Acaba de hacer su aparición en la república de las letras el "Breviario sentimental", colección de excelentes poesías de Luís Guarner. Al saborear sus versos, comprendemos, desde el primer instante, que no se trata únicamente de un galano versificador, sino que, además y sobre todo, nos hallamos frente a un verdadero poeta.
¡Cuán difícil es merecer con justicia el nombre de poeta! La poesía no consiste en hacer versos pulidos y exactos, correctos y armoniosos. Hay muchos a quienes llamamos poetas y no son más que artífices del lenguaje. Versificadores los hay a legiones; pero es muy escaso el número de poetas.
Lleva en sí la poesía, por condición esencial, hacer vibrar los corazones con los más puros sentimientos. Quien os haga llorar de emoción, ese es poeta, aunque os hable de las cosas más sencillas y aunque caiga en incorrecciones que no tolere la métrica ni consienta la perceptiva.
¿Veis aquel campesino ignorante y rudo, que apenas si puede hablar tartamudeando? Os cuenta, con los ojos húmedos por la ternura, las gracias de su pequeñuelo y, al oírlas, sin casi apercibiros, participáis de su emoción. Ha sabido interesaros en su sentimiento... ¡Es un poeta!
Todo aquel que es capaz de exteriorizar nobles sentimientos ¡ése es poeta!
No, no es la poesía la versificación. Entre una y otra hay la misma diferencia que entre la elegancia y la hermosura. La versificación es el ropaje y la poesía el corazón. ¿Cuántas veces no se presenta el corazón sin galas, completamente desnudo? Y no por eso pierde mucho de su belleza.
Los lectores de "Revista de Gandia" ya conocen una delicadísima composición de Luís Guarner: "El vuelo de Psiquis", publicada no hace mucho en estas páginas. Quién sabe decir tan bellamente como Guarner dice:
"Por el cauce del arroyo
fluía la linfa clara
y su cristal transparente
a las flores retrataba...
y sus aguas, con sosiego,
por el cauce resbalaban
y en sus ondas cristalinas
llevaban hojas rosadas
que cayeron de unas flores
¡cual caen de nuestras almas
"las ilusiones perdidas"
y halagüeñas esperanzas!"...
No se puede menos de llegar a ser un altísimo poeta.
En todas sus composiciones palpita una algo indefinible, un vago anhelo de un más allá, difícil de describir. Viene a ser algo así como el atisbo de una belleza superior a todas las hermosuras de la naturaleza y del mundo, que agrada, pero que no satisfacen. El puede decir, como Longfellow, que siente
...esa infinita sed que abrasa el alma,
que es el inmenso afán que nada calma
y corre en pos del ignorado bien...
Los apasionados de las letras están de enhorabuena al aparecer el libro del joven artista, que, si sigue trabajando, como es consiguiente, no tardará en volverles a cautivar con la fuerza emotiva de sus composiciones.
JOSE Mª CAPSIR Valencia, 22 de abril de 1922
Publicado en Revista de Gandia el 29 del mismo mes.
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