó en el andamio. En la iglesia, por disposición de éste, no había otro que el señor Cura. Se empezó la operación; y a los pocos golpes que dió el Capsir, se desprendió de una y otra parte toda la bóveda, desplomándose y rompiendo en su caída los tablones y maderos del andamio. "¡Santísimo Cristo del Amparo!" –exclamaron a un tiempo los tres desgraciados- "¡Amparadnos!". Y ¡oh prodigio!: el José Bataller se quedó con un pie en el aire, apoyando el otro en la pequeña parte de obra que no había caído. Joaquín Fayos se agarró de un madero del tejado, a donde le elevó la fuerza del golpe. Y José Capsir, al que daban por muerto, pues que fue precipitado a tierra con todas las ruinas, se levantó por su pie, cogido de la mano del señor Cura, sin la menor novedad en su cuerpo, quedando los tres por la invocación del dulcísimo Señor, libres de la segura desgracia que les amenazó.
El José Capsir aún vivía en 5 de septiembre de 1832 como se desprende del sermón que en aquella fecha pronunció el Rvdo. Don Juan Bautista Bataller, que cita al Capsir como todavía superviviente.

VI

Y si alguno opina que los casos referidos no deben ser calificados portentosos, atienda al beneficio que dispensó el Santísimo Cristo el 5 de septiembre –día de su fiesta- de 1820 y diga si puede tener parte en él la casualidad:
"Muy clara y serena se manifestó la mañana de aquel día, día aciago para este Valle de Albaida, día en que desenvainando la espada de su divina justicia aquel Dios vengador que tan oportunamente sabe corregir y castigar a los pecadores, parecía iba a dar el último golpe a nuestra población para su total exterminio. En efecto: arrebolose hacia el mediodía la atmósfera, cubriéndose el cielo de espantosas nubes formando terrible tempestad. Hacia las dos de la tarde ya no se veía sino cruzarse rayos y centellas, que acompañadas de espantosos truenos, lluevia y abundante piedra, amenazaban la ruina de las campiñas, las destruían y aún ponían en peligro las vidas de los habitantes. Parecía que con este amago y castigo debía darse por satisfecha la Divina Justicia; pero viose venir por la parte de occidente un tan horroroso torbellino, que arrancando encinas, olivos, higueras, nogales y cuantos árboles encontraba, desmontando casas de campo y, en fin, arrasando cuanto se le oponía, se dirigía a esta villa para exterminarla con todos sus habitantes. Un terror pánico se apoderó de todos sus vecinos, que no hallaron otro remedio en tan gran aflicción, que el amparo de su piadoso Señor. Acudieron velozmente al santo templo con viva fe y esperanza firme de que no habían de quedar confundidos; arrojáronse a los pies de la soberana y divina imagen, que estaba ya colocada en las andas para la procesión de aquel día; encendiéronle más velas y esforzaron más y más su fe y oración. "¿Cómo es posible ¡oh misericordioso Señor! –le decían- ¿cómo es posible que en este día que hemos consagrado a vuestros cultos, permitáis nuestra mayor ruina y desgracia? ¿Qué dirán de Vos ¡oh Señor! las gentes y pasajeros cuando vean derruida esta villa y a nosotros sepultados en sus ruinas y esto en un día en que de tantos modos os rinde sus obsequios? ¿En dónde estaba su Dios –podrán decir- en quien tanto confiaban? ¿Ubi est Deus eorum?... ¡No, Dios nuestro, no permitáis tal desgracia! ¡Si nuestros pecados son la causa de tan terrible castigo con que nos amenazáis, vednos a todos postrados a vuestros pies, implorando el perdón de ellos!"... A la eficacia de esta oración se revocó el fatal decreto. Interponiendo su mediación para con su Eterno Padre este divino Moisés, aplacó su ira e indignación, envainó la espada de su airada justicia y ved que cuando la fuerza del huracán distaba no más que medio cuarto de hora de esta villa, en lo alto de la partida de Benifumet –en donde aún arrancó cinco o seis grandes higueras- se dividió en dos partes el torbellino, dejando ilesa a la población, siguiendo los estragos a derecha e izquierda; y a la media legua del caserío se reunió de nuevo la tempestad y continuó su derrota con incalculables daños. Así, pues, serenándose aún la tarde, pudieron los hijos de la Puebla manifestar su gratitud sacando en solemnísima procesión a su divino libertador, al que rindieron gozosos los más tiernos afectos de reconocimiento."
"¡Qué motivos tan grandes de agradecimiento nos ofrecen estos prodigios y maravillas que nos reaniman la confianza que en este misericordioso Señor hemos depositado! ¡Cuán fundada debe ser nuestra fe, ya que jamás hemos sido desatendidos ni nuestras esperanzas fueron fallidas! Bien podremos decir con David que si hemos esperado en este Señor, no ha sido en vano, pues no hemos quedado sonrojados o confundidos."
La relación de este prodigio está tomada, al pie de la letra, del sermón que el Rvdo. Don Juan Bautista Bataller y Pla pronunció en esta Parroquia el día 5 de septiembre de 1832. Este señor nació en la Puebla, fue Beneficiado de la iglesia parroquial de la misma. Tomó posesión del Curato de Gayanes en enero de 1828; y en junio de 1833 se encargó de la parroquia de Ayelo de Malferit. Logró para Ayelo la señalada merced de hacerlo depositario del cuerpo de San Engracio.

VII

Hallándose a fines de noviembre del mismo 1830 enferma gravemente una mujer de una afección al pecho, que la privaba a toda prisa, de la respiración; después de haberla administrado los Santos Sacramentos de la Penitencia y Viático, y aún la Extrema Unción, por parecer que iba muy pronto a morir; mientras el sacerdote fue a la iglesia a devolver los Santos Oleos, una devota de nuestro Santísimo Cristo del Amparo exhortó a la moribunda a que pusiera su más plena confianza enel SantísimoCristo, porque ella, por su protección, se había visto libre de un inminente peligro. La moribunda contestó que así lo hacía y que si le daba la salud, que la visitaría y haría decir una Misa en su altar.
Apenas dicho esto, se sintió tan mejorada de su mal que, cuando el señor Cura volvió, con ánimo de recomendarle el alma y ayudarla a bien morir, la halló sentada en la cama con tan notable alivio que no pudo por menos de preguntar la causa de tan repentino cambio, a lo que contestó la enferma refiriendo lo ocurrido; y para demostrar su mejoría, pidió, aunque a modo de chanza, los naipes o cartas, invitando a jugar a las compañeras que la asistían. Rápidamente se vio del todo libre de su enfermedad y vino con su amiga a visitar al Santísimo Cristo del Amparo y a cumplir su voto, rindiendo las más efusivas gracias a este Soberano Señor. (Del tantas veces citado sermón).

IX

En la noche del 23 al 24 de junio, o sea en la víspera de San Juan, del año 1891, el vecino de esta villa Antonio Esteve Climent, se hallaba con varios familiares suyos en la playa del Grao de Gandia. Hacia media noche, completamente oscura, iba por la orilla del mar sobre una mula, llevando montada en la parte delantera a una sobrinita suya, de unos cuatro años de edad, llamada Mercedes Gomar Bataller. De pronto la mula se hundió en un hoyo de arena movediza y fango; y a la sacudida y bote que dio la caballería para salir de aquel charco, despidió a tío y sobrina, que cayeron al mar, en un paraje donde no se alcanzaba el fondo con los pies. Apuradísimo el Antonio Esteve, con la natural ansia de salvarse y, sobre todo, de salvar la vida a la niña, se puso a nadar con un brazo, como pudo, mientras que con el otro sostenía a su sobrinita. La zozobra y la angustia crecían por momentos. La pobre criatura decía: "Ay, tío, que agua tan salada! ¡Que nos ahogamos!" Antonio Esteve daba voces a sus parientes; y se aclamaba con todo fervor a nuestro Divino Patrono: "¡Santo Cristo del Amparo!"... Y sin saber de donde ni cómo, apareció la mula junto a los que se iban a ahogar, el Esteve se asió a la cola; y remolcado suavemente por el noble animal, salió a tierra firme y vio su vida y la de la niña, salva y sana de modo tan prodigioso.
En reconocimiento del señalado y milagroso favor del Santísimo Cristo del Amparo, hizo celebrar a su tiempo una dobla con sermón en honor del Cristo amadísimo. Y todos los años, para que el Divino Señor proteja y ampare a su familia, sufraga el sermón que se predica en la Misa solemne del día 11 de enero, día último del devoto Novenario.

X

En cierta ocasión, por el año 1927, poco más o menos, doña Salvadora Cebellán Miralles, maestra nacional que fue de esta villa durante mucho tiempo, regresaba de Gandia en el automóvil de viajeros y se dirigía a Ollería, donde a la sazón tenía su residencia. Entre los que iban en aquel coche estaban el señor Cura de Rugat y su padre; y para llevar a estos a dicho lugar, que dista muy poco de la carretera, el coche tomó el pequeño camino vecinal y los dejó en el pueblo. Al volver el auto hacia la carretera, ya junto al puente, el conductor perdió la dirección del vehículo que vino a dar contra la baranda del puente, derribándola. Al golpe, el automóvil volvió atrás; y por más que se esforzó el conductor, no pudo enderezar la dirección y el coche se fue a la orilla, por donde no había baranda, quedando con las ruedas delanteras en el aire, a una altura de consideración. Por efecto de las violentas sacudidas, todos los bultos que estaban sobre el techo del automóvil cayeron al agua, arrastrándolos la corriente. Los viajeros, como puede suponerse, estaban alarmadísimos; y doña Salvadora Cebellán, al percatarse del espantoso peligro, se acogió, angustiada, a nuestro Santo Patrono, clamando con toda su alma: ¡Santísimo Cristo del Amparo, sálvanos!" Al instante el coche se detuvo en el borde del derrumbadero, como queda dicho, saliendo del vehículo todos los pasajeros, completamente ilesos, gracias a la protección manifiesta y patente de nuestro Divino Amparador. Al abandonar el coche, uno de los viajeros, dirigiéndose a la repetida señora maestra, le dijo: "Señora, no soy de sus creencias; pero el Cristo que usted ha llamado ha venido a socorrernos. Y en acción de gracias recémosle un credo...". Y todos con profunda emoción e intenso reconocimiento, rezaron fervorosamente al Santísimo Cristo del Amparo.
Para demostrar su gratitud por tan singular favor, doña Salvadora Cebellán costeó los dos grupos de focos que lucen en la Capilla del Santísimo Cristo a ambos lados del altar.


Consignados quedan los portentos de más relieve con que de modo tan claro y manifiesto ha favorecido a Puebla del Duc el Santísimo Cristo del Amparo. También hemos dado noticia de varios otorgados a particulares, algunos de los cuales viven todavía, gracias a Dios y pueden dar testimonio del favor recibido. Muchos más beneficios de índole privada citaríamos si no detuviera nuestra pluma el justificado temor de hacer interminable la presente historia. Que conste, para terminar, que todo verdadero hijo de Puebla del Duc siente la honda convicción de haber sido objeto, en no pocas ocasiones, de la divina protección del amadísimo Cristo, al que atribuye todas sus prosperidades y bienandanzas. Si está gravemente enfermo, pongamos por caso, y recobra la salud, a El se lo agradece. Si está sano y no cae enfermo, a El declara también gratitud. Y así en todo. Y así siempre. Véase, por ejemplo, el pequeño enrayado dorado que a guisa de corona luce la imagen sobre su cabeza y el cual tiene grabada en su dorso la siguiente inscripción: "En noviembre de 1854 el vecindario, de que es propiedad, pro no haber sentido los efectos del cólera morbo".
¡Santísimo Cristo del Amparo!
¡Que tus brazos no se cansen nunca de acoger a tus amantes hijos!
¡Que jamás los habitantes de la Puebla dejen de confiar en tus espléndidos favores!
Y que el entrañable amor que te profesan lo declaren, no sólo con festejos y demostraciones externas –dignas, por supuesto, de la mayor alabanza- sino, principalmente, con la perfecta práctica de la doctrina sublime que a todos nos enseña nuestra Santa Madre Iglesia. (1)

Puebla del Duc, a 6 de mayo de 1930

LAUS DEO

En esta fecha, 6 de mayo de 1930, componen la Junta de la Cofradía los señores siguientes:
Prior: Rvdo. Doctor Don Alfredo Benavent y Benavent, Cura Párroco.
Secretario: Don Augusto Bataller Boscá, Doctor en Ciencias Físico-Químicas.
Depositario: Rvdo. Don José García Suñer, Beneficiado.
Vocales: Don Francisco Climent Pons, médico; don Ladislao Soriano Gomis, Propietario; y don Arcadio Climent Pla, Industrial.
Todos estos cargos son vitalicios, excepto el primero que es nato.
(1) Los reseñados prodigios los incorporamos a la Novena en 1944, por expreso deseo del entonces párroco de Puebla Rvdo. D. Eduardo Ballester.


GOZos


GOZOS
a la milagrosa imagen del Santísimo Cristo del Amparo, venerado en la parroquial iglesia de esta villa de Puebla del Duc

Sacro Rey Angelical
del Amparo titulado:
defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

I
El pecado original
por Adán ocasionado,
Vos, Señor, lo habéis borrado
con vuestra sangre mortal;
y al vil dragón infernal
os lo dejasteis burlado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

II
En esta villa os veneran
con la mayor devoción
en culto, fiesta o función,
pues Vos curáis nuestro mal;
y en afecto cordial
sois de todos venerado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

III
Vuestra imagen consagrada,
que es del Cielo maravilla,
la Puebla, con fe sencilla,
en Vos vive confiada.
Pues vuestra sangre Real
por nos habéis derramado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

IV
Cuando esta villa padece
de cualquier necesidad,
por vuestra inmensa bondad
alcanza lo que apetece;
y en vuestro amor paternal
vive el pueblo confiado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

V
En cierta ocasión se vio
la Puebla necesitada
y en una fe acrecentada
de agua a Vos sazón pidió;
y el término en general
nos regásteis de contado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

VI
Según está autenticado,
fue en vuestra iglesia sagrada
la bóveda arruinada,
siendo tres precipitados;
y fueron libres del mal
por Vos, Cristo consagrado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

VII
Un muy terrible huracán
a esta villa amenazó
y por vuestra imagen se vio
libre del fiero volcán.
¡Oh, Crucifijo inmortal,
cuánto por Vos se ha logrado!
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

VIII
Esta villa con gran celo
implora vuestra piedad.
Fiada en vuestra bondad,
en Vos espera el consuelo.
Libradnos, Rey inmortal,
del dragón emponzoñado.
Defendednos del pecado,
Crucifijo celestial.

Estos son los gozos más viejos que se conocen en honor del Santísimo Cristo del Amparo. Los compuso en 1826 Francisco Pons, de la Cofradíaa de Pobres Ciegos Oracionarios de Valencia. Solicitó él mismo, en 17 de abril del mismo año, la licencia para imprimirlos y cantarlos, que le fue concedida. Aunque son muy deficientes, los publicamos a título de curiosidad.


GOZOS
al Santísimo Cristo del Amparo que se venera en la parroquial iglesia de esta villa de Puebla del Duc, que le dedica su particular devoto don Félix Rafael Fayos y Capsir, notario de la misma

Pues que renombre preclaro (1)
esta villa os ha elegido,
consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

I
A esta villa venturosa
dos estudiantes llegaron
y al desaparecer dejaron
vuestra imagen portentosa.
Ya que milagro tan raro
a esta villa os ha traído,
consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

II
Esta villa no sabía
que erais celestial presente
y en un olvido patente
bajo el órgano os tenía.
Perdonando el desamparo
por vuestra imagen sufrido,
consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

III
Nos demostrásteis vuestro amor
cuando a esta villa –angustiada
por sequía continuada
dísteis riego bienhechor;
y entonces se vio más claro
nuestro desastroso olvido.
Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

IV
El año mil setecientos
setenta y dos discurría
y por calmar la sequía
os trasladan al Convento.
Un gran riego al suelo avaro
por Vos le fue concedido.
Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

V
Al derruir de este templo
la bóveda ruinosa,
la caída milagrosa
de José Capsir contemplo.
Con vuestro nombre tan caro
se vio Capsir socorrido.
Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

VI
Un huracán formidable
que a esta villa amenazó,
lo dividió y rechazó
vuestro poder admirable.
Tal portento, sin reparo,
por milagro fue tenido.
Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

VII
En todas necesidades
sois de esta villa el consuelo;
y sus hijos con anhelo,
invocan vuestras bondades.
Sed, pues, amoroso faro
del que os llama arrepentido.
Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

VIII
Del sencillo labrador
que en vuestras bondades fia,
sed Vos su amparo, su guía
y bendecid su sudor.
Y pues en su desamparo,
a Vos, Señor, se ha acogido,
consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo.

Son estos los gozos que actualmente se cantan. Se estrenaron en las fiestas de septiembre de 1872, en que se celebró de una manera solemnísima el primer centenario del primer milagro ostensible del Santísimo Cristo. Por decirse en el estribillo de estos gozos Santo Cristo del Amparo, fueron preferidos a los que insertamos en último lugar.

(1) Renombre: Apellido, epíteto de gloria o fama.


GOZOS
que a su venerada imagen del Santísimo Cristo del Amparo dedica su piadoso devoto don Francisco de Paula Bataller y Capsir, Director de Telégrafos de la provincia de Alicante.

Buen Jesús, que desde el Cielo
escucháis nuestro clamor:
sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

I
A vuestra imagen preciosa,
de angélico ignoto origen,
los desgraciados dirigen
su plegaria fervorosa,
que, benigno, allá en el Cielo,
siempre escucháis con amor.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

II
La Puebla, en sus aflicciones,
siempre a Vos ha recurrido
y vos siempre habéis oído
sus fervientes oraciones.
Por eso, en su desconsuelo,
os invoca con fervor:
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

III
Si una ardorosa sequía
desdichas sincuento augura,
vuestra paternal ternura
copiosas lluvia envía
que fecundizan el suelo
y alientan al labrador.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

IV
Si tempestad horrorosa
nuestros campos amenaza,
vuestra bondad rechaza
y nos protege amorosa.
Y puesto que tanto anhelo
demostráis por nuestro amor,
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

V
Si de este templo elevado
la bóveda se desprende
y en su caída comprende
a un albañil desdichado,
álzase ileso del suelo
invocándoos con fervor.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

VI
Si rayos desoladores
contra el templo se revuelven
y entre ruinas envuelven
a vuestros adoradores,
a Vos claman con empeño
y sanos salen, Señor.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

VII
Es vuestra imagen hermosa
nuestra más firme esperanza,
iris de paz y bonanza
en la vida procelosa,
refugio en el desconsuelo,
delicia de nuestro amor.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.

VIII
Consérvanos siempre dignos
de vuestra predilección,
miradnos con compasión
y haced que jamás indignos
seamos de que del Cielo
nos escuchéis con amor.
Sednos Padre y Protector,
sed nuestro amparo y consuelo.


Estos gozos fueron también compuestos en el mencionado año del Centenario, 1872



ORACIÓN POPULAR

A Vos, Pastor soberano,
os pido gracia y favor.
Tendedme la diestra mano
y cantaré con amor
vuestras glorias al cristiano.

Preciosísimo laurel
a quien la Puebla venera:
sois un sangriento clavel.
La villa, con fe sincera,
ve en Vos al Dios de Israel.

Dos estudiantes llegaron
un buen día; y con gran celo
el Hospital visitaron
y vuestra imagen dejaron,
que es nuestro mayor consuelo.

Dentro del santo Hospital
vuestra imagen encontraron.
Con fe ardiente sin igual
a la Parroquia os llevaron
en comitiva triunfal.

Bajo el órgano os tenían
con culto y honor modestos...
Aún, entonces, no sabían
los milagros manifiestos
que en vuestro poder verían.

De pan falta y de sazón,
vióse la Puebla afligida;
y al Convento, en procesión,
llevó la imagen querida,
suplicando compasión.

Aquel día el sol lució
con su luz más viva y clara.
Mas Jesús determino
obrar maravilla rara
y al instante se nubló.

Ya en procesión salía
y la gente se pasmó.
¡Oh, cuánta nieve caía!
Y a los tres días llovió.
Y el agua alegre corría.

Gran cantidad alquilaron
de cirios, que en el sermón
y Misa, siempre brillaron;
y causó admiración
que sólo una onza quemaron.

Cuando con gran sequedad
la villa fue castigada,
alcanzó vuestra piedad
la fecunda lluvia ansiada,
fin de la calamidad.

Libráis de todos los males:
de malignas calenturas,
de dañinos animales,
de propensiones impuras
y de acechanzas fatales.

En el trance peligroso,
a Vos llama la mujer,
Crucifijo poderoso;
y al punto logra obtener
en Vos consuelo y reposo.

A las fieles gentes pías
defended de las furiosas
tormentas y hechicerías
y dad cosechas copiosas
para mantener sus días.

Fulgente Rey del Edén,
donde todo bien se encierra:
os suplicamos también
salud y paz en la tierra
y la Gloria Eterna. Amén.

No se sabe quién fue el autor de esta vieja canción. La cantaba el pueblo. Y también la cantaban, de puerta en puerta, algunos ciegos mendigos, acompañándose de la guitarra. Como no estaba impresa, pasaba de boda en boca, adulterándose con el tiempo. La hemos corregido y depurado, conservándole, en cuanto ha sido posible, su primitiva forma.


FIN
de la MONOGRAFÍA, ESCRITA EN 1930










APÉNDICE I

DESTRUCCIÓN


El 18 de julio de 1936 estalló la contienda civil que ha pasado a la Historia con el nombre de Guerra de la Liberación.
En la zona llamada roja comenzó inmediatamente la vandálica y encarnizada persecución religiosa.
En 21 de dicho mes el Comité revolucionario de Puebla dio orden de cerrar la Iglesia, con el pretexto de que así quedaría mejor guardada y defendida contra cualquier desmán que pudiera surgir. Encomendaron las llaves al señor Cura, entonces Reverendo Don Roque Soliva Bernad, caído poco después por Dios y por España. Era natural de Borriol, provincia de Castellón. Le prohibieron terminantemente que celebrase, que permitiera entrar a nadie en el templo y que entrara él mismo demasiado. Ya en el día siguiente, por primera vez en la vida, fuera del Viernes Santo, dejaron de oírse los tañidos de las campanas.
El día 23 el señor cura, por intimación del Coité, hubo de entregar las llaves. Para evitar el más espantoso de los sacrilegios, dicho señor, con muy buen acuerdo, sumió todas las Formas consagradas.
Y llegó el 30 de julio, día de los Santos de la Piedra Abdón y Senén. Todos los años ese día era de gran fiesta en la Puebla, porque bien una calle, bien otra, organizaba y celebraba cultos y regocijos en honor de aquellos simpáticos Patronos del labrador. Se adornaba la correspondiente calle con arcos de follaje, gallardetes, guirnaldas y vistosa iluminación, derrochando ingenio y arte espontáneo. Había Misa solemne, sermón y procesión muy concurrida; música, pasacalle, danza al estilo valenciano, correguda de jóyes, cucaña, tracas, cohetes y hasta castillo de fuegos artificiales, según el rumbo y esplendidez de los festejos en turno... Pero en aquel fatídico año 1936, en vez de fiesta hubo luto y dolor inmenso en el corazón de todo católico verdadero. Nunca podremos olvidarlo.
Ya por la mañana, alrededor de las ocho, comenzaron a venir a Puebla autos y camiones con gente armada. Después de comer, serían las tres de la tarde, abrieron el templo, sacaron las imágenes y las depositaron en las escuelas, antiguo Hospitalet, en la indicada plaza. Y en seguida comenzó la destrucción de lo que había dentro de la iglesia. Rasgaron los cuadros, rompieron los cristales, destrozaron los confesonarios y todo lo deshicieron alegremente, con una actividad y rapidez dignos de la mejor causa. Los diversos trozos los sacaban a la plaza; y los chicos y algunos grandes los arrastraban afuera del caserío, por el portal del Trinquet. Casi junto a las casas, en medio del camino de Cuatretonda, hicieron con todo una hoguera, que estuvo ardiendo continuamente durante dos días y medio. Nadie lo impidió. Nadie protestó públicamente. Se desplegó tal lujo de vigilancia que resultaba imposible cualquier intervención.
No respetaron nada aquellos desgraciados: ni esculturas ni ornamentos ni altares.
El templo parroquial de Puebla del Duc era uno de los mejores en su categoría, no sólo por su capacidad y buena traza, sino, además, por los magníficos altares y bellas imágenes que guardaba. Había en él obras de arte que constituían el legítimo orgullo de los poblanos, fueran o no creyentes. Y los forasteros se admiraban de que en esta pequeña villa tuviésemos joyas de tan positivo mérito. Pues nada consiguió respeto: ni lo histórico, ni lo artístico, ni lo más sagrado.
El altar mayor, de estilo barroco, elevado y grandioso, con sus interesantes imágenes de la Assumpta y Cristo en la Cruz, fue derribado con inmenso estrépito, deshecho y arrojado a la hoguera.
El hermoso altar del Santísimo Cristo del Amparo, de estilo gótico florido, con notables relieves de escenas del Calvario y con bellas imágenes de San Ladislao y San Joaquín, fue también consumido por el fuego, excepto los indicados relieves, salvados por Enrique Fayos Martínez.
Y en la hoguera pararon los excelentes altares del Sagrado Corazón de Jesús y de la Virgen de los Dolores. Estos altares y el del Smo. Cristo del Amparo se erigían en la Capilla de la Comunión.
Todos fueron destruidos, todos: El de San José, con rico dorado del siglo XVIII, que se hizo por disposición testamentaria de Josepha Albert, en 1767; el de los Santos de la Piedra; el de San Blas, Patrono de la villa... ¡Todo al fuego!
Uno de los altares que más dolió a los que tanto nos place lo típico de nuestra región, fue el de la Virgen del Rosario. De genuino estilo barroco valenciano, era un pequeño altar en el que apenas paraba mientas la generalidad de los fieles; pero los entendidos en las bellas artes lo admiraban con satisfacción. Ostentaba pinturas de un buen artista, que, sin llegar a genio precisamente, fue, sin duda, estimable pintor. Y aquello lo quemaron. Tuvieron alma para eso. ¡Cuán vergonzosa incultura!
La Trinidad, curiosa muestra de evolución del clásico, de últimos del XVII, donada a la Parroquia, poco tiempo hacía, por doña Salvadora Cebellán y magistralmente restaurada a expensas de la misma, ¡al fuego! ¡Todo al fuego! ¡Que no quedase nada! ¡Había que quemarlo todo!
Idéntica suerte cupo en la iglesia del Convento. Su altar mayor era de talla, del siglo XVII, barroco también, valorado en quince mil duros (en 1936). No le defendió su mérito: ¡al fuego! Y la Virgen del Río, diminuta imagen milagrosa, de bella tradición; y la antigua imagen de Santa Lutgarda; y el cuadro de la Soledad o Virgen del Empeño, así llamada porque viniendo a la Puebla el Beato Gaspar Bono, la dejó en prenda en una posada de Alcira, hasta que pudo pagar el hospedaje. ¡También al fuego! ¡Todo al fuego!
Lo mismo hicieron con la Capilla de la Divina Aurora. No había allí mucho que destruir; pero la imagen era muy bella.
Y también rompieron y quemaron lo del pequeño oratorio de las monjitas trinitarias del Colegio de San José...
Pero ¿y nuestro Santísimo Cristo del Amparo? ¿Permitiría que lo profanaran, que lo destruyeran, que lo aniquilaran? ¿Consentiría en desaparecer definitivamente de nuestra vista? ¿Abandonaría para siempre su amada Puebla, a la que dio, a través de los siglos, tan manifiestas y abundantes pruebas de singular benevolencia y a la que vino prodigiosamente para cobijarla con su dulce amor? ¿Qué sería de Puebla del Duc, sin el Santísimo Cristo del Amparo? Un cuerpo sin alma, sin vida ni razón de ser. La Puebla sin el Cristo del Amparo, ya no sería la Puebla. Generaciones y generaciones de poblanos se habían postrado a sus pies implorando el perdón de sus culpas, confiándole sus cuitas y suplicándole consuelo y alivio en sus penas y necesidades. Y ¡jamás! quedaron fallidas sus esperanzas. El Cristo era su Padre, su Consejero y descanso. Cierto que en los días tristes a que nos referíamos había algunos, bastantes por desgracia, que le negaban; pero la mayoría del pueblo, aunque acobardada, lo tenía siempre en los labios y en lo más íntimo del corazón... Y el Santísimo Cristo no quiso abandonarnos.
Dios inspiró, seguramente, al cofrade Blas Mompó Calatayud, modesto y honrado labrador, que saliera de casa y corriese al templo con ansia de impedir la destrucción de la Sagrada efigie. Cuando entró, ya la turba había roto los cuadros, bancos y confesonarios y sacádolos afuera para prenderles fuego, al que se arrojaron inmediatamente la imagen de San Blas, Patrono de la villa. Seis de aquellos locos se encaramaron al altar del Cristo y se agarraron a la cruz con propósito de arrancarla de su peana. Forcejeaban ahincadamente y no podían. Redoblaron sus esfuerzos. Ya crujía la cruz por su base. Ya iban a dar con el Santo Cristo en tierra... Pero en aquel instante, Blas Mompó Calatayud, no pudiendo contenerse dió una gran voz, gritando: "Cuidado con el Santo Cristo! ¡No lo rompáis! ¡Dádmelo a mí!..." Quedaron paralizados un momento los asaltadores, presa del mayor asombro. Y como sugestionados por la inesperada voz, descolgaron el Crucifijo, solícitamente, de la cruz de lujo, en la que estaba como engastado y le pusieron en brazos del fervoroso cofrade, quien, con el máximo respeto posible en aquellas circunstancias, lo trasladó a la escuela y lo dejó entre las demás imágenes. Nadie molestó al Mompó Calatayud. Volvió en paz a su casa. El Santísimo Cristo le protegía por la valiente demostración de amor filial.

Decidió el Comité vender las esculturas depositadas en la escuela. Todo el que quisiese podía llevarse la que deseara, previo pago del rescate determinado. El día 5 de agosto, a las doce de la noche –la hora no podía ser más oportuna- comenzó la venta. Varios vecinos se quedaron algunas. Y fue entonces cuando los cofrades don Blas Soriano Corredor –cuyo apellido tan vinculado está a la moderna historia del Cristo del Amparo- y el industrial don Rafael Lluesma Gras, determinaron rescatar el amado Crucifijo, por el precio que les exigió el Comité: ciento cincuenta pesetas, treinta duros, ¡treinta monedas, como en su Sagrada Pasión!, pero mediando ahora la inmensa diferencia de que los devotos mencionados lo adquirieron con el amoroso designio de preservarle de sus enemigos.
Ya muy avanzada aquella misma noche, el señor Soriano lo llevó ocultamente al domicilio de don Rafael Lluesma, donde la buena esposa de éste, doña Consuelo Serrano de León, envolvió la santa imagen en virutas y sábanas y la escondió debajo de un gran montón de leña, permaneciendo así hasta el final de la Guerra de Liberación. De los antedichos cofrades se valió el Santísimo Cristo para que su portentosa efigie, prenda segura de divino amor, permaneciese entre nosotros. El les haga siempre objeto de su celestial amparo.
Se llevó a efecto con tal cautela y sigilo este asunto de la ocultación, que, aparte de los actuantes, fueron contadísimas las personas que se enteraron. La mayoría creyó con dolor que habíamos perdido la imagen definitivamente; y sólo un reducido grupo acariciaba la remota esperanza de volverla a venerar. Fue un angustioso eclipse que duró tres años y cubrió los corazones de fatídica sombra y amargura.

Las imágenes que no se rescataron fueron quemadas al día siguiente de la venta. Un grupo de mozalbetes las sacó por el jardín de la escuela, atravesó el huerto de la casa contigua, las arrojó al campo inmediato e hizo de ellas una hoguera. Ardió entonces un crucifijo que se temió pudiera ser el Cristo del Amparo; y sólo cuando terminó la guerra supimos que se trataba el crucifijo de la sacristía, de tamaño aproximado al anterior y de parecida factura.
A los dos o tres días de la venta de las imágenes, una turba de jovenzuelos recorrió las casas de los rescatadores y se las llevaron para quemarlas. Por muy escondidas que estuviesen, daban con ellas y las arrebataban. Al Corazón de Jesús lo descubrieron oculto bajo un millar de gavillas de sarmientos. Lo revolvían todo, sin perdonar rincón ni escondrijo. ¡Gallardo y elegante proceder!: Asaltan y despojan la iglesia. Se incautan de las imágenes robadas y las venden. Y luego, faltando a su palabra, las vuelven a robar y las aniquilan, haciendo así burla y chacota de los ingenuos que se confiaron.
A la noche siguiente, un numeroso grupo de indeseables invadió las casas que tenían imágenes propias y obligó a los dueños a que las quemaran; y si no querían, las sacaban a viva fuerza y las quemaban ellos. Así destruyeron la célebre Cañamasa, grupo escultórico del Descendimiento de la Cruz, imitación de la Roldana, joya artística digna de conservarse y lucir en una catedral. Pertenecía a la familia de don Luis Guarner. También hicieron quemar la bellísima Soledad, de los señores Bataller, si bien se pudo salvar el rostro y el espléndido manto. Quemaron el Nazareno, el Ecce Homo, de los señores Soriano; el Paso del Huerto, de la familia Gomar; el Santo Sepulcro, de los Climent y Bataller, imágenes todas que salían en las procesiones de Semana Santa, que eran muy notables; el San Vicente Ferrer, de la familia Llinás Ferrer; el San Francisco de Paula, de la familia Boscá Climent; la Dolorosa, de la del señor Tomás Gomar. Y otras imágenes y cuadros de menor mérito que se veneraban en domicilios particulares.
Teníamos en Puebla una interesantísima escultura de la Edad Media, imagen de la Virgen, llamada la Capitana porque lo fue –según costumbre de aquel tiempo- de uan tropa de cristianos que peleó –cuando la reconquista del Reino de Valencia- en la famosa batalla de Luchente, la de los Corporales de Daroca. Pertenecía la histórica imagen a la familia de los señores Bataller, descendiente de la de dos héroes que perdieron la vida en aquel memorable hecho de armas. Pues bien: ese tesoro, emblema de fe, de tradición y de heroísmo, fue arrojado a las llamas, sin respeto a sus siete siglos de antigüedad...
Bien se afanaron y ufanaron en la obra de barbarie aquellos infelices. Uno de ellos decía: "¡Quant he treballat! ¡Qué rendit estic!... Pero ¡qué agust!..."
Dios perdone tamaña insensatez.

Puebla del Duc, a 15 de mayo de 1954


APÉNDICE II

resurgimiento


Aquel histórico parte de primero de abril de 1939, en que el invicto Generalísimo, Excelentísimo Señor Don Francisco Franco Bahamonde, anunció a España y al mundo que la Guerra de Liberación había sido coronada con el glorioso triunfo de las armas nacionales, fue recibido por los buenos católicos y españoles, con júbilo y entusiasmo inenarrables. Los que tuvieron la buena fortuna de oírlo por radio, lo escucharon llorando de alegría. Ya podíamos salir de las catacumbas. Ya podíamos confesar públicamente nuestras creencias, asistir al templo y oír Misa, rezar en la iglesia y en las calles a la Santísima Virgen y recibir los Sacramentos, adorar a Dios y racticar nuestra Santa Religión sin miedo a persecuciones. Y cuando se supo que la divina efigie del Santísimo Cristo del Amparo permanecía casi intacta en su querida Puebla, el gozo y la emoción no tuvieron límites. Muchos corrieron a donde se hallaba, libre ya del montón de leña que la ocultó por espacio de tres años; y al verla cayeron de rodillas, besando sus pies y manos y bañándolos con lágrimas de amor y reconocimiento. ¡Ya no seríamos jamás desamparados!

La Cofradía estaba como deshecha. Sólo nos quedaba su base y fundamento, lo principal: la divina imagen; y además, la cruz de lujo, pero con la parte inferior rota y sin la artística peana que la avaloraba. Todo lo demás lo habían destruido: el magnífico altar, los ángeles o mancebos, los cipreses, las andas, las albas de la procesión y el hermoso dosel que era un encanto. Había que rehacerlo todo, volver a empezar, reconstruir lo que tantos afanes costó durante el curso de largos años. Ni siquiera existían los libros de actas y de cuentas, ni el registro de cofrades. Las turbas los quemaron también.
El 30 de julio del Año de la Victoria, se reunió, bajo pregón, en la sacristía de la Parroquia, una junta general o magna asamblea, presidida por el Cura accidental Rvdo. Padre Alfredo Peretó, escolapio, a la que asistieron, no sólo los cofrades, sino, además, las autoridades todas y muchos otros devotos. La Junta Directiva expuso a la concurrencia la precaria situación en que se encontraba la Cofradía y la exhortó a que no perdonase ningún sacrificio para que el culto a nuestro excelso Patrono recuperase el antiguo esplendor. Todos prometieron con verdadero entusiasmo hacer lo que estuviera a su alcance para que la recomendación de la Directiva fuese pronto una realidad. Seguidamente se pasó a tratar los detalles de la salvación de la sagrada imagen.
Por hallarse en Valencia don Rafael Lluesma con su familia, don Blas Soriano Corredor, en nombre propio y en el de dicho señor, puso en aquel acto la imagen del Santísimo Cristo del Amparo a disposición de su Cofradía. La Junta General, por aclamación, acordó constase en acta el mayor agradecimiento a los repetidos señores, como asimismo a Blas Mompó Calatayud, que fue quien en el primer instante del despojo de la iglesia, impidió, con riesgo de su persona, fuera destruida la preciosa efigie y la trasladó a la escuela de niños, precisamente el viejo Hospitalet, donde el 4 de diciembre de 1624 tuvo lugar el providencial hallazgo.
La asamblea deliberó a continuación sobre la necesidad de restaurar el Santo Crucifijo, que gracias a Dios se conservaba íntegro, pero con algún pequeño desconchado y alguna grieta en la encarnadura, por razón de su larga estancia de tres años escondido bajo leña; y entonces el Vocal don Ladislao Soriano Gomis (e.p.d) hizo presente que su sobrino don Eleuterio Soriano Corredor se encargaba de costear los gastos de restauración y que el artista señor Ponsoda, de Valencia, restaurador de la imagen de la Sma. Virgen de los Desamparados de dicha capital, haría lo propio con nuestro Cristo, antes de las fiestas del próximo septiembre, con tal de que le llevaran con tiempo la escultura, pues dado el ímprobo trabajo que pesaba sobre él, no le era posible desplazarse a Puebla ni un solo día. Complacidísima la Junta General acordó aceptar el ofrecimiento de don Eleuterio Soriano y que se nombrara una comisión que acompañase al Cristo a Valencia, cuya comisión quedó formada por el señor Cura Rvdo. Padre Alfredo Peretó (e.p.d), don Blas Soriano Corredor, don Arcadio Climent (e.p.d) y don Juan Bautista Soler Semper. El mismo don Ladislao ofreció su automóvil para el traslado a Valencia de la bendita imagen y sus acompañantes. La Junta General tomó el acuerdo, unánimemente, de dar a los Eleuterio Soriano y a su señor tío don Ladislao las más expresivas y merecidas gracias.
Durante el breve tiempo que tardó en habilitarse en el templo parroquial un sitio para exponer la sagrada imagen a la veneración de los fieles, permaneció en casa de los señores Soriano; y una memorable mañana salió de allí en conmovedora procesión, trasladándose a la iglesia, donde se le puso en el modestísimo lugar que se le había designado, hoy altar de San Vicente. Pocos días después, a primeros de agosto, se llevó a Valencia para su restauración, acompañado por la comisión nombrada; y unos días antes de las tradicionales fiestas de septiembre volvió el Smo. Cristo del Amparo a la Puebla y a su iglesia, perfectamente restaurado, aunque de color bastante más oscuro que el primitivo.
No es necesario decir, porque se supone, que la procesión del 5 de septiembre de aquel año, primera de su fiesta que se celebraba después de la guerra, tuvo carácter de apoteosis. Recorrió todas las calles y plazas del pueblo. Las andas eran prestadas, pues carecía de ellas, como de todo lo demás; los portadores no vestían las típicas albas, porque habían desaparecido; la iluminación de la imagen era muy humilde porque no se disponía de otra mejor...; pero, a pesar de las deficiencias, la comitiva resultó impresionante, devotísima, interminable. Más de un centenar de personas caminaban con los pies descalzos, en cumplimiento de votos y promesas. ¡Cuántos pechos vimos estallar en sollozos, de gratitud unos al verse libres de la opresión y la pena, otros recordando seres amados sucumbidos en la pasada lucha fratricida! El Smo. Cristo derramaría el bálsamo de su consuelo sobre tantos corazones llenos de amargura.

"Consolad al afligido,
Santo Cristo del Amparo..."

Poco a poco iba resurgiendo la Cofradía. Pero continuaba sin andas propias, sin altar y sin dosel. Hasta que en la procesión del 5 de septiembre de 1942 se estrenaron unas artísticas y magníficas andas, con farolada espléndida, regaladas por el generoso cofrade don Eleuterio Soriano Corredor. La Junta Directiva, en sesión del 22 del indicado mes, acordó por aclamación nombrar a dicho señor, Vocal Honorario, como la mejor prueba de agradecimiento a su noble rasgo y amor al Smo. Cristo del Amparo, manifestado de manera tan relevante, no sólo en la restauración de la santa efigie, sino también en la donación de las hermosas andas.

El general deseo de que se constuyese al Smo. Cristo del Amparo un altar digno del amor que se le profesa, iba creyendo de día en día. Verdaderamente nos daba mucha pena ver la pobreza con que se presentaba a la veneración de su pueblo, acostumbrados como estábamos a contemplarle expuesto con el decoro propio de su realeza. Pero la Cofradía no tenía dinero. Apenas si le bastaba para sufragar los gastos del Novenario y de la fiesta de septiembre. Por ello la Junta General en sesión de 27 de julio de 1941, acordó elevar la cuota anual de los cofrades; y don Salvador Gosalbo Camarena (e.p.d) propuso en la misma sesión que el aumento íntegro se fuese acumulando hasta reunir el capital necesario para la erección del altar. Así se acordó. La idea era buena, sin duda alguna, pero de lentísima realización. Transcurrían los meses; y el fondo para el altar crecía raquíticamente. Viéndolo así el Rvdo. Cura Padre Alfredo Peretó, advirtió a la Junta General, en sesión de 28 de diciembre del mismo año que debía abrirse una suscripción a tal fin, encabezándola pra dar ejemplo los señores de la Directiva. Todos se adhirieron con gusto al deseo del señor Cura; e inmediatamente quedó redactada la primera lista cuya suma de donativos ascendió a mil cuatrocientas noventa y cinco pesetas. Quedó en suspenso el acuerdo, por motivo de que en agosto del año sigiente, o sea el de 1942, cesó en este Curato el mencionado Padre Peretó, sucediéndole el Reverendo Don Eduardo Ballester y Ferrer, natural de Pedreguer, en la comarca de la Marina.
El nuevo señor cura, deseoso como el que más, de que se hiciera el altar, expuso a la Directiva, en sesión de 22 de septiembre del referido año 1942, que se debía activar su adquisición, pues era una necesidad, por todos reconocida, proporcionar a la bendita imagen un altar que no desdijese de su mérito, no ya sólo por la devoción que se le profesaba, sino también por su valor artístico; y que debía empezarse cuanto antes, aunque no hubiera fondos suficientes para terminarlo en seguida, pues la Providencia premia la buena voluntad y celo que se pone en el servicio de Dios. Mostraron unánimemente su conformidad los señores de la Junta y acordaron ponerse al habla con diferentes artífices, tanto en mármol como en madera y yeso, para que presentasen bocetos o proyectos cuyo buen estilo y coste fueran aceptables, a juicio de la Cofradía. Y en la reunión que la Directiva celebró en 14 de octubre de 1942, por cierto que en casa del Vocal don Arcadio Climent, que se hallaba a la sazón quebrantado de salud y no podía acudir a la Abadía, se encareció la precisión de dar ya los pasos definitivos para la construcción del deseado altar y se examinaron las ventajas e inconvenientes de los materiales que se emplearan. Hubo quién opinó que debería hacerse de escayola, porque cualquiera otra materia resultaría muy costosa y se habría de esperar mucho tiempo para reunir la debida cantidad. Además tenían algunos entendido que la superior autoridad eclesiástica prohibía que se construyeran altares de madera. Repuso el señor Prior, que el altar, en realidad, es la mesa sobre la que se celebra la Santa Misa; que lo demás, llamado altar impropiamente, es el retablo; y que se estaban construyendo muchos retablos de madera, sin que se opusiese la autoridad. Uno de los vocales manifestó su opinión de que un altar de talla de madera se prestaba más al lucimiento del artista; que si bien un retablo de escayola podía resultar bello, no sería tanto como de madera; y que en cuanto al orden económico, bien valía la pena de esperar a reunir el dinero necesario, con tal de que el Smo. Cristo del Amparo tuviese un altar digno de la devoción y amor de sus fieles hijos. Prevaleció la opinión de que fuese de talla, por lo que poco después de la sesión referida y examinados varios bocetos, se encargó el trabajo al tallista y dorador Ramón Porta, de Oliva.
y al fin, el 11 de enero de 1944, último día del Novenario al Smo. Cristo, el Rvdo. Señor Cura Don Eduardo Ballester tuvo la complacencia de bendecir el nuevo altar en solemne ceremonia, a la que asistieron las Autoridades, Jerarquías, la Cofradía y una gran muchedumbre plena de alegría y de profunda emoción. En representación del pueblo y de los devotos en general, actuó de padrino el Alcalde y Jefe Local del Movimiento don Salvador Gosalbo Camarena.
El altar es de estilo gótico y costó trece mil pesetas, reunidas con fondos de la Cofradía y con donativos de los devotos, tanto de Puebla como forasteros. En la expresada suna no está comprendido el precio de los relieves de la Pasión, procedentes del altar destruido, ni el del sagrario, ni el de las imágenes de la Virgen del Pilar y de Santiago Apóstol que ornamentan el retablo. El sagrario, dorado con oro de veintitrés quilates, costó dos mil quinientas pesetas y fue costeado por don José María Capsir y Banquells y su esposa doña Berta Albalat, en cumplimiento de unas mandas pías de su difunto tío don José-Damián Capsir y Cañamás, destinadas a otro fin, pero empleadas en éste con la debida autorización de la Superioridad, por considerarse más necesario y conveniente. Las imágenes de la Virgen del Pilar y de Santiago Apóstol fueron regaladas por la señorita Maria Amparo Albalat Bataller. Costaron seiscientas pesetas cada una. El lienzo que cierra el nicho del Smo. Cristo del Amparo, lo pagaron don Eliseo Boscá (e.p.d) y su esposa doña Pepita Bataller y lo pintó gratuitamente en 1945 el devoto cofrade don José Zamorano Ferrer.

Era una gran lástima que en la procesión de fiestas no vistieran los portadores del Cristo las tradicionales albas desaparecidas, que tanto realce daban al solemne cortejo. Se trató este punto en la Junta General de 29 de septiembre de 1946; y uno de los vocales dijo que no tendría inconveniente en costear una de ellas y ofrecerla a la Cofradía. Al punto hicieron suyo este pensamiento varios de los señores presentes y se reunió el número necesario para adquirirlas, a saber, veinticuatro, doce albas para cada uno de los dos turnos que se relevan durante el curso de la procesión. Agradecida la Junta por rasgo tan laudable, dispuso que para la procesión del año próximo no hubiera sorteo de portadores, sino que fuesen los donantes quienes estrenasen las albas y llevasen en hombros el venerado Crucifijo. Con la debida antelación fueron encargados los correspondientes cíngulos morados, al fabricante de ornamentos litúrgicos don Rafael Peris, de Valencia. Y en la procesión de septiembre de 1947 tuvo la Puebla la satisfacción de ver renovada la vieja costumbre. Las veinticuatro albas costaron doscientas pesetas cada una, en total cuatro mil ochocientas. Los cofrades que las costearon fueron los siguientes:
Don Ezequiel Fayos Santamaría, agricultor.
" Salvador Gosalbo Camarena, del Comercio.
" Salvador Gosalbo Santamaría, del Comercio.
" Antonio Climent Fayos, enólogo.
" Francisco Soler Bataller, agricultor.
" Juan Bautista Soler Semper, agricultor.
" Eduardo Alegre Fayos, arquitecto.
" José Alegre Fayos, médico.
" Enrique Alegre Fayos, médico.
" Francisco Giner Soler, agricultor.
Ilmo. Sr. D. Luís Guarner Pérez-Musoles, Caballero del Santo Sepulcro,
catedrático.
Don Blas Soriano Corredor, propietario.
" Gilberto Llinás Ferrer, abogado.
" Francisco Climent Sáez, maestro y empleado.
" Enrique Fayos Merí, agricultor.
" Ricardo Gosalbo Gosalbo, empleado.
" Eliseo Boscá Gomar, propietario.
" Vicente Fayos Alonso de Medina, perito agrícola.
" Juan Bautista Ibáñez Gandía, agricultor.
" José Francés Martínez, del Comercio.
" Jesús Pastor Pastor, agricultor.
" Luis Navarro Monforte, farmacéutico.
" José María Capsir Banquells, abogado.
" Víctor Martínez Navarro, industrial.

Como en agosto de 1951 se dispuso dotar de iluminación eléctrica a las andas y que dicho alumbrado se estrenase en la procesión del inmediato septiembre, fue necesario alargar las barras para añadir cuatro portadores, más otros cuatro de relevo, en suma ocho más, porque así lo exigía el considerable aumento de peso que daban a las andas los dispositivos de las pilas eléctricas y accesorios consiguientes. Por lo tanto el número de portadores ascendió aquel año a treinta y dos, ocho de los cuales no pudieron vestir alba, porque solo se disponía de veinticuatro. Pero en el año siguiente, 1952, los cofrades don Francisco Blasco Bataller y don Juan Bautista Montaner Pons, tuvieron la generosidad de adquirir dos albas para la Cofradía, por lo que gozaron del privilegio de estrenarlas y llevar al Smo. Cristo, caso que se repitió al año siguiente con los señores don Miguel Genovés y don Vicente Pardo Mompó. Quedan, pues, en el día que escribimos (3 de julio de 1954), cuatro albas por adquirir. No faltarán fieles devotos que las proporcionen. Y el Santísimo Cristo, como siempre, recompensará su desprendimiento.

Ya teníamos restaurada la sagrada imagen. Ya teníamos también las espléndidas andas y el bello altar. Se habían estrenado nuevas albas. Pero aún carecíamos de algo de suma importancia para la majestuosa presentación del Cristo; el regio dosel en que se le colocaba durante el Novenario y en la fiesta de septiembre. Después de la guerra se dispuso un dosel provisional compuesto de un armazón de madera recubierto de damascos. Mas a pesar de lo que se esmeraban en su arreglo los cofrades y cofradesas, resultaba muy pobre en comparación con el antiguo. La Cofradía y el pueblo en general, deseaban ardientemente un dosel tan suntuoso, por lo menos, como el destruido por los incendiarios. Pero se tropezaba con lo de siempre: la falta de dinero. Por eso el Rvdo. Señor Párroco Don Alberto Villalba propuso a la Junta General, en sesión de 10 de diciembre de 1952, se constituyese una Comisión pro Dosel que se encargara de recaudar la cantidad necesaria y gestionar todo lo relativo al mismo. Y el miércoles, 21 de enero del 53, en una reunión convocada al efecto, quedó constituida la expresada Comisión, en medio del mayor entusiasmo. La integraron treinta y cuatro miembros, bajo la presidencia del señor Cura y se nombraron Secretario, Contador y Tesorero respectivamente, a los señores don José Francés Martínez, del comercio, don Ramón Esteve Girbés, maestro nacional y don ´Tomás Perelló Durá, agricultor.
Sin pérdida de teimpo comenzó la Comisión a trabajar; y lo primero que decidió fue recorrer las casas del pueblo, una por una, apelando a la generosidad de los fieles.
Justo es decir que el alma de esta actuación fueron el Rvdo. Señor Cura Don Alberto Villalba y el digno Alcalde don José Gomar Bort, quienes con admirable celo y habilidad y secundados eficazmente por el resto de la Comisión, supieron pulsar las fibras más sensibles del amor de los poblanos al Smo. Cristo del Amparo. También se escribió a los hijos de la Puebla residentes en otras poblaciones. Y tanto unos como otros correspondieron generosamente a la invitación.
Apenas reunida una cantidad esperanzadora, se encargó el 5 de mayo al escultor señor Casanova, de Valencia, la confección del dosel. Al efecto se proporcionó al indicado escultor una fotografía del dosel antiguo, pues era deseo del pueblo que, a ser posible, el nuevo fuera una exacta reproducción del anterior, lo que pudo lograrse, pues la única diferencia de un dosel al otro consiste en que el nuevo es mayor. Mide de altura poco más de cuatro metros. Costó sobre quince mil pesetas.
El 5 de septiembre de 1953, festividad tradicional del Smo. Cristo y antes de la Misa llamada del Traslado, el Rvdo. Señor Arcipreste de Manises Don José Granell Cardo bendijo el dosel, ante la alegría del pueblo, que llenaba la iglesia. Fueron padrinos de la bendición la señora doña Milagro Boscá Vidal, de Coco, y el honrado labrador Blas Mompó Calatayud, que merecían cumplidamente este honor por lo mucho que se interesó la citada señora en la elección y compra del terciopelo, oro, bordados, etc., incluso haciendo varios viajes para mejor poner a la Comisión al tanto de la marcha del asunto; y en cuanto a Mompó Calatayud, bien digno era del honor del padrinazgo por la solicitud y valor demostrado al salvar, con indiscutible riesgo, la sagrada imagen.

El resurgimiento material, digámoslo así, de la Cofradía, era ya un hecho. Falta tratar del renacimiento espiritual. Todos los Párrocos de Puebla del Duc han sido unos excelentes sacerdotes que han desempeñado dignamente su sagrado ministerio, desviviéndose por el bienestar espiritual de sus feligreses, de manera especial don Alberto Villalba Navasquillo, hoy Cura de San Roque de Oliva. Es natural de Masalavés y fue trasladado a Puebla desde Sumacárcel, en cuya localidad ejercía su misión de Párroco. Tomó posesión del Curato de Puebla el lunes 2 de agosto de 1948. Apenas posesionado de su cargo y conocedor de que en Puebla del Duc no se había dado Santa Misión desde hacía unos treinta y ocho años, se propuso, con tenacidad incontratable, que dicha Misión se diera. No le arredraron las dificultades: falta de preparación del pueblo, carencia de fondos, ni cualquiera otra. Dios proveería. Comprendiendo que la base esencial, quizá única, en que se asienta la piedad de los poblanos, es la secular devoción al Stmo. Cristo del Amparo, quiso aprovechar la coyuntura del próximo Novenario del mes de enero. Obtenida de la superioridad eclesiástica la correspondiente licencia, se apresuró a comunicarlo al vecindario, no sólo desde el púlpito, sino, además, con la fijación de numerosos y sugestivos carteles. Todos esperaban con viva curiosidad el gran acontecimiento, novedad para la mayoría. Y lo comentaban. Unos, que sería un éxito. Otros, que quizá no lo fuera tanto. Los de más allá, que sería un fracaso. Algunos se burlaban...
El 2 de enero inmediato (1949) por la tarde, salió buen número de fieles, presididos por las autoridades, a recibir a los misioneros Rvdo. Padre Elías Vallcanera –Rector de la Residencia de los claretianos de la capital de Valencia- y Rvdo. Padre Mariano García, de la residencia expresada. La Misión terminó el día séptimo del Novenario con una Comunión General que fue muy nutrida, aunque muchos, por falta de costumbre, se esperaron al día 11. Ese día fue tan numeroso el concurso de comulgantes, que en cada una de las Misas que se celebraron hubo verdadera y magnífica Comunión general, pudiéndose afirmar que recibió la Sagrada Comunión el pueblo entero, con las naturales y explicables excepciones. Los días de la Santa Misión tuvieron lugar sendos Rosarios de la Aurora, con asistencia impresionante por la seriedad y devoción de los asistentes, cuyo número iba aumentando, así en hombres como en mujeres, no obstante el frío y el barro embarazoso que cubría las calles, pues la llovizna, aunque ligera, apenas si cesó durante aquellos días. Se dieron conferencias a hombres y a mujeres y hubo Misión infantil, con su procesión al final de ella. Singularmente fue conmovedor el rezo del Calvario, que debía haberse celebrado por las calles de la villa con la venerada imagen y que por la persistente lluvia se hizo dentro de la iglesia, abarrotada de personal. Fue tanta la fe y devoción de los fieles, que al terminar el Calvario quisieron besar los pies del santo Crucifijo, acto que duró hasta más allá de las once de la noche, pues ni uno solo dejó de practicar esta demostración efusiva del tierno amor. Nadie dio señales de cansancio por tan larga espera; antes al contrario: parecía que no pasaba el tiempo al lado de nuestro amadísimo Patrono.
Fueron muy abundantes los frutos de esta Misión: santos propósitos, conversión de varios que hacía muchos años no cumplían con parroquia, paz en los hogares, notable asistencia a los actos del culto y mayor frecuencia de Sacramentos.
Contribuyó grandemente a sostener y acrecentar el entusiasmo, la instalación de altavoces en la torre parroquial, que orientados en varias direcciones se oían muy bien desde algunos kilómetros de distancia. El Ayuntamiento de Puebla del Duc sufragó generosamente la instalación de dichos altavoces, que, cual otros misioneros, propagaban por el aire la voz de nuestra santa y única verdad.
Fue una pena que por causa del tiempo no se pudiera celebrar la procesión eucarística, para la que se hicieron los más ilusionados preparativos.


La Santa Misión se repitió en 1952, también coincidente con el Novenario. Duró quince días, comenzando el 2 de enero y terminando el 17, fiesta de San Antonio Abad. La dirigieron esta vez los Padres Misioneros Redentoristas Francisco de Armas –natural de Tenerife y Rector de la Residencia de Santander- y Julio Pinedo, residente en el Temple de Valencia. Se llevaron a cabo iguales o parecidos actos que en la primera Misión y pudo celebrarse la deseada procesión eucarística. En casi todas las calles y plazas se dispusieron bellos altares donde colocar a Jesús Sacramentado y adorarle. En la Comunión general del dia 11 el señor Cura Don Alberto Villalba y el Padre Francisco de Armas estuvieron distribuyendo la Sagrada Forma alrededor de tres cuartos de hora; y la del día 17 tuvo la misma o mayor concurrencia. Digno es de consignarse el Comulgar de impedidos, acto concurridísimo y solemne, de gratísima emoción.


Desde 1948 el Novenario, con Santa Misión o sin ella, ha revestido caracteres de tal, por sus conferencias y comuniones y por sus Rosarios de la Aurora saliendo diariamente por las calles y plazas de la villa, sin temor a las inclemencias del tiempo, en especial las de este 1954 de abundante nieve y frío acobardador.

Así ha sido el proceso del resurgimiento católico de Puebla del Duc, gracias a la protección divina y a la complacencia con que la Cofradía del Smo. Cristo del Amparo, sin reparar en sacrificios, secundó las iniciativas de su inolvidable Párroco y Prior Don Alberto Villalba, a quien el Cielo colme de ventura.


El 14 de marzo del presente año tomó posesión de esta Parroquia el Rvdo. Don Juan Esteve Domingo, natural de Algemesí, quien desempeñaba el Curato en Teresa de Cofrentes. Se le dispensó un recibimiento verdaderamente extraordinario. Culto, joven, dinámico, la Puebla espera fundadamente de él, seguir avanzando bajo su celosa guía por el emprendido camino del resurgimiento cristiano.

Puebla del Duc, a 3 de julio de 1954.


JUNTA DIRECTIVA

En julio de este año 1954, la integran los señores siguientes:

Prior: Rvdo. D. Juan Esteve Domingo, Cura Párroco.
Secretario: D. José María Capsir y Banquells, abogado.
Depositario: D. Antonio Climent y Fayos, enólogo.
Vocales: D. Blas Soriano y Corredor, propietario; don Ezequiel Fayos y Santamaría, agricultor; don Juan Bautista Soler y Semper, agricultor; y don Rafael Soler y Bataller, agricultor.
Vocales Honorarios: D. Eleuterio Soriano y Corredor, empleado y propietario; y D. Blas Mompó Calatayud, labrador.

Como se sabe, todos estos cargos son vitalicios, excepto el primero que es nato.



APÉNDICE III

eL CENTENARIO
(1872)

Septiembre de 1872. Fiestas del Centenario. Las mayores y mejores que ha conocido la Puebla, por la solemnidad con que fueron celebradas, por su entusiasmo y alegría, por la cordialidad que reinó y por lo bien dispuestas, ordenadas y llevadas a cabo. Ni que decir tiene que los hijos de la Puebla residentes fuera de ella, incluso en poblaciones muy apartadas, vinieron diligentemente a presenciarlas, venciendo cualquier dificultad y obstáculo. Centenares de forasteros asistieron también, atraídos por la devoción a nuestro Santísimo Cristo y por el anuncio de los grandiosos festejos. En las calles de la villa no se podía dar un paso. Todas las casas rebosaban de familiares y amigos invitados. Y todos, con intimo gozo, unidos en la misma fe, se postraban a los pies del Santísimo Cristo, honrándole en el centenario de su primer milagro ostensible y patente.
Ya saben nuestros lectores, por haberlo visto en el correspondiente lugar de la monografía, que la sagrada imagen, a pesar de su misterioso origen, no excitó, de pronto, mucha devoción en la masa de los fieles. Tal devoción se fue incrementando al compás de los años, durante más de un siglo y a medida que se iban conociendo los innumerables favores otorgados a los devotos del Santísimo Cristo. Muchos debieron ser, por cuanto al ocurrir la espantosa sequía de últimos de 1771 y comienzos de 1772, no dudaron un solo momento las autoridades eclesiástica y civil en sacar la imagen en rogativa, haciéndose eco fiel del deseo y confianza de todo el pueblo. Y el Santísimo Cristo del Amparo premió la robusta fe en El depositada y concedió el inapreciable beneficio de la nieve y de la lluvia, desvaneciendo así aquel desastre que para muchos significaba el hambre y la miseria. Fue el prodigio tan claro, patente y manifiesto, que nadie pudo ni quiso dudar. Este fue el primero de los varios que el Santísimo Cristo realizó públicamente.
Con mucha anticipación al 1872, se venía pensando en celebrar en dicho año con la mayor pompa y alegría el primer centenario de aquel milagro; pero cuando tomó cuerpo y realidad la idea fue en septiembre de 1871, en que tuvo lugar el 17 de dicho mes una reunión de autoridades y mayores contribuyentes, citados por el señor Alcalde en número de treinta y seis, para formar una Junta de Fiestas. En la reunión del 21 del mes citado se constituyó dicha Junta con treinta y dos individuos, habiendo renunciado cuatro de los treinta y seis convocados. Se nombró Presidente al abogado y Juez Municipal don José-Damián Capsir y Cañamás, Secretario a don Blas Gomar y Fayos, y Depositario a don Blas Boscá y Pascual, a cuya Junta confió el Ayuntamiento la gestión y organización de todo lo referente a las fiestas centenarias, supervisadas en lo religioso, naturalmente, por el Rvdo. Sr. Cura, que lo era entonces D. Vicente-Gabriel Climent Alfonso.
A esta reunión siguieron otras muchas. En la de 23 de septiembre del mismo año, el Presidente expuso que para poder celebrar dignamente el Centenario se necesitaban por lo menos ¡dos mil pesetas!, cantidad en aquel tiempo casi fabulosa para una población como Puebla de Rugat, que así se llamaba nuestra villa... ¿Qué diría el buen Presidente si abriera los ojos y viese los precios de hoy?
Para reunir la cantidad antedicha propuso los medios siguientes:
Primero: Limosna de vino, que acaso produjera 250 pts.
Segundo: Suscripción general voluntaria, que bien podría dar 1.250 pesetas.
Tercero: Suscripción especial de los hacendados del término; y de los hijos de la Puebla residentes fuera de ella; cuyo resultado acaso llegara a 125 pesetas.
Cuarto: Varias rifas, cuyo producto quizá fuese de 125 pesetas.
Quinto: Una colecta de panizo, una de pastas por Navidad y otra por Pascua Florida; y una de trigo por San Juan. Cuyos productos sería fácil que ascendiesen a 200 pesetas.
Sexto: Una exacción de doce céntimos a los impuestos del mercado; y otra prudencial a los molineros. El resultado se calculaba en 50 pesetas.
Total 2.000 pesetas

Se acordó, sin titubeo, establecer enseguida los cinco primeros medios sugeridos por el Presidente y pedir autorización al Ayuntamiento para el último, por tratarse de una exacción no voluntaria. En tal sentido se ofreció el Alcalde y no hubo ningún inconveniente en aprobar el impuesto.
Fue un éxito la suscripción voluntaria. Desde los humildes jornaleros, que sin excepción se suscribieron por uno o dos cuartos semanales, hasta los primeros contribuyentes que lo hicieron por uno, dos, tres, cuatro y cinco reales a la semana, según la posición y haberes de cada cual, no hubo clase ni familia que no respondiera gozosamente al llamamiento de la Junta. Merece consignarse que a pesar de las lluvias acaecidas en el mes de diciembre y en la segunda quincena de noviembre del 71, que muchos días impidieron trabajar a los pobres jornaleros, ninguno, salvo rarísima excepción, dejó de contribuir en lo que le fue posible.
Las rifas también dieron excelente resultado, sobrepasando en gran manera lo previsto. Como curiosidad las reseñamos a continuación.
El día 26 de noviembre de 1871, se sorteó una moneda de diez pesetas, saliendo favorecida Josefa Durá y Mompó, domiciliada en la calle de Enmedio, hoy Maestro Buades, número 10, la cual cedió una peseta para fondos de fiestas. Produjo esta rifa, incluida la peseta cedida, 27,15 pesetas.
El diez de diciembre se rifó un conejo. Producto: ¡1,47 pts.!
En la tarde del día de Navidad del mismo año 1871, se rifó una moneda de 25 pesetas, correspondiendo la suerte al niño Alfredo Bataller Boscá, hijo de don Francisco-Vicente Bataller y Capsir, del Cuerpo de Telégrafos, habitante en la plaza de la Villa. Al entregarle la moneda, el padre del agraciado manifestó a la Junta que la cedía al fondo de fiestas, para que se destinase a renovar la Cruz del Smo. Cristo, si algún devoto no la costeaba; pero si hubiese alguno que lo hiciera, se destinasen las veinticinco pesetas al mayor lucimiento del Centenario. La rifa de esta moneda dió un producto de 70,06 pesetas.
El último día del año 1871 se rifó lo siguiente: Una caja de mazapán, regalada por José Gomar y Boscá. Correspondió a José Ferrer Cuquerella, calle de Malta, hoy Mártires, número 4.
Dos peces de mazapán, regalados por doña Balbina Calabuig, uno; y el otro por Rosa Gomar Boscá. Recayó la suerte en Rosa Francés y Boscá, calle Nueva, 8
Una petaca de cerda, regalo de don Joaquín Gomar y Benavent, siendo el favorecido José Pons Blasco, sordomudo, calle de San Cristobal, 5.
Un cucurucho de dulce, que regaló doña Encarnación Fayos y Capsir. Recayó la suerte en don Bartolomé Muñóz y Grande que habitaba el piso principal de la casa número 20 de la calle Nueva.
Un par de pendientes que la expresada doña Encarnación Fayos cedió para la rifa y que cayeron a María Vidal y Botella, de la ciudad de Gandia.
Producto obtenido por estas cinco rifas: 25 pesetas
Don Bartolomé Muñoz y Grande, agraciado con el cucurucho de dulce, lo cedió para el fondo de fiestas y fue subastado, junto con otras golosinas, el día 7 de enero de 1872; y José Ferrer Cuquerella, agraciado con la caja de mazapán, ofreció un real de gratificación. No se sonrían los lectores. Tengan en cuenta que todo es relativo. Un real, hoy nada significa; pero en aquél entonces no dejaba de tener su importancia.
Otra rifa tuvo lugar el 7 de enero de 1872, que produjo 82,15 pesetas: la de un cerdo de veinticinco kilos, que cupo en suerte a don Rafael Guarner Jornet, estudiante, con domicilio en la plaza de San Francisco, hoy del Poeta Luís Guarner, número 1. El cerdo fue regalo de Ramón Grau.
El 24 de marzo del mismo año se sorteó un corte de vestido de zaraza, que medía once metros y podía valer unas ocho pesetas aproximadamente. Era donativo de Blas Fayos Boígues, dependiente de comercio en Játiva y lo entregó por medio de su hermana Columba. Se obtuvieron 17,46 pesetas. Cupo en suerte a Isabel Fayos, calle del Horno de Arriba, número 2, quien dió de gratificación 0,75 ptas., por lo que el producto resultó de pesetas 18,21.
Y aún se celebró otra rifa el día de San Juan, del mismo 1872. Fue la de un cordero que regaló José Santamaría Monzó, domiciliado en la heredad de la Casa Blanca, siendo afortunado el joven Juan Bautista Bataller Boscá, calle de Malta, hoy Mártires, número 29. El padre del agraciado hizo para las fiestas el donativo de una peseta. Se obtuvo por este sorteo, incluido el donativo, la cantidad de 17,26 pesetas.
Pero el sorteo principal que, por su valor, se reservaba para el 6 de septiembre, según el programa de fiestas, y que en realidad se verificó el día 15 del mismo, fue el de un mantón de manila, donación de Teresa Esteve Machirant, viuda, natural de esta villa y vecina de Puebla Larga. El pañuelo, usado ya, era negro, bordado con flores de colores y un gran ramo en cada punta. Había costado de primera mano, doscientas pesetas, no bajando su valor, al tiempo de su donación, de noventa a cien pesetas, por hallarse en muy bien estado. Produjo esta rifa la cantidad de 158,28 pesetas. Ignoramos quién sería la persona agraciada, lo que es una lástima, ya que ese detalle no falta en la reseña de los anteriores sorteos.
Aparte de todas estas rifas hubo otras, pero no aparece lo que produjeron, ni cuando tuvieron lugar, ni quienes fueron los afortunados, ni si los objetos sorteados los adquirió por compra la Junta de Fiestas o los regaló alguna persona devota. A la vista tenemos varios números de una Rifa de 4 premios para fiestas, consistentes en un estuche de dos cubiertos de legítima plata Meneses; un crucifijo de mesa, con peana; un catrecito o silla de ir a Misa; y una cestita de mimbres cubierta. Sospechamos si estos objetos serían regalados, porque en la cuenta de gastos del Centenario no aparece ninguna cantidad para su compra.

Si la suscripción y los sorteos dieron mayor resultado del previsto, lo mismo podemos consignar de las colectas o replegues que se llevaron a cabo. Tanto la de panizo, como la de trigo y la de pastas, obtuvieron éxito magnífico. Todo lo recogido se vendía en pública subasta; y el producto iba a engrosar el fondo para fiestas. En la replega del 24 de diciembre pidiendo los aguinaldos y en las de Pascua Florida y Granada solicitando pastas o monas, iba la Junta por las calles acompañada de músicos y cantores, precediéndoles una bandera blanca que llevaba Ramón Seguí Ferrandis y en la que se leía: "Limosna para el Centenario". La letra de las coplas que se cantaban en las colectas las compuso don Félix-Rafael Fayos y Capsir, notario de la villa; y la música de aire popular, muy sugestiva, era original de su primo hermano don José-Damián Capsir y Cañamás, abogado y presidente de la Junta del Centenario.
He aquí las indicadas coplas:
Deu qu'et pague la caritat
i et conserve la devoció.
Deu qu'et done prosperitat
per a ferli bòna funció.

Gracies al ama
del donatíu,
gracies i gracies
li donem mil.

Si el donativo lo hacía un varón, esta copla terminaba así:

Gracíes a un h`pme
tan generós,
gracies i gracies
li donem tots.

Per a fer el Centenar
del Sant Cris, nòstre Patró,
tots mos devem afanar
fent llimosnes a montó.

Per aixó la Junta
eixirá de nòu
i de veres prega
donéu un panòu.

Per a obsequiar a una image
de tanta veneració,
deuen ferse sacrificis
de gran consideració.

Animeuvos, puix,
per al Centenar,
que tan bòna image
tot ho pòt pagar.

Ya ha passat Pasqua Florida
i s'acósta el Centenar.
Chiques, poseuvos en bònes
qu'eos novios han d'abundar.

Per a tan gran festa
es precís suar:
doneumos les mones
o atre berenar.

Per a gallines i galls.
d'eixos de grans espolóns,
el Centenar será Jauja,
caiguent novios a montóns.

Vinga la llimosna
per a la funció,
que per als machuchos
esta es la ocasió.

En el any setata dos
del segle díhuit pasat,
fon el miracle grandiós
del nòstre Crist adorat.

També les collites
serán este any
una maravella
sense nigún dany.

Per a les festes del Crist
demanem una llimosna;
que no vos dòlga donarla,
que Deu cent per ú retorna.

Donéumosla pronte
si hi ha voluntat,
peruqe tenim pressa
huí d'arreplegar.

Esta jota que cantem
s'ha fet per arreplegar
en esta Pasqua Granada
tot lo que vullguen donar.

Perque ya s'acosta
el gran Centenar
en que al Crist Santíssim
volem obsequiar.

La Comissió no descansa
ni pára un punt ni un moment
per arbitrarse recursos
i divertir a la gent.

Perque ya s'acosta
el gran Centenar, etc.

Con estos procedimientos de tanta amenidad, iba aquella ingeniosa y benemérita Junta de Fiestas acrecentando la vieja devoción de los poblanos a su adorado Cristo. Todos rivalizaban, según sus posibilidades, en aportar algo para el esplendor de los festejos. Unos hacían su donativo en dinero, otros en especie, aquellos con su trabajo y todos con su entusiasmo. Así pues, no debe extrañar que los ingresos, calculados al principio en dos mil pesetas, se vieran considerablemente incrementados en la realidad, como se infiere de las cuentas que después de los festejos rindió el Depositario. En ellas aparecen como ingreso total la cantidad, exactamente, de 3.608,25 pesetas, faltando aún por recibir cantidades de alguna consideración. En la expresada suma quedan incluidas 527, 50 pesetas con que contribuyeron para los gastos los clavarios y festeros de San Blas, que en aquel año lo fueron don Tomás Gomar Boscá, don Félix-Rafael Fayos y Capsir y don Joaquín Gomar Benavent. También hay que incluir en aquella cantidad total 50 pesetas que entregó el festero de la Divina Aurora.

En noviembre del año 1871 ya era seguro que no podía fallar la base económica. En vista de ello se pensó en organizar las fiestas, cuyos perfiles se fueron acentuando en sucesivas reuniones de la Junta. Y se deliberó respecto de Misas, predicadores, procesión, músicas, danzas, cabalgata, carros triunfales, comparsas, fuegos artificiales, etc., etc.
Uno de los números en que se puso especial cuidado fue el de las danzetas, requiriendo para sus ensayos al maestro de Primera Enseñanza de la localidad don José Sanz y Fayos, por haber dirigido ya esta clase de bailes en otras ocasiones. Este señor maestro se excusó diciendo que no se sentía con suficiente fuerza para tarea semejante, pero ofrecía ayudar en ella cuando pudiese. Se dirigió entonces la Comisión al maestro de baile Andrés Gardó, calle de Gracia, número 86, de Valencia, cuyas condiciones no fueron aceptadas. En consecuencia se contrató a un tal Fernando, conocido por Vitets, labrador de la Ollería, quien aceptó al punto mediante la retribución de 1,25 pesetas diarias, aparte la manutención, mientras durase su trabajo. Dichas danzetas constaban, según parece, de cuatro grupos, a saber: uno de niños, vestidos de pastores; otro de niñas, vestidas de mora; otro de mozos, con traje de marinero; y otro de mozas, ataviadas al estilo veneciano. Cada grupo o comparsa se componía de dieciséis danzantes. Quizá se organizase, además, una comparsa de estudiantes y otra de locos de mojiganga, aunque no es seguro, porque los apuntes que leemos para escribir esta reseña, lo dicen vagamente, pero no lo concretan.
Un detalle: El 18 de febrero, por la mañana, salieron los comisionados de la Junta de Fiestas a pedir la oportuna licencia a los padres de las jóvenes que deseaban bailar. Así era la sociedad de aquel entonces: respetuosa con la dignidad paterna, a la que guardaba toda consideración y la mayor cortesía, lo mismo que a las autoridades y demás personas de distinción. Y esta manera de ser, no sólo era atributo de la clase alta, sino también de la trabajadora, burda quizá, pero jamás desatenta. Signo del tiempo.
Se contrataron los cuatro gigantones de Albaida, por el precio de 62.50 pesetas.
Se pensó en que asistieran cuatro o cinco bandas de música como reza el programa definitivo. Sólo sabemos que se contrataron la antigua de Játiva, la de Alfarrasí y la de Cuatretonda. Si hubo una cuarta y una quinta, desconocemos cuáles serían.
Asimismo se dispuso que vinieran tres dulzaineros, uno de ellos Casto Gascó, sochantre de la parroquia de Santa María la Mayor, de Oliva; y los otros dos, Joaquín Ramirez y su hijo, de Játiva. Los honorarios de los tres, en junto, 90 pesetas en total, aparte de mantenidos con sus respectivos tamborileros.
También se proyectó una vistosa cabalgata en la que destacase un carro triunfal, símbolo de la Puebla, presidido por una matrona que empuñara la bandera de la villa y con dos ninfas a sus pies esparciendo al público dulces y versos alusivos al Centenario. Este carro se comenzó a construir el 29 de julio del 72, trabajando en él, gratuitamente, los carpinteros Genaro Benavent, Ramón Machirant y Vicente Martínez.
Para el mayor lucimiento de la cabalgata se alquiló al "Gremio de Carpinteros y Ebanistas" de Játiva, por el precio de 200 reales, la célebre Tortuga, especie de carromato al estilo de las rocas del Corpus de Valencia, desde cuya Tortuga se arrojarían también dulces y versos.
Se dispuso que la cabalgata guardase la siguiente formación:
Primero: Cinco batidores armados a la antigua. Jefe, Vicente Gomar Francés.
Segundo: Cuatro reyes de armas con las banderolas y escudo de la villa.
Tercero: Un dulzainero.
Cuarto: Danzeta de pastores, la de musulmanas, la de marineros y la de venecianas, con dos dulzaineros.
Quinto: La Tortuga, con un ángel encima.
Sexto: El estandarte de la villa, portado por Vicente Ibáñez Gil.
Séptimo: Grupas de labradores
Octavo: Jinetes a la antigua.
Noveno: Un jinete representando al Padre de Pobres hallador del Cristo, con los dos estudiantes que según la tradición tallaron la sagrada imagen.
Décimo: La Comisión de Fiestas, a pie
Undécimo: El Capellá de les Róques, saludando al pueblo e invitándole a las fiestas.
Duodécimo: El Ayuntamiento
Décimo tercero: El carro triunfal
Décimo cuarto: La banda vieja de Música de Játiva.
En la sesión que celebró la Junta General, en la Casa de la Villa la tarde del 11 de agosto, manifestó José Bataller y Capsir, que en atención a ser descendiente de los progenitores del Padre de Pobres Mosén Valentín Bataller, hallador de la imagen del Smo. Cristo, solicitaba para sí el honor de representar a dicho sacerdote en la cabalgata y demás actos en que se considerase oportuno. La Junta accedió con gusto a tan razonable petición.
Se ajustaron los servicios del florero (florista) Ramón Monzó, dueño de la ropería titulada La Beneficiosa, calle del Pozo, número 9, junto al Huerto de Ensendra, Valencia, cuyo señor se comprometió al adorno de la iglesia, interior y exterior y de la fachada de la Casa de la Villa; a proporcionar los trajes para dieciséis aldeanas venecianas, dieciséis moras, dieciséis estudiantes, dieciséis marineros y dieciséis pastorcitos; los necesarios al Apostolado y cuatro mujeres célebres de la Biblia, para la procesión; los de dos heraldos con pendones o estandartes, un capitán y cuatro guerreros a la antigua, cuatro maceros también a la antigua, cuatro caballeros de capa y espada, cuatro de ferreruelo al viejo estilo español, cuatro del tiempo de Felipe II, cuatro de figurón, cuatro a la Federica y uno de cronista para la cabalgata; y uno de matrona y dos de ninfa para el carro triunfal. Todo ello por la suma de 750 pesetas, sin incluir en esta cantidad las bujías que se gastasen en la iluminación de los edificios públicos, ni la manutención de dicho florista y oficiales que le acompañasen, siendo de cuenta de la población el transporte desde la estación de Játiva a Puebla y su regreso.
Ante la grandiosa conmemoración no pudo faltar la nota de la caridad cristiana; y se acordó que funcionara una gran Taula Franca, donde todo pobrecito que acudiese, viniere de donde viniere, fuera socorrido con pan, vino y arroz.
Otro número se preparó, que no figura en el programa oficial: la famosa Font de ví, que manase a determinadas hora a través de la reja de una casa, en cuya fuente beberían gratis cuantos lo desearan, suponemos que con efectos bien dispares, según el temperamento y cordura de los bebedores. Una aleluya decía:
Si vas ala fónt del vi
i t'apliques a mamar,
molt pronte sabrás parlar
en francés, gréc i llatí.
Los fuegos artificiales se encomendaron a excelentes pirotécnicos. Y como dentro de la Puebla no había sitio adecuado para los castillos, se inspeccionaron los alrededores de la población, encontrando que el único punto que menos inconvenientes reunía para la comodidad de los espectadores y ofrecía, al mismo tiempo, las mejores ventajas deseables, se hallaba a la derecha del camino de Játiva, saliendo de la villa, en la era de trillar de don Francisco Bataller y Pla, quien dio complacido, su licencia.
Todo se pensaba. Ningún detalle pudo escapar al examen de la celosísima Junta de Fiestas: la cera, las telas y flores para los adornos, el alojamiento de los sacerdotes, de los músicos, de los operarios forasteros y el de la Guardia Civil que había de velar por el orden en aquellos días. Todo, en fin, se preparó, se meditó, se sopesó; y ello fue la garantía y base del extraordinario éxito de aquel famoso centenario.
El ambiente de contagioso entusiasmo que se respiraba en los preparativos de la fiesta centenaria, dio lugar a mucho rasgo simpático. Así el maestro carpintero Francisco Martinez y Machirant, agradecido al Santísimo Cristo del Amparo por haberle devuelto la salud, construyó unas andas para la imagen, que se estrenarían en el Centenario.
Así también, el señor Tomás Gomar Boscá, al conocer el rasgo de Francisco Martínez, se comprometió en nombre propio y en el de su esposa, a costear el dorado y pintura de las expresadas andas, cuyo trabajo encomendaría al escultor de Valencia señor Gilabert.
Enterado de todo esto, el señor don Francisco-Vicente Bataller y Capsir, se ofreció a que se hicieran a su costa dos ángeles o mancebos que, puestos a los lados del Santísimo Cristo en las andas nuevas, le diesen mayor realce. Estas esculturas las encargó al mismo artista señor Gilabert.
Con objeto de que las repetidas andas ostentasen una bella iluminación, digna de la valiosa efigie, la Junta del Centenario convino con el orfebre Manuel Orrico, de Valencia, la adquisición de cuatro grupos de lámparas de cristal, color topacio, de a cinco lámparas el grupo, con los atributos de la Pasión cincelados en el cristal de cada una, ajustando todo ello por el precio de quinientas pesetas. Y deseando contribuir a esto los señores don Blas Soriano y don Blas Jornet, este último en nombre de su señora madre doña Francisca de Paula Catalá, se obligaron a costear cada uno de ellos un grupo de dichas lámparas.
Asimismo debe consignarse el desprendimiento de Blas Talens y Fayos, abacero, residente en Gandia, que quiso se construyera a sus expensas la cruz nueva, con la condición de que, por aquel año, se le permitiera llevar a hombros la sagrada imagen como si le hubiera correspondido por sorteo.
Hemos de dar alguna explicación a cerca de la cruz nueva mencionada. La primitiva cruz del Santísimo Cristo del Amparo, o sea la del hallazgo, resultaba raquítica y desdecía de la belleza de la imagen. Por eso los señores de la Junta de Fiestas pensaron, con motivo de la extraordinaria solemnidad que se preparaba, sustituirla por otra más en armonía con la majestad y valor de la escultura. Pero algunos vecinos dudaron de si sería lícito sustituir la cruz con que fue hallada la imagen. Para obrar debidamente se expuso el asunto al Reverendo Señor Cura, quien manifestó que es factible y aún, en algunos casos, plausible, la sustitución de las cruces en las imágenes de Jesús Crucificado, pues lo principal, que es la efigie, permanece lo mismo y sólo cambia lo accesorio, que es la cruz. Pero en vistas de la no completa conformidad de muchos vecinos en que se renovase la cruz, a pesar de las poderosas razones existentes para ello, se le había ocurrido un medio para conciliar las opuestas opiniones y consistía en hacer la cruz nueva de modo que contuviese en su interior la antigua, si era posible a juicio del escultor a quien se encargara el trabajo. En su consecuencia se nombró una comisión para que consultase este extremo con el escultor que había de hacer la cruz. La indicada comisión se trasladó a Valencia y expuso el asunto al señor Gilabert, escultor de los mancebos. Dicho señor opinó que la cruz fuese sencilla y lisa, de madera de cdro, con dos remates de plata, no siendo artístico el que se encerrase la antigua en la nueva, por ningún concepto. En su vista la comisión acordó consultar definitivamente a la población; y convocados al efecto, se reunieron el 26 de mayo el 72 en la Casa Capitular los señores del Ayuntamiento, Junta de Fiestas y vecinos de la villa; y después de amplia discusión y detenido examen, tomóse el acuerdo de construir la cruz según lo indicado por el escultor Gilabert, al que se encomendó la realización del trabajo. Costó trescientas pesetas, que satisfizo al susodicho Blas Taléns. Muchos años después el Santísimo Cristo volvió a ser colocado en su primitiva cruz, y esta, a su vez, se adaptó a la monumental, hecha y dorada merced al legado que para tal objeto otorgó don Vicente Soriano Gomis.
Grandes novedades iban a verse, pues, en el Centenario: las regias andas, el magnífico juego de lámparas o farolada, la bella cruz, los nuevos gozos, con letra del notario don Félix-Rafael Fayos...
Ultimado y reajustado todo hasta el más ínfimo detalle, se redactó, por fin, el programa oficial, y se imprimió en número de setecientos ejemplares en la imprenta de "El avisador Valenciano", a cargo de José Peydró, plaza del Embajador Vich, 2, Valencia. Dicha tirada costó 12,50 ptas., precio baratísimo, aún en aquel tiempo. Los millares y millares de versos o aleluyas para echarlas al público desde el carro triunfal y la tortuga, costaron 43,50 Pts.
He aquí el cartel de fiestas, copiado íntegramente y con su propia ortografía:



PROGRAMA
DE LA FIESTA CENTENARIA
QUE LA VILLA DE
PUEBLA DE RUGAT
celebra en los días 3, 4,5 y 6 de setiembre próximo
en conmemoración del primer milagro ostensible y
patente debido a la intercesión del

Stmo. Cristo del Amparo

La villa de PUEBLA DE RUGAT, agradecida a los infinitos beneficios que ha conseguido de tan milagrosa imagen conmemora el Centenario del primer milagro debido a esta prodigiosa imagen con los festejos siguientes:

DIA 3 DE SETIEMBRE

Al amanecer y al medio día un vuelo general de campanas anunciará al vecindario tan fausto suceso. A las cuatro de la tarde, una lucida cabalgata, que saliendo de las Casas Consistoriales recorrerá la población, inaugurará las fiestas. En ella tomarán parte la mayoría de los jóvenes de la población, luciendo antiguos y vistosos trages, precedidos de las banderolas, danzetas y comparsas con sus correspondientes dulzainas y una banda de música; un mancebo, montado sobre una tortuga, arrojará al pueblo dulces y versos, siguiéndole figuras alegóricas, la comisión de fiestas, las autoridades y el Ayuntamiento de la Villa; finalmente, la carroza de la población y la banda antigua de música de Játiva cerrarán la comitiva.
A las nueve de la noche principiará la serenata, situándose las bandas y dulzainas en las plazas de la Iglesia y Comuna, tocando alternativamente escogidas piezas musicales. Concluída la serenata se disparará en la calle Nueva una cuerda de fuegos artificiales á cargo del pirotécnico de Alfarrasí, Miguel Martí.

DIA 4 DE SETIEMBRE

Al amanecer, vuelo general de campanas y pasacalle, por las dulzainas y bandas de música. De las seis á las nueve de la mañana las danzetas y comparsas recorrerán la población, bailando en los puntos designados al efecto.
A las nueve dará principio la función religiosa en loor del patrono San Blas, al cual se halla dedicado este día. La partitura de la misa será ejecutada, tanto en este día como en los dos que le seguirán, por la orquesta de la música antigua de Játiva; estando encargado del panegírico del Santo el reputado orador don Joaquín Beltran.
A las tres de la tarde tendrá lugar la renombrada Taula Franca, costeada por los clavarios de este día, distribuyéndose arroz, pan y vino á cuantos pobres se presenten á este acto.
La procesión, en la que irán las matronas y el apostolado, tendrá lugar á las seis de la tarde, recorriendo la carrera de costumbre.
A las nueve de la noche se disparará un castillo de fuegos artificiales, á cargo de Vicente Mompó, de la Ollería, y, terminado, tendrá lugar la serenata, finalizando el día con otra cuerda de fuegos artificiales, que se disparará en la calle de Abajo, por el polvorista José Mompó.

DIA 5 DE SETIEMBRE

Por la mañana, igual al anterior, siendo el orador encargado de recordar los beneficios debidos a la imagen del SANTÍSIMO CRISTO DEL AMPARO el M.I.S. Canónigo Lectoral de la Metropolitana de Valencia, don Carlos Máximo Navarro.
A las seis de la tarde saldrá en procesión precedida de los gigantes, danzetas y carros triunfales: siguiendo tradicionales costumbres se sacarán las imágenes más veneradas de la parroquia, del ex-convento de Mínimos y de algunos particulares; figurarán en ella las matronas, el apostolado y algunas figuras alegóricas, con cuatro o cinco bandas de música. La Comisión de Fiestas asistirá á este acto llevando uno de sus individuos la misma cruz en que fué encontrada milagrosamente la imagen del STMO. CRISTO. En último término, sobre la magnífica custodia que este año se estrenará, el STMO. CRISTO DEL AMPARO colocado en la Cruz nueva, será llevado en hombros de los cofrades que la suerte designe, cerrando la marcha el Ayuntamiento y la citada música de Játiva.
La procesión recorrerá la carrera siguiente: Plaza de la Iglesia, calles Nueva, de Malta, del Medio, plaza de la Constitución, calle de Cucó, plaza de la Comuna, calle y plaza de San Francisco, calles de Gandía, Convento, San José, Abajo y Mesón, plazas del Olmo y Roca, calles de Medio, Cucó y S. Cristóbal, á la Iglesia, donde se encenderá una grandiosa iluminación á su entrada, cantándose unos gozos nuevos.
A las horas de costumbre se disparará por José Vidal un castillo de fuegos artificiales, y tocarán las bandas de música y dulzainas, como en las noches anteriores.

DIA 6 DE SETIEMBRE

Este día es el extraordinario que en acción de gracias dedica la villa al SANTÍSIMO CRISTO por las mercedes de El recibidas.
El orador de hoy será el joven y reputado Doctor don José Cirugeda y Ros.
Por la tarde se repetirá la cabalgata del día 3, y se rifará un pañuelo bordado de Manila, regalado por una devota, amenizando el acto las músicas, que tocarán piezas escogidas.
Por la noche se disparará otro castillo de fuegos artificiales. (I)
________________________

Todos los días de las fiestas, tanto los edificios públicos como los particulares, lucirán vistosas colgaduras y brillantes iluminaciones por la noche.
Para terminar réstanos dar las gracias a todos los vecinos que han secundado los esfuerzos de la Comisión, a cuyo buen celo y desprendimiento debe ésta el haber salido airosa en el desempeño del honroso, pero delicado cargo que la Municipalidad le confió.
Puebla de Rugat, 18 de agosto de 1872. –Por la Comisión: El Presidente, José Damián Capsir, -El Depositario, Blas Boscá, -El Secretario, Blas Gomar.


(I) A cargo del pirotécnico Francisco Borrás, de Ollería. (Nota del autor)

Pasó el glorioso acontecimiento, esperado y deseado con tanto anhelo. Sucedió todo a maravilla, sin un contratiempo, sin un disgusto. Los forasteros quedaron encantados. Los hijos de la Puebla iban por las calles y plazas, eufóricos, desbordantes de entusiasmo. A cada momento, abrazos efusivos entre amigos y parientes que el destino separó y volvían a verse en la Puebla, con motivo del magno suceso. Cordialidad, generosidad, devoción. Inmejorable la parte profana. Solemnísimas y conmovedoras las funciones religiosas. Y superando a todo lo demás, incomparable, inigualable, indescriptible, la apoteósica la procesión que acompañó triunfalmente al Santísimo Cristo del Amparo por las calles de su villa dilecta. Miles de fieles devotos, entre poblanos y forasteros, integraron la emocionante comitiva. Y los espectadores caían de hinojos al paso de la querida imagen, venerada por la Puebla con un cariño tan apasionado y apasionante. ¡Cuánto ruego se hizo! ¡Cuántas lágrimas se derramaron de gratitud, de súplica, de añoranza, de consuelo, de gozo inefable! Al contemplar aquel divino simulacro, se vislumbraba con mejor luz el sacrificio inmenso de Dios, su infinito amor al hombre, su inexplicable solicitud por los pobres pecadores... ¿Por qué tanta fineza, Señor, si el hombre te ofendió mil y mil veces?... "¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?"
Todo pasó: la solemnidad de los cultos, el fulgor de las iluminaciones, la vistosidad de las colgaduras, el encanto de luz y colores de los fuegos de artificio, los períodos brillantes de los oradores, el perfume de tanta flor, las plegarias ardientes, la música, los cantos, la extraordinaria emoción de la devota muchedumbre... Pero jamás pudo pasar el recuerdo en quienes tuvieron la dicha de presenciar aquella explosión de general entusiasmo. Y luego quedó su frase obligada, rayana en muletilla: "Fiestas como las del Centenario, no se vieron antes en la Puebla ni se volverán a ver".


Insertamos, para concluir, los versos alusivos que se esparcieron profusamente desde los carros de la cabalgata. Helos aquí:

Eixa image que vegéu
sobre l'anda, tan honrada,
está por l'h`0m fabricada,
que l'han fet ángels de Deu.

¡Qué pollos tan elegants
van ahí en la cabalgata!
Qualveòl, parlant en plata,
els pendría a quatre mans.

El tabalet que redobla
i les campanes al vòl,
anuncia a qualsevòl
que hi ha festa en la Pobla.

Per més qu'omplíu la bartola
menjant en la Taula Franca,
i feu algo de mamola,
no partiréu mal de gola
si no tatéu l'aigua blanca.

Abandonéu el lligó,
l'aixada, rastell, forcat
i a vore la gran funció
que la Pobla de Rugat
fa en honor del seu Patró.

Es molt gran l'algarabía
que reina en la població
per motíu de la funció
qu'es celebra en este día.

Despay en beure, chiquillo,
que en fiestas de vino y broma
sempre s'encontra algún pillo
que la plata del bolsillo,
si no se la dan... la toma.

Si el cap a algú mal li fa,
ara ya li hu advertim:
debades es queixará,
huí es festa de pum..., chim, chim,
tracatrac... i nianá...

Ya tinc un pa assegurat
i si puc encontrar huí
unes fonts que hi ha de vi,
quedará el ventre arreglat.

Si va a la font del vi
i t'apliques a mamar,
molt pronte sabrás parlar
en francés, grèc i llatí.

Entre dolçaines, tabals,
músiques, balls i dansetes
llums i fòcs i els arcs triumfals
i de vi algunes fontetes,
tenim les festes cabals.

Imagen preciosa del Dios verdadero,
celeste regalo, prodigio de amor,
los votos y cultos que el pueblo, sincero
os rinde dichoso, eleva al Señor.

Con músicas, fuegos y bailes graciosos,
con cultos y cuanto podáis inventar,
venid a la fiesta, poblanos dichosos,
que ya no veremos otro Centenar.

El digno concurso también re reclama
de los forasteros y gentes extrañas.
Afuera los odios, rencillas y sañas,
que a todos, hermanos, el Cristo nos llama.

Prudència, chics, en lo vi:
i digáu sense repar,
tots ab molt de frenesí,
¡que vixta el Crist del Ampar!

Por dejarnos un don el más preciado,
dos ángeles bajaron a este suelo
con disfraz de estudiantes acabado
y fabricaron singular modelo
de la imagen del Dios Crucificado,
volviendo en alas de su ser, al Cielo.
Este es el hecho milagroso y raro
del hallazgo del Cristo del Amparo.

- ¿Aón el tabalet redobla?
- En la Pobla.
- Diuen que hi ha chiques mages.
- Guapes.
- I polles, segón téxpliques.
- Chiques.
- Segons lo q'em comuniques,
que hi ha, puc assegurar,
este any en lo Centenar
de la Poble, guapes chiques.

Pels carrers gran confusió,
empallats tots los camíns,
hòstes per fòra i per dins,
coques i vi en profusió,
brillant illuminació,
continuo victorejar,
dolçaines per a ballar,
orquestes ben concertades,
traques, caltells i cordades...
¡Açò se diu Centenar!

Dende el pòbre jornaler
hasda el més rics llauradors.
es presten de mil amors
¡valent! quí será el primer
en fer un brillant paper
en la festa d'este día.
I es tanta la bisarría
ab que tot lo mon es presta,
que no's fa funció com esta
dende Alacant a Gandia.

Puebla del Duc, a 20 de julio de 1954





DESPEDIDA

Lector amable: En este libro no hay literatura. ¡Que más quisiera yo, saber emocionarte con párrafos maravillosos que te hicieran vibrar! En él solo encontrarás la elocuencia de los hechos. Sé que te basta, lector poblano, para quien especialmente escribo. A ti lo que te interesa es saber las circunstancias de la aparición de tu Cristo, sus favores, las pruebas de su amor, las demostraciones de gratitud de sus devotos. Y eso, en el libro, lo tienes consignado, monótonamente, de seguro, pero con la mayor fidelidad posible. Verás también un crecido número de nombres y apellidos que deben serte familiares, porque si cuentas edad, conociste a muchos, excepto los del tiempo antiguo, claro está; y si eres joven, los habrás oído en labios de tus padres o abuelos. Con esos nombres he pretendido formar a manera de un ramillete para depositarlo a los pies de nuestro celestial Patrono, en memoria del entrañable amor que en vida le profesaron.
Si con mi trabajo logré complacerte, mi satisfacción será cumplida.
Si no lo conseguí, me habrás de perdonar.
Lector: Que el Santísimo Cristo del Amparo te cobije y te bendiga.


LAUS DEO