viernes, 19 de enero de 2007

DE TODO UN POCO (2)

Pues señor: El aviador Mauvais nos ha resultado mauvais del todo, que, traducido al español, quiere decir malo.
Ya se habrán enterado ustedes de que en la fiesta de aviación celebrada en el Hipódromo de Madrid, ocasionó dicho aviador con su aparato muchas desgracias: una sirviente muerta; un militar y un sacerdote, gravemente heridos; un guardia de seguridad, herido levemente; y varias personas más, con desperfectos de poca importancia.
Un militar, un sacerdote, un guardia de seguridad... Nada, contra toda idea de orden, como quien no hace cosa. Por lo visto, los aparatos voladores, como máquinas modernas que son, profesan también teorías modernas. Son, nada menos, que anarquistas.
¡Y yo que casi les canté un himno en mi croniquilla anterior!

El gobernador de Madrid recoge a los mendigos y con el pretexto de que son catalanes, los manda a Barcelona. El gobernador de Barcelona dice que no son catalanes y deja que se vuelvan a Madrid.
La verdad es que los mendigos aumentan de dia en día y, como es natural, molestan y se hacen insoportables.
El Gobierno, ante el problema de la mendicidad, se ha devanado los sesos y tiene ya en su mano una bonita solución: el proyecto de Ley de Asociaciones y la creación de la Escuela Central de Idiomas. Con esto los pobres ya podrán comer. Y si no, que emigren.
Blasco Ibañez no desea otra cosa.

La falda-pantalón origina ruidosas protestas en muchas partes: en Berlín, en Budapest, en Madrid... En este último punto han llegado las cosas al extremo de abuchear a las elegantes, insultarlas y hasta agredirlas.
¡¡Pero por Dios, señores madrileños, que no hay para tanto!!
La moda podrá ser, y es sin duda, ridícula, estrambótica, marroquí; pero ¿inmoral? Quizás no tanto como algunas faldas trabadas que se ven por esas calles. Todo depende del modelo que se adopte.
Si no nos gustan, como es muy puesto en razón, ¿por qué agredirlas? ¿Es que ya ha desaparecido la proverbial hidalguía castellana?
Una cosa es el desprecio, la burla, la sonrisa de conmiseración, la protesta digna; y otra cosa es ser... salvajes.
¡Que se trata de mujeres! Y no quita lo cortes a lo valiente.

Los periódicos enemigos de la Iglesia, no cesan de inventar mentiras gordas para engañar a los tontos y sacarles los cuartos.
Ahora nos vienen con la noticia de que el Papa no quiere estar en Roma durante las fiestas del cincuentenario de la unidad italiana.
Y dicen que irá a Francia o a Alemania o que se establecerá en España. Fácilmente se comprende la falsedad de sus noticias, por cuanto el deber del Sumo Pontífice en esta ocasión es estar en su puesto. Eso quisieran ellos, que se fuera, para poder tacharle de cobardía.
Pero lo mejor de todo no es esto. Lo más gracioso es que dicen que en el caso de que se vaya, se encargará el Gobierno de Italia de la custodia de la biblioteca y museos del Vaticano.
Que es una cosa parecida a que a mí me roben y luego le diga al ladrón:
- Ven y guárdame la casa.

No se cómo pueda haber personas sensatas que lean la prensa sectaria, porque es lo más informal e inconsecuente consigo misma que dar se pueda. Lo que ayer era blanco, hoy se empeña en decir que es negro; y mañana, de seguro, dirá que es colorado.
Todos nos acordamos de la guerra ruso-japonesa. Había que leer los periódicos de la cáscara amarga. ¡Cómo ponían a la pobre Rusia! Bien merecidas que tenía las derrotas que experimentaba, sí señor, por atrasada, por absolutista, por iliberal. ¡Olé por el Japón! ¡¡¡Pom!!! (golpe de bombo?- ¡Crecerá como la espuma! ¡¡¡Pom!!! (otro golpe). ¡Esa es la nación civilizada, progresiva, liberal!... ¡¡¡Pom!!! ¡¡¡Pom!!!... (veintidós golpes más).
Bueno. Pues ahora resulta que no hay tales carneros. El Japón es una nación de bárbaros. Allí ni hay adelanto, ni civilización ni nada. -¡Es que no hay carreteras, o se habrá desorganizado el Ejército, o habrá decaído la Marina, o no existirá el comercio? –preguntarán ustedes. Nada de eso; es que el Gobierno de ese triste país ha prohibido las obras de Kropotkine, Tolstoi y demás escritores anarquistas y revolucionarios, lo mismo que las obras pornográficas. Allí no se puede leer al gran Zola.
Para "El País", ese es el gran delito. Estoy seguro de que sería capaz de decir que la Zululandia ocuparía uno de los primeros puestos en el mundo civilizado, si se enseñara a leer a los slavajes en dichas obras.
¡Pobre "Pais"! Bastante trabajo tiene.

Un anuncio que me hace gracia.
"Ford, el automóvil bueno para camino malo".
El reclamo no puede ser mejor para nuestra comarca. Pero dudo de que el constructor sepa lo que es un mal camino. ¿A que no pasa con un "Ford", por fòrt que sea, la carretera de Gandia a Bellreguart?
Apostaría cualquier cosa.

Sol y Ortega no quiere hablar en la discusión del proceso Ferrer, porque lo que ha dicho él: "Si llegase a hablar, algunos diputados que se titulan republicanos, saldrían muy mal parados de mis declaraciones."
Pues su obligación es hablar, aunque se descubran canalladas en individuos del partido republicano. A no ser que considere una lástima echar de su partido a los canallas... En cuyo caso ¡vaya un partido!

Las Terciarias de San Francisco.
¡Cuántas veces las habremos encontrado en la calle y las habremos mirado con respeto, pero casi, casi, con lástima! ¡Pobrecitas monjas! Son tan humildes, tan modestas... ¡pero tan ignorantes!
¿Ignorantes? Podrá ser. Pero su método de enseñar a hablar a los sordomudos, ha sido declarado el mejor de todos los conocidos. Y ya hace algunos años que lo emplean, aunque ahora se han apercibido los sabios de ello.
¡Qué anomalías más raras! Esas órdenes religiosas tan retrógradas ¡tienen unas salidas tan impropias!...

Copio de un estimado colega barcelonés:
"Es curioso lo que dice "El Debate".
Lerroux ha descubierto un nuevo sistema de dar amenidad a las veladas de la Casa del Pueblo.
Se presenta entre el público un individuo vestido con una sotana, que Dios sabe cómo se habrá procurado y finge escuchar con mucha atención las soflamas de los oradores de tanda, que para no perder la costumbre, vomitan horrores contra el clero.
Al finalizar el discurso, sube al escenario el de la sotana y en medio de la mayor expectación de los babiecas que llenan el local, suelta un discurso de este tono:
- Ciudadanos: Yo soy un cura que buscaba la verdad sin encontrarla... Hoy vine aquí y la he encontrado... Reniego de la religión que hasta hace un momento profesé y juro solemnemente desde este instante, consagrarme a la defensa de los ideales que integran la bandera del partido radical... ¡Viva Lerroux! –
La gente aplaude con entusiasmo loco y el supuesto cura se despoja de la sotana y hace entrega de ella a la presidenta de las damas rojas para que la conserve como recuerdo de la conversión.
Los ciudadanos, sin cuidarse de averiguar la procedencia y autenticidad del supuesto cura, que a lo mejor es un perdulario que acaba de salir de la cárcel, le colman de abrazos y felicitaciones, lo sacan a hombros a la calle y hasta le dan un banquete en la taberna más próxima.
Así se procura entretener a los súbditos, mientras el jefe supremo se entrega en cuerpo y alma a la Spanish irrigatión...
Sabíamos que Lerroux era un gran comediante, pero no sabíamos que se hubiese metido a empresario de comparsas."

El Gobierno que disfrutamos ha realizado una mejora que me ha conmovido profundamente. No crean ustedes que me refiero a los pantanos de Gasset ni cosa por el estilo. Lo que me ha enternecido sobremanera es el establecimiento de un buffet, vulgo comedor, en el Congreso. ¡Eso sí que es mejora de importancia!
Ahora podremos oír sin escandalizarnos, conversaciones como la siguiente:
- ¿A dónde vas, Gimenez?
- Al Congreso. No me detengas, que llevo mucha prisa.
- ¿Y eso?
- Tengo un apetito atroz.
Por mas que antes, sin decirlo, también había quién iba al Congreso a comer.
Y si no, que se lo pregunten a Lerroux, sobre todo en sus primeros tiempos.

ROBERTO
11 de marzo de 1911 Publicado en "Revista de Gandia"

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